Se aproximan las Paso y ya es sabido que Jorge Ferraresi, de Unión por la Patria, va por una nueva reelección como intendente. Su campaña se centra en embellecer, con un poco de cemento y verde, las veredas del centro o alrededores de los shoppings. Pero lo cierto es que ha venido gobernando para las patronales del distrito, mientras que la situación social de los trabajadores empeoró, como lo demuestra el cuadro crítico en el que están los barrios más pobres.

Jugando en la interna de Juntos por el Cambio se presentan Lucas Yacob, por el ala Bullrich-Grindetti, y Maximiliano Gallucci, presidente del bloque de concejales y apadrinado por Larreta-Santilli. Tanto uno como el otro se han abstenido de hablar y votar en las ordenanzas claves, que tienen que ver con la precarización de las condiciones de vida de los vecinos del distrito.

Desde que Ferraresi es gobierno las tasas municipales vienen aumentando de forma exorbitante. Solo en 2023 se aprobó (con un presupuesto ajustador) un alza promedio del 84% en las Tasas de Servicios Generales (TSG). Esto se sumó a la creación de un nuevo impuesto a la refacción y remodelación de viviendas. Un duro golpe a los bolsillos de las familias trabajadoras. A la par, grandes empresas como Bingo Avellaneda, Edesur, Shell y Exolgan se han visto eximidas de su pago.

Estos tarifazos le han brindado al gobierno “nac&pop” una fuerte recaudación, obteniendo récords de superávit fiscal. Se trata de decenas de millones de pesos que hasta el día de la fecha no se conoce su destino. Desde el bloque macrista no han solicitado reportes a la cartera económica.

Los trabajadores municipales cobran salarios de miseria, perciben básicos cuyos montos están por debajo de la línea de pobreza. Ferraresi mantiene a trabajadores de la “economía popular” desarrollando tareas para el municipio en negro, sin ART, aportes jubilatorios, aguinaldo o vacaciones pagas. Juntos por el Cambio también defiende una política de precarización laboral, que aplica en los municipios donde gobierna.

Por otro lado, Avellaneda es reconocida, junto a México D.F., como una de las ciudades más contaminadas de Latinoamérica y el mundo. Su polo petroquímico de Dock Sud (el más grande del país), donde operan firmas como Shell, Dapsa, YPF, Cementos Avellaneda y Trieco SA, descarga en aire, tierra y agua toneladas de desperdicios altamente dañinos para la salud. A esto hay que sumarle los basurales a cielo abierto; la salud de miles y miles de vecinos y laburantes corren serio riesgo. Pese a conocerse los altísimos niveles de metales pesados en sangre que tienen muchos vecinos, ni oposición ni oficialismo han convocado a Acumar ni al secretario de Medio Ambiente a que den explicaciones ante el no cumplimiento en el control.

El escenario se empeora a la hora de ver los centros de salud de la ciudad. Tanto los hospitales como las salitas de pronta atención en las barriadas se encuentran, desde hace tiempo, colapsadas. A menudo carecen de elementos básicos y se han cerrado sectores como la guardia pediátrica.

Las condiciones de los establecimientos educativos también han empeorado al calor del ajuste y la crisis. Muchos colegios y terciarios están con estufas sin funcionar, vidrios y baños rotos, sin agua y tienen cucarachas y ratas paseando por las aulas.

En medio de esto, se incrementan los habitantes de asentamientos humildes, donde no hay cloacas, redes de agua potable, pluviales y eléctricas seguras, o asfalto. La crisis habitacional se visualiza también en las casillas donde trabajadores viven hacinados, las cuales se pueden derrumbar. No existe un plan de urbanización. Los departamentos que Ferraresi presenta son denunciados por su mala calidad (paredes donde se filtra la humedad, no tienen aislación, etc).

Otro problema del distrito es la inseguridad creciente. Tanto el PJ-kirchnerismo como Juntos por el Cambio aplauden el incremento de patrulleros y policías en las barriadas. Pero ni uno ni otro pone la lupa en la connivencia de las fuerzas represivas con el delito organizado, la trata y el narcotráfico.

Para desarrollar su política de ajuste y precarización, Jorge Ferraresi se vale de una oposición cómplice, que solo reclama cuestiones de protocolo.

Como se ve, la gestión Ferraresi se caracteriza por su carácter pro patronal; ha aplicado en Avellaneda una política de ajuste contra los trabajadores, siguiendo la línea del gobierno nacional de Alberto Fernández, Cristina Fernández y Sergio Massa; y no ha resuelto los problemas más apremiantes que tienen los vecinos.

Ni Yacob ni Galucci representan una alternativa. Son los representantes distritales de los candidatos de Juntos por el Cambio que proponen devaluación, recortes en el gasto público y reformas estructurales para atacar a los trabajadores.

Solo una fuerza política de los trabajadores y la izquierda puede sacar a Avellaneda de la crisis. Para reforzar la pelea por aumentos de salarios y el pase a planta permanente de los municipales, en defensa de la educación y la salud públicas, por echar a los narcos de los barrios y por un plan de viviendas y de urbanización, démosle fuerza a la lista “Unidad de Luchadores y la Izquierda” del Frente de Izquierda Unidad, que lleva como precandidato a presidente a Gabriel Solano.

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