Políticas
25/4/2025
Caputo no pudo renovar los vencimientos en pesos y los bancos se cobraron $4 billones
El carry trade del gobierno nos sale carísimo, y tarde o temprano termina en una corrida.

Seguir
Pablo Quirno, secretario de Finanzas.
El gobierno no logró renovar la totalidad de los vencimientos en la última licitación de deuda del Tesoro. Sucede que, a pesar de que los voceros oficiales incentivan a hacer carry trade, continúa la incertidumbre en el mercado y la expectativas devaluatorias. De este modo, parte del superávit financiero, obtenido a costa de ajustar al pueblo, se fue directo al bolsillo de los especuladores.
El secretario de Finanzas, Pablo Quirno, anunció por su cuenta de X que, de $7,5 billones que vencían en la última subasta, solo logró adjudicar $5,2 billones. Se trata de un rollover del 70,01%, que obliga al Tesoro a destinar $2,42 billones para pagar los vencimientos que no fueron renovados, a lo cual debemos sumarle $1,6 billones que no pudo renovar en la licitación anterior (donde el rollover fue del 75,71%). Cabe destacar que el pago de ese monto sale del superávit financiero que vino acumulando el gobierno a lo largo de su mandato, a expensas de los jubilados, de la obra pública, de la salud y la educación. En definitiva, se ajusta al pueblo para complacer a la banca.
Si los acreedores se siguen desprendiendo de sus títulos en pesos, el Tesoro gastará rápidamente el fondo que tiene depositado para afrontar vencimientos (se estima que quedan $1,5 billones) y el Banco Central deberá emitir amplias sumas de dinero. Sin ir más lejos, en marzo se capitalizaron intereses de Lecaps y Lefi por $5,1 billones (13 veces el superávit financiero de ese mes); cuando los tenedores de estas letras decidan dejar de renovarlas recaerá sobre la población un enorme costo usurario.
El resultado de la licitación demuestra que las expectativas devaluatorias persisten, a pesar de los esfuerzos del gobierno por ahuyentarlas y sostener el carry trade. Por un lado, los bancos decidieron no renovar la totalidad de los vencimientos, dado que necesitaban liquidez para cancelar plazos fijos. Ocurre que muchos depositantes aprovecharon la flexibilización del cepo, y que el precio del dólar estaba cercano al piso de la banda cambiaria, para comprar dólares y, de ese modo, cubrirse frente a una eventual disparada de la moneda estadounidense. Por esa demanda, el tipo de cambio rebotó a $1.200; dicho sea de paso, esta suba en momentos de liquidación de la cosecha gruesa avizora una tendencia alcista para cuando merme el ingreso de divisas.
A su vez, los bonos que el gobierno sí logró colocar fueron aquellos con tasa fija a corto plazo, o bien, los que se ajustan a la inflación y los dollar linked. Como vemos, el acuerdo con el FMI lejos está de haber despejado las dudas del mercado. Los capitalistas que siguen apostando al carry trade esperan que tarde o temprano se produzca un salto cambiario, y, por lo tanto, invierten en instrumentos que les brinden cobertura. Los únicos que quedamos a la intemperie en caso de devaluación somos los trabajadores, con nuestro salario atado al 1% mensual fijado por el oficialismo.
Milei pretende "llegar a octubre" alimentando una bicicleta financiera cuyo desarme augura corridas cada vez más profusas. Para eso, apela al endeudamiento con el FMI y otros organismos multilaterales agravando la hipoteca nacional. Ahora bien, el "éxito" de esta operación no está garantizado, pero, independientemente del resultado, a las mayorías populares nos espera más ajuste, despidos y caída de ingresos.
Hay que echar a este gobierno que deja los destinos del país en manos de un puñado de timberos. El acto del 1ero de Mayo organizado por el Partido Obrero, en el centro del poder político, obrará como un pronunciamiento en esa dirección.

