Políticas
29/3/2021
Deuda externa
Alberto Fernández y el repago de lo “impagable”
Acerca de la entrevista que brindó al vacunado VIP, Horacio Verbitsky.
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Alberto Fernández brindó una entrevista dominical nada menos que a Horacio Verbitsky, y sus declaraciones acerca de la “deuda impagable” que renegocia con el Fondo Monetario levantaron polvareda.
El reportaje radial fue indudablemente una suerte de reconciliación pública tras el escándalo del vacunatorio VIP, originado por las declaraciones de Verbitsky comentando que había accedido a una dosis de la Sputnik V con solo pegar un tubazo a su amigo Ginés González García, quien luego debió ser eyectado de su sillón de ministro tras el repudio generalizado -ya que mientras tanto el operativo de vacunación avanzaba a pasos de tortuga. En ese tono, la pretensión fue dejar en claro desde el inicio que, en lo que respecta a deuda externa, no existen posiciones divergentes al interior del gobierno sino simplemente “diferentes maneras de decir las cosas”.
Esas palabras fueron las empleadas por Alberto Fernández para contestar a la pregunta sobre si Martín Guzmán y Cristina Kirchner expresaban estrategias opuestas de cara a la negociación con el FMI. El presidente se manifestó de acuerdo con las declaraciones realizadas por su vice el 24 de marzo, acerca de que esa deuda que dejó el gobierno de Macri es “impagable”. Lo demostró de una forma inapelable: si este año la economía del país está en vilo para ver cómo se afrontan vencimientos por 4.000 millones de dólares con el organismo financiero, no se puede ni pensar en cancelar casi 20.000 millones el año próximo.
Al igual que Cristina, enfatizó que la política del gobierno es buscar un acuerdo para establecer las condiciones de un repago, partiendo por supuesto del reconocimiento íntegro de esta hipoteca descomunal, a pesar de haber anunciado una “querella criminal” contra los funcionarios de la administración macrista por defraudación. Finalmente, toda la escenografía de la expresidenta para mostrar una pulseada con el FMI y el imperialismo yanqui apenas puede ocultar que los 4.300 millones de dólares (en Derechos Especiales de Giro) que este organismo repartirá para atender gastos frente a la segunda ola de la pandemia serán utilizados… para pagarle al propio FMI.
Fue en ese sentido que Fernández reivindicó la labor del ministro de Economía, quien acaba de volver de una serie de encuentros con agentes del Fondo en Washington, afirmando que la negociación está “encaminada” y vanagloriándose de que esta cueva del capital financiero internacional haya definido que los planes de pago deben ser “sustentables” para evitar hundir las economías. Es un fraude.
En primer lugar, el pago de la deuda es una vía principal de la fuga de divisas del país, por lo cual es uno de los factores de la desinversión crónica que ha encarrilado a la economía Argentina en una declinación secular durante todas las últimas décadas. Las restricciones cambiarias actúan como una losa, ya que las trabas a las importaciones agudizan la recesión industrial y la imposibilidad de las empresas de cancelar sus deudas corporativos las deja afuera del mercado de crédito (base la la inversión, porque ninguna lo hace con capital propio).
Pero lo más importante es que el currículum que llevó Guzmán a Estados Unidos se compone del robo de la movilidad jubilatoria, los topes paritarios, la puesta en marcha de los tarifazos y recorte del gasto público como la eliminación del IFE en pleno crecimiento de la pobreza; entre otras medidas que entierran la pretensión oficial de reactivar la actividad económica en base a una recuperación del consumo. El único aspecto en el que se “encamina” la negociación es en la promesa del economista de que el déficit fiscal no superará este año los 3 puntos del PBI (es decir que el ajuste será muy superior a lo dibujado en el Presupuesto 2021).
Esto último nos devuelve a la entrevista con Verbitsky, en la cual el presidente se regocijó del hecho de que las autoridades del FMI hayan afirmado que la inflación obedece a muchas causas, y no solo de la emisión monetaria y el déficit fiscal. Ello no exime al gobierno argentino de ninguna de las exigencias clásicas del Fondo Monetario.
Ya vimos lo que sucede en relación al ajuste del gasto público, pero la política monetaria también refuta el entusiasmo de Alberto Fernández: el gobierno se viene endeudando a pasos acelerados para evitar que el Banco Central deba emitir más billetes para asistir al Tesoro, y como son bonos indexados al dólar o a la inflación ni siquiera se deprecian con una devaluación (es decir que anula el beneficio de la deuda en pesos). Este gobierno ya incrementó el endeudamiento en más de 20.000 millones de dólares (canje mediante). La bola de nieve de Leliq y pases pasivos del Central, que supera los 3 billones de pesos, ilustra también los límites que enfrenta el gobierno.
Lo fundamental es, en definitiva, que el repago de esta hipoteca impagable condenará al país por varias décadas. El FMI rechazó de plano el reclamo de Cristina Kirchner de un acuerdo a 20 años de plazo, pero todo el mundo es consciente de que un programa de 10 años para pagar 50.000 millones de dólares caerá nuevamente en un incumplimiento, y que por lo tanto deberá volver a ser renegociado. Esta dinámica anticipa que el monitoreo de las cuentas nacionales por parte del Fondo y el imperialismo se extenderá por generaciones, si se sigue en esta dirección. Finalmente el propio Macri cayó en default después de haberse endeudado para cancelar la deuda anterior.
Independientemente de los vaivenes de la coalición oficial y de las disputas internas, que expresan además el empantanamiento gubernamental, existe un alineamiento en cuanto a honrar el pago de una deuda externa usuraria. Que ello es incompatible con un desarrollo nacional y más aún con una descompresión de cuadro de miseria creciente queda demostrado ya de antemano, con el rumbo actual de la política económica. Que, a su vez, esta política nos lleva a un laberinto sin salida lo graficó el propio viaje de Guzmán, quien en Nueva York se reunió con los bonistas que ingresaron al canje, furiosos por el desplome bestial de la cotización de los bonos reestructurados.
Del círculo vicioso de renegociaciones y defaults solo se puede salir rompiendo con el FMI y desconociendo la hipoteca fraudulenta que condena a la Argentina al saqueo y la pobreza. Sería un quiebre en la espina dorsal de todo el régimen que ha imperado las últimas décadas, y un pilar para una reorganización social del país sobre nuevas bases, bajo la dirección de los trabajadores.
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