Políticas

10/1/2022

Celac, ni un poquito de antiimperialismo

A fines de la semana pasada se realizó en Buenos Aires la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que agrupa a 32 países de la región. Argentina asumió la presidencia de dicho organismo para 2022, relevando al México de Andrés Manuel López Obrador.

En el foro en cuestión no participan los países del norte (Estados Unidos y Canadá) ni Brasil, que suspendió su participación en 2020, a instancias de su presidente Jair Bolsonaro, aduciendo un supuesto respaldo de la Celac a regímenes “no democráticos”, por referencia a Cuba, Nicaragua y Venezuela. Estas críticas, recogidas ahora por referentes de Juntos por el Cambio, muestran la profunda hipocresía de la derecha continental, que respaldó el golpe de Estado en Bolivia y a los gobiernos de Sebastián Piñera en Chile e Iván Duque en Colombia, que dejaron decenas de muertos en sus países en la represión de las sublevaciones populares.

En cuanto a la orientación de la Celac y de su jefatura, el gobierno argentino ha buscado cortar de cuajo cualquier sospecha de un posible sesgo antiimperialista. “Por favor, que se entienda bien: la Celac no nació para competir con nada ni con nadie”, sostuvo el canciller Santiago Cafiero, y en la misma línea se expresó Alberto Fernández. De este modo, desestimó cualquier potencial confrontación con Estados Unidos o una paralelización de la OEA. Cabe señalar que el último gobierno que dirigió el organismo, el mexicano, tiene un estrecho vínculo con Washington. López Obrador tejió una relación fluida con Trump y Biden, facilitando su territorio como tapón del flujo migratorio desde Centroamérica hacia los Estados Unidos.

La Celac no tiene ningún tipo de perspectiva antiimperialista y su propia conformación se limita a un “mecanismo de diálogo y concertación política”.

Aun así, desde Juntos por el Cambio insisten en que en su nuevo rol el gobierno se indispondrá con Washington, debido al peso de Cuba, Nicaragua y Venezuela en el foro. Pero el gobierno afirma haber sido elegido al frente no por apoyar a esos regímenes sino “porque es valorada su capacidad de dialogar y consensuar con todos los actores de la región” (La Nación, 7/1), según la portavoz Gabriela Cerruti. Este rol de mediación puede resultar útil en algún momento al propio Biden, quien por lo pronto busca sentar a Maduro y la oposición venezolana en una mesa de negociaciones.

Algunos referentes de Juntos por el Cambio alertan también sobre un reciente acuerdo firmado entre la Celac y China. Este convenio apunta -siempre en términos muy genéricos- a “compartir experiencias” en materia de administración y gobierno entre América Latina y el gigante asiático, y a “fortalecer la cooperación” en telecomunicaciones, 5G e inteligencia artificial. Es cierto que la región es un territorio de disputa entre Estados Unidos y China, e incluso que Beijing ha ganado posiciones en los últimos años, pero es falso que el gobierno argentino apunte a una “ruptura” con Washington, en favor de su rival, como sostuvo el diputado del PRO, Gerardo Milman. La negociación con el FMI actúa como un condicionante fundamental del gobierno argentino. En aras de no indisponer al amo del norte, Cerruti aclaró que “las relaciones con Estados Unidos son excelentes y lo seguirán siendo” (ídem).

La alusión oficial a que la Celac no compite “con nada ni con nadie” es indicativa de la falta de gravitación de dicho foro. Por lo demás, la tarea de una integración latinoamericana le queda grande a las burguesías del subcontinente, tanto por su sometimiento al imperialismo como por las propias rivalidades intestinas.

Una verdadera integración solo puede ser llevada a buen puerto por los trabajadores, en el marco de la lucha por la unidad socialista de América Latina.

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