60 años de historia en el movimiento obrero
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plenario de la Coordinadora Sindical Clasista.
Poco después de pensarse como continuidad histórica del marxismo-leninismo-trotskismo, el PO se pensó como partido de combate a ser construido en el seno del proletariado. Así lanzó en los ’60 la “proletarización”, que fue la inserción de sus principales cuadros en fábrica, pero también la participación del partido en las principales luchas a como diera lugar, que fue lo que ocurrió en las huelgas de Citroën, de GM, de petroleros de Ensenada o de Fabril Financiera entre el ’68 y el ’69. Las grandes huelgas que aún derrotadas en la mayoría de los casos prepararían el proceso que culminó en el Cordobazo el 29 de mayo de 1969. Es así que Ernesto Foix, miembro del Comité Ejecutivo del PO estaría trabajando en la mecánica cordobesa Transax en el momento del Cordobazo. Lo mismo vale para decenas y decenas de cuadros que sería extenso nombrar, pero recordemos a Christian Rath electo paritario por la fábrica Thomson Ramco en 1972. Siendo una pequeña organización, Política Obrera ganaría autoridad en sectores de la vanguardia mediante la agitación por el paro activo hacia el 29 de mayo, caracterizando que se venía una irrupción obrera basada en todo el proceso previo de luchas estudiantiles y obreras (Rosariazo, Corrientes, huelgas en Córdoba).
Como resultado de esa política conquistaríamos lugares trascendentales en los ’70. En Panam, EMA, Editorial Abril, Santini, Squib, BTB, GM Barracas y San Martín, cuerpo de delegados de Peugeot, desde luego con la interna de Miluz, en la seccional norte de Ceramistas, fundaríamos el Frente Unico Clasista en 1972 (antecedente de la Coordinadora Sindical Clasista) y seríamos, años después, una corriente dirigente en la gran huelga de VW en 1983, todavía con la dictadura en el poder. En la Córdoba revolucionaria nuestro desarrollo fue de a saltos con Vanguardia Obrera Mecánica que tuvo una gran intervención en la huelga de 1972 integrando el comité de lucha, con Vanguardia Metalúrgica, con las principales comisiones internas del vidrio, Cive y Osram, que pondrían a la burocracia al borde de la caída, y con Voz Bancaria seríamos una corriente dirigente en la Coordinadora de ese gremio que llegaría a jugar el papel de todas las coordinadoras fabriles en la huelga general de 1975. La experiencia revolucionaria de los sindicatos de Fiat-Materfer, Sitrac-Sitram, nos tuvo como incondicionales desde la ocupación de fábrica que les dio nacimiento hasta la disolución por parte de la dictadura de Lanusse, y especialmente en el Congreso por ellos convocado que dio a luz un programa por el gobierno obrero y popular-la consigna del Cordobazo- aunque no tuvo continuidad porque los sectores de la izquierda peronista y ligados al foquismo no aceptaron esa perspectiva. Gregorio Flores del Sitrac, tras un balance político en relación a la construcción del partido de clase, fue nuestro primer candidato a presidente en 1983. De este período importa señalar la polémica con el morenista PRT-La Verdad que impulsaba la unidad de la CGT oficial y la CGT de los Argentinos donde se agruparon sectores combativos y que había reconocido a las organizaciones intervenidas, como si la unidad de la burocracia pudiera hacer la unidad de la clase obrera. Una polémica de alto valor en estos días de subordinación de todas las expresiones sindicales al peronismo.
