Políticas

18/11/2022

CFK: un discurso con la fuerza de la… impotencia

Subordinación “sin reproches” al plan de Massa y el FMI, garantía del saqueo nacional.

"La fuerza de la esperanza" es el slogan inaugurado.

El acto en el Estadio Único de La Plata reveló (con las palabras de la vicepresidenta, los símbolos y las omisiones) que el kirchnerismo está compenetrado hasta lo último en el sostenimiento del derrotero impuesto por el FMI y el imperialismo que Massa trata de llevar a buen puerto. Cristina mostró, sobre todo, que no tiene un planteo alternativo al del tigrense y mucho menos una salida a la decadencia nacional y el enorme deterioro de las condiciones de vida de la inmensa mayoría de los argentinos.

Cristina después de decir que el país está hipotecado por la deuda que tomó el macrismo dejó bien en claro que lo único que hay que hacer es explicarle al pueblo “con claridad” que las medidas que se toman son porque no hay otra salida. La aprobación del presupuesto 2023 por parte del kirchnerismo, en tiempo récord en el Senado que ella preside, es más que un botón de muestra del compromiso con el ajuste en educación, salud, obras públicas, asistencia social, etc.

En su intento de sostener el rumbo económico y al gobierno llegó a decir que la responsabilidad del 6,3% de inflación la tenía la justicia por habilitar los aumentos en comunicaciones. Dicho unas horas después que el Indec informara que en octubre la CBT (que define la línea de la pobreza) aumentó un 9% y la CBA (que determina el umbral de la indigencia) lo hizo en un 9,5%. Es decir: los alimentos son los que más aumentaron.

El de Cristina fue un discurso lleno de tergiversaciones, pero destinado a jugar de componedora en la perspectiva del rumbo oficial. Señaló que “con la democracia no se pudo ni comer, ni educar ni curar”, para luego decir que por lo menos no corría peligro la vida (por la represión), con lo cual terminó absolviendo del hambre y del derrumbe de la educación y la salud a la “democracia”, es decir, se absolvió a ella misma, como peronista y como kirchnerista: de los 39 años de gobiernos constitucionales el peronismo ocupó 27 y medio, 15 de los cuales el kirchnerismo estuvo en el gobierno, sin contar la colaboración con los gobiernos que no fueron propios como las 100 leyes que le votaron a Macri.

¿Seguridad o represión?

Cristina quiso empatizar con un reclamo frente a la gravedad de la inseguridad que golpea fuertemente en las barriadas. Pero esto fue usado para reforzar una militarización de los barrios con la gendarmería en el conurbano. Para Berni, según declaró, las palabras de Cristina fueron música para sus oídos (a pesar de que implica un cuestionamiento en los hechos a la Bonaerense y a él como jefe), seguramente porque el dardo fue para Aníbal Fernández con quien mantiene una disputa. O tal vez porque CFK omitió señalar los casos de gatillo fácil de la Bonaerense entre ellos el de Facundo Astudillo Castro o el de Brandon Romero, solo para señalar dos de una larga lista de decenas. La experiencia de la Gendarmería en los barrios la inició ella con Nilda Garré, su ministra de Seguridad, y el balance está a la vista: dos fuerzas de “seguridad” controlando negocios de la droga, la trata, el robo de autopartes y el juego clandestino lo único que pueden hacer es agravar la violencia en la pelea por los negocios.

En su discurso, CFK señaló que con el intento de asesinato que sufrió se quebró por primera vez un pacto democrático al que se había arribado después de la dictadura: que nadie podría ser asesinado por pensar distinto. ¿En qué categoría entran el asesinato de Teresa Rodríguez, Carlos Fuentealba, Maxi y Darío, Mariano Ferreyra, una reducida muestra de los asesinados por luchar?

Reclamó volver a ese “pacto democrático”, eso sí con la policía de gatillo fácil y el reforzamiento de la represión en las barriadas en el medio de la grave catástrofe social. El “pacto” tiene también, como luego lo planteó, por objetivo llegar a un mínimo entendimiento en una planificación económica. En concreto, el pacto implicaría sostener el acuerdo con el Fondo con un reforzamiento del aparato represivo.

La historia deschava

El marco del discurso de Cristina no debe ser despreciado, no es casual. Los símbolos pesan, sobre todo en alguien que destaca su interés en la historia “para no repetir errores”, como recordó. El acto se hizo para celebrar el retorno de Perón en 1972, convocado para frenar el ascenso obrero con el Cordobazo y los otros “azo” y que obligó a la burguesía a desprenderse de la dictadura militar y usar la autoridad del peronismo para disciplinar a los trabajadores. A La Cámpora pareció no importarle que se festejaba al verdugo que terminó con el gobierno de Héctor Cámpora y que desató una ola de sangre y represión de las cuales la izquierda peronista fue una de las principales víctimas; comenzando con la masacre de Ezeiza el 20 de junio de 1973, siguiendo con la destitución de Cámpora, el copamiento de la derecha del gobierno y la creación de la Triple A. Todo esto con la autoridad de Perón. Cristina quiso que quedara claro que ella se había quedado del lado de Perón contra quienes lo cuestionaron, en lo que pareció además una corrida por derecha a Patricia Bullrich que en ese entonces estaba en la llamada izquierda peronista.

Al rescate del gobierno

Quien esperaba que Cristina ofreciera una salida frente a la gravedad de la situación del país, del derrumbe del gobierno del Frente de Todos, se fue con las manos vacías. Este fue el discurso “menos opositor” que se le escuchó, sus críticas al gobierno en discursos anteriores buscaban disimular su compromiso con él. Esta vez ni eso. Cristina no tiene nada para ofrecerle a los trabajadores golpeados por la crisis, acechados por la pobreza, la desocupación y el retroceso en sus condiciones de vida; le preocupa que el fracaso de Massa se los llevé puestos a todos.

Se esforzó por hacer desaparecer cualquier responsabilidad personal o del peronismo en el derrumbe nacional, se dedicó a elogiar sus dos mandatos anteriores en el gobierno para terminar de llamar al pueblo para que elija volver a él, o sea al pasado, sin nunca explicar por qué en 2015 el pueblo decidió abandonarlo. La ceguera, interesada, es una muestra de impotencia.

Evidentemente un acto de Cristina ocupa una “centralidad”, que en este caso es proporcional al fracaso del gobierno, de lo que ella no ha podido eludir su responsabilidad, saliendo al rescate integral. Ante un peronismo sin candidato y con la posibilidad cierta de un colapso antes del año que falta para la elección, su candidatura implícita en los cánticos no desmentidos cumple el papel de oxigenar al gobierno rengo, derrotado en las intermedias, y asediado por la tendencia a la devaluación, la catástrofe social y repetidas luchas que desafían a la burocracia sindical.

La salida para los trabajadores es sacarse de encima esta mochila y abrir un rumbo propio defendiendo a rajatablas todas sus reivindicaciones y organizándose con independencia política.