Políticas
20/1/2022
Corrida cambiaria en medio de una negociación en crisis con el FMI
El Banco Central financia la fuga de capitales.
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El pasado miércoles, el dólar Contado con Liquidación (CCL) escaló un 5,1% ubicándose en $214,95, máxima cifra registrada en seis semanas. De este modo, la brecha con el oficial ascendió a 107,6%, acentuando las presiones sobre el tipo de cambio.
La corrida descripta constituye, en primer lugar, un recurso al cual apela el mercado para exigirle al gobierno que selle cuanto antes un acuerdo con el FMI. El capital financiero, a sabiendas que las negociaciones en Washington se encuentran empantanadas, presiona en función de que el oficialismo acepte a rajatabla los condicionamientos del Fondo, tanto en materia de ajuste fiscal como en el terreno devaluatorio.
Lo anterior desmiente de manera categórica el discurso oficial de que intentarán por todos los medios “arribar al acuerdo más beneficioso posible para el Argentina”, cuando lo cierto es que, lejos de llevar el “toro por las astas”, las capitulaciones del gobierno en este proceso han sido constantes, y, como evidencia la corrida en curso, es la clase capitalista, dueña de los resortes económicos del país, la que tiene la última palabra.
A fin de cuentas, se trata de un gobierno acorralado por su propia política, orientada al rescate de la deuda fraudulenta con el FMI, como parte de un reclamo central de la burguesía, presurosa de refinanciar los altos niveles de deuda privada que ostenta. Así las cosas, durante la gestión de Alberto Fernández se han pagado cada uno de los vencimientos con el organismo, por alrededor de USD 5.000 millones. Gasto que ha representado en 2021, según las propias declaraciones autoincriminatorias de Cristina Kirchner, un 1,1% del PBI, superando al 0,9% desembolsado para hacer frente a la pandemia.
Por otro lado, entre martes y miércoles el Banco Central ha salido a vender USD 110 millones, deteriorando aún más las raquíticas reservas de la entidad. Buena parte de esas divisas tuvieron como destino intentar contener la disparada del dólar financiero que se había suscitado, en pos de mantener a raya el tipo de cambio oficial. Operaciones que ya le han costado al BCRA USD 2.500 millones durante el 2021.
Una vez más, el gobierno se dispuso a financiar sin miramientos la fuga de capitales de aquellos que decidieron desarmar sus inversiones en pesos y pasarse al dólar, profundizando la bancarrota nacional. Cabe destacar que el cepo cambiario se ha mostrado infructuoso a la hora de detener este drenaje de divisas.
En definitiva, la escalada del CCL es una expresión del parasitismo capitalista, donde, en un marco de huelga de inversiones, se corre constantemente el riesgo de que cada peso emitido se vuelque al dólar. Algo que el gobierno busca contrarrestar esterilizando ese dinero circulante mediante la emisión de Leliqs y Pases de BCRA, con lo que se ha constituido una montaña de endeudamiento de características explosivas.
A su vez, el estado de zozobra que genera la propia insolvencia del BCRA, cuyas reservas líquidas son prácticamente nulas -fruto justamente de la fuga de divisas, incluyendo el pago de la deuda- en tiempos donde se avecinan vencimientos hasta marzo por USD 3.000 millones con el FMI, lleva a que los capitalistas busquen dolarizarse, y, de esta forma, cubrirse ante una posible devaluación.
El pacto con el FMI lejos de ponerle fin a esta sangría propone profundizarla, ya que supone el pago de cada uno de los compromisos de deuda, asumiendo además nuevos préstamos en dólares. Esto, en un contexto donde la sequía plantea un límite a la llegada de divisas provenientes de las exportaciones del agro, y, además, la suba de interés de la Reserva Federal norteamericana redundará en un repliegue de capitales desde los países emergentes hacia sus casas matrices.
Se busca perpetuar el mismo esquema de saqueo que prima bajo todos los gobiernos, cuyas consecuencias saltan a la vista. Según un reciente informe publicado por la consultora Ecolatina, la economía del país no crece sostenidamente hace diez años como resultado de esta política.
Necesitamos remediar este desmadre rompiendo definitivamente con el FMI, repudiando la deuda usuraria y frenando la fuga de capitales por medio de la nacionalización bajo control obrero de la banca y el comercio exterior. El único modo de direccionar los recursos del país al desarrollo productivo y a la satisfacción de las necesidades sociales.
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