Durante todo el gobierno peronista nuestra batalla contra el pacto social fue un eje político fundamental en el movimiento obrero. El pacto Rucci-Gelbard ideado por Perón sería un corcet contra las tendencias profundas de las masas desatadas con el Cordobazo, el Rosariazo, el Mendozazo y todas las grandes huelgas, ocupaciones de fábrica y luchas de la etapa. La izquierda peronista canalizó la mayoría de los sectores combativos en el orden nacional -con un peso mayor del clasismo en Córdoba: Perkins, Smata, Luz y Fuerza, el Calzado, Bancarios, Sitrac-Sitram- pero sería determinante su política de subordinación a Perón con el planteo del “cerco del brujo tendido al general” por López Rega e Isabel Perón. Los “ajusticiamientos” de burócratas como Vandor, Coria, Klosterman o el propio Rucci, jamás podrían suplantar la tarea de la expulsión de la burocracia sindical por los propios trabajadores. El PO, en cambio, ligó el planteo de un Partido Obrero Independiente a la lucha por una nueva dirección clasista y convocamos en todo momento al frente único de lucha con este objetivo político.
La vuelta del peronismo al gobierno
Perón dejó claro su rol contrarrevolucionario desde su misma llegada al país con la masacre de Ezeiza. Poco después vendría el golpe de Estado contra Cámpora y de corrido la formación de las Tres A, esas que el 13 de diciembre de 1974 acabarían con la vida de nuestros compañeros Jorge Fischer y Miguel Ángel Bufano. Pero los miles de crímenes de estos grupos de choque fuertemente ligados a la burocracia sindical peronista no detendrían el proceso profundo entre los trabajadores que se expresó con toda su fuerza ante el Rodrigazo de Isabel y López Rega, que pretendió imponer topes salariales ante la megadevaluación. Desde los cuerpos de delegados del cordón industrial del Gran Buenos Aires surgió una de las huelgas generales más importantes de nuestra historia que impondría los convenios al 100% y pondría en fuga a López Rega. Con el autogolpe de Luder, el decreto de aniquilamiento de la “subversión”, y el ya instalado gobierno de la intervención de un militar en Córdoba (Navarrazo) comenzaría la preparación definitiva del golpe sangriento en la comprensión de la burguesía de que la clase obrera no había sido derrotada y podría dar batallas decisivas para retomar la ruta del Cordobazo. Nuestro partido batalló políticamente contra el planteo de defensa de la “institucionalidad” del bloque de oposición patronal dirigido por Balbín, que apoyaron la izquierda morenista y estalinista. Peor aún, el PCR apoyó directamente a Isabel.
La “democracia”
Los ’80 fueron años de fuertes conquistas antiburocráticas. El cuerpo de delegados de la Ford, de Terrabusi, once seccionales de la Uocra, entre ellas Neuquén, la seccional capital de Sanidad con sus 60.000 afiliados, la UOM de Villa Constitución que había sido derrotada en la huelga y mediante una feroz ocupación policial en 1975 –que tuvo al PO participando fuertemente, con compañeros presos, incluso hasta después de la dictadura- y, desde luego, nuestra gran experiencia en la recuperación del Sindicato Gráfico en frente único con el ongarismo regresado del exilio que nos permitió jugar un rol dirigente en decenas de plantas, de huelgas y ocupaciones de fábrica (Clarín, Atlántida, Crónica, Ciccone, Bianchi, Abril, La Razón, Tiempo Argentino, Anthony Blank, Prat, etc.). Pero la influencia predominante en la etapa del MAS y el PC le dieron a aquellas conquistas antiburocráticas un claro contenido de seguidismo a los 26 puntos de la CGT y a Ubaldini, al punto que el candidato central del Frepu fue José Villaflor, ya consolidado como burócrata entregador del activismo gráfico en el gremio en el que actuamos como minoría clasista hasta 1988. Una expresión de nuestra política y nuestra influencia fue el acto del 1° de mayo de 1985, en la Puerta Uno de Ford, ante miles de obreros, convocado entre el cuerpo de delegados de esa fábrica, el de Atlántida y nuestros dirigentes gráficos con sindicatos docentes combativos: ante miles de obreros, Nora Biaggio y quien escribe estas líneas fuimos oradores. En toda esa etapa impulsamos coordinaciones en el cordón de norte con Ford, con Terrabusi, más adelante la metalúrgica Corni. El termidor de los ’80 llegaría con la derrota de la ocupación de Ford en defensa de 50 activistas, al tiempo de otra docena de ocupaciones de frigoríficos y distintas plantas, en una fase de ofensiva de Alfonsín de la mano del FMI. Lo mismo ocurriría en decenas de talleres gráficos con la complicidad del ongarismo.
