Políticas

20/9/2021

Aníbal Fernández y el asesinato de Mariano Ferreyra

El encubrimiento a la complicidad policial y sus ataques al Partido Obrero.

Como parte del recambio de gabinete que tuvo lugar en el gobierno nacional, Aníbal Fernández fue designado al Ministerio de Seguridad. Como ya señalamos, el nuevo ministro lleva un nutrido historial de represión y encubrimiento. Más allá de su responsabilidad en la masacre del Puente Pueyrredón en junio de 2002, otro papel infame que jugó en una represión policial con consecuencias letales fue en el asesinato de nuestro compañero Mariano Ferreyra, en 2010, cuando era Jefe de Gabinete.

Luego de que la Policía Federal librara la zona a la patota de la Unión Ferroviaria, un hecho que se comprobó en el juicio, Fernández salió en tiempo récord a desligar a las fuerzas. Un método conocido. Es lo que hizo Patricia Bullrich con la Gendarmería tras la desaparición de Santiago Maldonado, o lo que hizo también Sergio Berni con la Bonaerense cuando desaparecieron a Facundo Castro. En este caso, el entonces nuevo Jefe de Gabinete (tras salir del propio Ministerio de Seguridad) declaró al día siguiente que “la policía hizo lo que tenía que hacer”.

Objetivamente, lo que la policía hizo fue resguardar a los asesinos, demostrando la absoluta complicidad del gobierno kirchnerista y del mismo Estado. A su vez, la Federal habilitó a la Bonaerense a subir a las vías, que queda tres metros por encima de la calle entonces llamada Pedro de Luján. Allí también se comenzaba a congregar la patota, ante los ojos pasivos de los agentes. Cuando se produce el primer ataque, los trabajadores tercerizados y las organizaciones que los acompañaban no solo empiezan a recibir una apedreada desde arriba por parte de la burocracia y su grupo de choque conformado por barrabravas; también empiezan a ser reprimidos con balazos de goma por parte de la fuerza provincial. De esta manera los compañeros comienzan a ser “empujados” por el Puente Bosch hacia Barracas, a la zona fabril. Ahí es donde la patota podría gozar de la impunidad de abrir fuego en una zona en general poco transitada.

Cuando los asesinos descienden de los raíles para consumar una hora después el ataque mortal, el oficial Mansilla, luego condenado, da el aviso de que el grupo descendió “sin ánimos de enfrentamiento”. Todos estos hechos fueron comprobados en el juicio, desmintiendo la versión policial y gubernamental. Pero Aníbal Fernández sostenía en aquella ocasión muy convencido que “la primera discusión se produce en las vías, y la policía logró detenerla”. También agregó, muy descaradamente, que quienes cruzaron por la vía y se dirigieron hacia la Ciudad fueron los trabajadores y las organizaciones presentes.

A su vez, luego de producirse el ataque que se cobró la vida de Mariano Ferreyra y ocasionó heridas graves a Elsa Rodríguez, Fernández sostuvo que “la policía no pudo ingresar porque es una zona en la que no pueden acceder móviles”. Algo que puede ser desmentido por cualquier persona que haya transitado aunque sea una vez la esquina de Luján y Perdriel. En todo momento hubo una clara decisión del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner de desligar a las fuerzas represivas de la patota, por eso al día siguiente, cuando la presidenta acusaba al Partido Obrero de “buscar un muerto hace tiempo”, el ahora ministro decía que “si un ‘tarado’ sale con un arma de su casa, él no puede hacer nada”. Aquellas declaraciones fueron el puntapié de una enorme campaña de difamación, macartismo y persecuciones judiciales contra dirigentes y militantes del Partido Obrero; pero que no era novedosa.

Basta con mencionar que, en la misma semana que es asesinado Mariano, finalizaba la ronda de testigos en el juicio emprendido por el Partido Obrero contra C5N y Eduardo Feinmann. El motivo fue que el operador mediático y el medio televisivo se “hicieron eco” en 2008 de declaraciones previas de Aníbal Fernández, que acusaba sin pruebas claras al Partido Obrero de provocar incendios en el tren Sarmiento. Por este suceso el ministro fue también llevado a juicio, resultando condenado a indemnizar a un militante del PO.

Que el facho de Berni celebre el arribo de Aníbal Fernández al Ministerio de Seguridad nacional es la frutilla del postre, y lo termina de pintar de cuerpo entero. El nuevo ministro es un represor consagrado, que nunca le hizo asco a recurrir a las mentiras más descaradas para encubrir el accionar de las fuerzas represivas bajo su órbita. Repudiamos este nombramiento señalando el punto nodal de su asunción: estamos ante un claro giro derechista de un gobierno comprometido a un ajuste descomunal, que solo puede ser llevado a cabo a fuerza de represión.