Políticas
18/10/2024
Chirillo, afuera: los primeros chispazos de la crisis energética
Desabastecimiento, cortes de luz, tarifazos y más ajuste en el horizonte inmediato.
Seguir
Eduardo Chirillo fue eyectado de Energía.
El gobierno nacional avanzó con el desplazamiento del secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo, en el marco de un avance de la crisis energética, con la previsión de cortes de luz para el verano, el postergamiento de tarifazos que impactarán más temprano que tarde en los bolsillos de los trabajadores y la inflación y problemas para garantizar el abastecimiento energético. Milei intenta cubrirse las espaldas en un área donde se concentran contradicciones explosivas.
La salida de Chirillo fue colocada por varios medios de comunicación en el marco de un interna gubernamental, a instancias de un acuerdo con Mauricio Macri y la designación de María del Carmen Tettamanti, ex directora General de la distribuidora de gas Camuzzi, en su lugar.
Más allá de las especulaciones tenemos que la cartera de energía viene acumulando diversas crisis y problemas sin resolver. El principal de ellos consiste en el desabastecimiento energético y la previsión de cortes de luz programados para un verano donde se esperan altas temperaturas.
La gestión de Chirillo, a instancias del Milei, viene de dar de baja la licitación adjudicada bajo el gobierno de Alberto Fernández para ampliar la capacidad de generación termoeléctrica, además de problemas con cortes de gas en mayo. Ahora se estima que para el verano podría haber un déficit energético de entre un 13% y un 19% (Clarín, 17/10).
Otro de los puntos clave en la crisis del gobierno en energía es la implementación de tarifazos y liberalización de precios en el sector. El gobierno teme que un paso en falso en este sector termine por dinamitar el índice de inflación, además de atizar el rechazo popular con la actual gestión.
En este punto, desde el gobierno vienen postergando audiencias públicas y las actualizaciones tarifarias programadas para aumentar las tarifas de los diferentes componentes que integran la facturación, lo que a su vez agrava el problema del pago de la energía, obligando al Tesoro a seguir desembolsando recursos para pagar la energía que no abonan las distribuidoras, principalmente Edesur y Edenor, las cuales a su vez no invierten ni un peso en la mejora de un servicio en constante colapso.
La tan anunciada Canasta Básica de Energía por la cual el gobierno se compromete a subsidiar solo los montos que excedan el 10% de los ingresos de cada hogar, nunca llegó a ver la luz. Mientras que en el plano de la inscripción para la conservación de los subsidios se estima que 1,4 millones de hogares, actuales beneficiarios, no completaron el trámite, por lo cual el impacto del tarifazo sería catastrófico.
El gobierno teme a las consecuencias de aplicar su política de liberación de precios en el sector energético debido a las implicancias inmediatas: facturas impagables en todos los domicilios y un salto en la inflación y en los precios de toda la cadena de valor. Esto representaría un duro golpe para un gobierno que se ufana de “bajar la inflación”. Además, las distribuidoras no solo no pagan la energía que dispensan sino que vacían la inversión en la red eléctrica, la cual sobrevive a base de emparchamientos sistemáticos.
Toda la política gubernamental adelanta mayor desabastecimiento, cortes de luz, tarifazos y más ajuste en el futuro inmediato: un paquete de medidas antiobreras.
El mismo gobierno que insiste con las auditorías a las organizaciones sociales y universitarias, no audita a las petroleras y patronales energéticas para establecer el costo real de la producción del sector, y garantizar así un acceso de la población a este servicio elemental. Todo lo contrario, se ofrecen garantías excepcionales para las grandes multinacionales, con proyectos como el actual Rigi.
La política energética en manos de un puñado de capitalistas conduce indefectiblemente a una población sin acceso a electricidad, con el vaciamiento de la infraestructura y logística de distribución y precios inalcanzables para un pueblo trabajador hundido en la pobreza. Que se vaya Chirillo, sí, pero que también se vaya Milei y toda su casta de ajustadores.