Es imposible detenernos en el proceso de los ’90, pero nuestra intervención en las huelgas derrotadas, ferrocarriles, Telefónicos, Atlántida, templaron al partido para la etapa que vendría con el nacimiento del movimiento piquetero en Cutral Có, Tartagal y Mosconi y allí estaríamos. Con una política de independencia de clase intervinimos en las movidas de la ruptura moyanista de la CGT y la Mesa de Enlace del MTA con la CTA y la CCC. Pero estas fuerzas, justamente, defeccionaron ante la rebelión del 20 de diciembre de 2001, cuando partimos hacia la Plaza de Mayo en cabecera con el Suteba Matanza, la AGD, el Bloque Piquetero, el MIJD y sectores de izquierda, mientras la centroizquierda sindical se guardaba “en defensa de las instituciones” que masacrarían con sus grupos de tareas 39 compañeros en todo el país.
Del Argentinazo a nuestros días
El período del Argentinazo nos vio junto a las fábricas ocupadas, al Subte luchando por las seis horas, fusionando a ocupados y desocupados como lo hemos vuelto a hacer en toda la última etapa: la dirigente de Grissinópoli resumía “éramos grissineras, ahora somos piqueteras”. Fusionando al movimiento estudiantil de la conquistada “Fuba Piquetera” con la gran huelga del Casino. En la conquista del Sindicato del Pescado en Mar del Plata que no se pudo sostener ante la cooptación de elementos despolitizados que eran quienes estaban en blanco en el reino del trabajo en negro. Pero María Demateis, hoy dirigente textil, hizo oír la voz del puerto en la Plaza de Mayo en otro histórico 1° de Mayo. Siete Asambleas de Trabajadores iniciarían un método basado en la idea del Congreso de Bases -nuestra línea histórica- que hoy el Polo Obrero pone en práctica todo el tiempo. Y llegada la conquista del Sutna en 2016, primer sindicato industrial nacional ganado por una dirección de izquierda, junto al Suteba Matanza, cabeza de la Multicolor docente en la provincia, la AGD-UBA, la UF Oeste, Aten Neuquén Capital, Ademys y otros sectores combativos como Interpack I, AGR (que protagonizaron grandes luchas y fuertes ocupaciones de fábrica ante su cierre), Morvillo de la nueva camada gráfica, No Docentes, convocaríamos en Lanús el gran plenario obrero que dio nacimiento al Plenario del Sindicalismo Combativo y su programa de independencia de clase. La línea estratégica de unidad de ocupados y desocupados tendría una página imborrable en la lucha salarial de 2022 que culminó con la triunfante huelga general del Neumático. Los Suteba combativos, los 25 años de clasismo en AGD-UBA que fue el gran canal de movilización en el último levantamiento universitario, junto a conquistas más recientes como Uepc Córdoba o la nueva dirección combativa de Adosac Santa Cruz, nos muestran en primera línea de la construcción clasista y revolucionaria en los sindicatos. No casualmente el régimen de Milei nos quiere en el banquillo de los acusados con la brutal causa de persecución a Chiquito Belliboni y los compañeros. Los seis plenarios nacionales de la Coordinadora Sindical Clasista constituyen un compendio programático y de intervención política, elaborados colectivamente, basados en la lucha por una nueva dirección a partir de la formación de agrupaciones clasistas cuyo norte es la expulsión de la burocracia sindical. Desde ese lugar enfrentamos la brutal ofensiva antiobrera de Milei con la estrategia de la huelga general.
Somos el testimonio consciente del fracaso de 40 años de democracia, cumplimos 60 años de construcción de un partido de combate contra la dictadura del capital por el gobierno de la clase obrera.