Políticas

28/12/2022

Cristina en Avellaneda: una ratificación de la autoexclusión

Un discurso autorreferencial de espaldas a los reclamos populares.

Cristina Fernández de Kirchner en Avellaneda.

Cristina Fernández de Kirchner, en un acto en Avellaneda este martes 27, se dedicó a rechazar la interpretación que todos atribuyeron a sus declaraciones del 6 de diciembre diciendo que no iba a ser candidata a nada, que su nombre no iba a aparecer en ninguna boleta. Efectuadas el día que conoció la sentencia en la causa Vialidad que la condenaba a 6 años de prisión y la prohibición de ser funcionaria pública de por vida, los dichos de Cristina en ese momento no dejaban lugar a dudas: no ser candidata en 2023 era su decisión frente al fallo judicial.

La resolución judicial no le impide ser candidata, no está vigente, para eso se requieren varios pasos judiciales, todos los cuales no tienen plazos, y no afectará la presentación para las próximas elecciones. Por lo tanto CFK no puede negar que su decisión es una autoexclusión. Por más que las evidencias de corrupción que envuelven al kirchnerismo sobran la inhabilitación perpetua resuelta por los jueces, cuando la condena es mucho menor, es una arbitrariedad que los habilita a decidir quién puede ser candidato y quién no.

En el curso de su intervención ella terminó ratificando que es así. Se refirió a su decisión de no ser candidata en 2019 pasándole la posta a Alberto Fernández para desarticular un operativo judicial donde iba a ser condenada. Es decir, que la apretada denunciada tuvo sus efectos sin haberse producido. Lo que no dijo en Avellaneda, lo dijo otras veces: ella puso a Alberto porque era más confiable para el establishment, cuando el tema central era la renegociación con los bonistas y sobre todo el acuerdo con el FMI por los 45 mil millones de dólares del préstamo tomado por Macri; y reivindicó el método en el acto de la UOM de Pilar en noviembre pasado.

Según dijo ayer, en el acto de Avellaneda, cuando anunció que no iba a ser candidata a nada en 2023 no fue una reacción temperamental como resultado de la lectura del fallo, sino que era un acto consciente. Cristina trató de vestirlo de una épica contra Magneto y Clarín pero su autoexclusión se asemeja a la del 2019, es el mismo método. En el terreno de las especulaciones, puede considerarse la variante de querer evitar ser la cabeza en una casi segura derrota electoral del oficialismo, por eso emparentó la resolución judicial contra ella con un ataque al peronismo todo. Lo cierto es que su renuncia habilitó a otros, entre ellos a Sergio Massa.

Cristina definió lo que considera un fracaso de la democracia: la decepción de la gente con la política. Obviamente excluyó (y elogió) al kirchnerismo, que estuvo en el gobierno nacional 15 de los 39 años que pasaron, y también de su responsabilidad en la conformación de una suerte de “Estado paralelo” que constituiría el “partido judicial” y las grandes corporaciones. Por eso lejos de convocar y organizar al pueblo contra el “Estado paralelo”, llamó a los militantes a convertirse en mariscales para defender al peronismo que firmó el acuerdo con el FMI que está produciendo un ajuste y un desequilibrio en la vida de millones de argentinos.

Fue un discurso vacío de todo planteo de salida, poblado de chicanas como la de la “agrupación amago y reculo” a la que pertenecería AF que sin embargo con su aval ha ido hasta el final en el reconocimiento de la usuaria deuda pública tanto privada como del FMI. El acto sirvió para bendecir una vez más a Kicillof mientras ella se autoexcluye, o sea un paso más en la perspectiva derrotista nacional y las maniobras para salvar a Buenos Aires del naufragio. El operativo clamor del gobernador sonó a desesperación.

En el discurso de Cristina no estuvieron presentes los intereses que mueven a los trabajadores y el pueblo agobiado por la crisis: el derrumbe de los salarios, el trabajo en negro y precarizado,  la inflación agobiante, el ajuste en salud, educación, obras públicas, etc. La omisión no es casual, es la defensa de un rumbo: el que comanda Sergio Massa. Nada más lejos de las necesidades populares.