Políticas
27/10/2020
Cristina Fernández de Kirchner: ¿unidad nacional con Magnetto?
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La carta que Cristina Fernández de Kirchner hizo conocer a los 10 años del fallecimiento de Néstor Kirchner es motivo de variadas interpretaciones. Fundamentalmente las que pretenden definir si es un apoyo al gobierno de Alberto o un deslinde de responsabilidades sobre el rumbo incierto y el fracaso rotundo de esta nueva experiencia del PJ en el poder.
La lectura de la carta da argumentos para más de una interpretación pero lo realmente de peso es la conclusión de la misma: “sin un acuerdo que abarque al conjunto de los sectores políticos, económicos, mediáticos y sociales de la República Argentina” (citado de la Carta), según ella, sería imposible resolver “el problema de la economía bimonetaria que es, sin dudas, el más grave que tiene nuestro país”, al cual atribuye un carácter estructural. Cuando el gobierno fracasa en todos y cada uno de los planes adoptados para domar el alza del dólar y la evidencia de que la libre disponibilidad de dólares en el Banco Central está literalmente agotada, la propuesta va al centro de los problemas, al que tiene paralizado al país y al gobierno y al peso en fuerte proceso devaluatorio.
Para arribar a esta propuesta CFK no se privó de “pasar algunas facturas” (a propios y ajenos), de sumarse al reclamo “transversal” de cambios en el gabinete, de atacar al gobierno de Macri y alabar los suyos. Muchas de esas cosas fueron dichas con anterioridad, pero con un marcado cambio en el tono. Lo cierto es que CFK decidió hacer algunas interpretaciones novedosas y unas cuantas omisiones interesadas.
Considera que el carácter bimonetario de la economía argentina es un “problema estructural” que se arrastra prácticamente desde el primer gobierno de Perón, lo cual debiera llevarla a concluir en el fracaso de la burguesía nacional en provocar un desarrollo independiente de la Nación y cómo su esencia ha sido el sometimiento al imperialismo, al gran capital, convirtiéndose en su socia y acentuando su carácter parasitario. Resultado de lo cual es la debilidad y volatilidad del peso y las recurrentes crisis que conducen a las demoledoras devaluaciones monetarias. De todas maneras hay que reconocerle un aporte: metió en la bolsa a los gobiernos de todo tipo, a los del PJ, a las dictaduras, a los liberales, es decir, que la responsabilidad de que el país haya sido llevado a la quiebra no es de un gobierno, sino de todo un régimen. Esa conclusión es la que terminarán de sacar los trabajadores ante la necesidad de acabar con el deterioro de sus condiciones de vida e imponer sus reclamos.
A renglón seguido colocó al “tema del dólar” como una cuestión casi cultural que envuelve a todas las clases sociales, asimilando en un interés común a los trabajadores que buscan desesperadamente que sus escasos ingresos no pierdan valor con los que hacen de la especulación contra el peso un negociado.
CFK no busca una interpretación histórica de la economía Argentina, simplemente trata de disfrazar una propuesta reaccionaria. ¿Cómo se puede calificar el silencio frente a los sojeros que no liquidan los dólares a la espera de una devaluación que ellos mismo ayudan a concretar?, ¿o frente a los fugadores seriales de dólares?, ¿o a los Panamá papers del macrismo? ¿O a los evasores a los cuales premiaron con una moratoria y un blanqueo? La ausencia de la denuncia, cuando otras veces abundó en ella para justificar el pago serial de la deuda fraudulenta y de los negociados de sus propios compañeros de ruta, es un acto de encubrimiento para convocar a un gran acuerdo nacional.
Y cuál sería el objetivo supremo de este “imprescindible” acuerdo con las corpos, incluida las mediáticas como Clarín: proceder a desenvolver un ajuste en su medida y armoniosamente, es decir, proceder a una devaluación controlada, con la consecuente liquidación de los ingresos y la propiedad privada de los trabajadores. De esa manera establecer un plan de previsibilidad que cree las condiciones para proceder a un nuevo endeudamiento y recuperar la confianza de los mercados, antes que los mercados provoquen el ajuste por la propia, sin todas las condiciones políticas para poder impedir que esto termine llevándose puesto al gobierno, y Argentina se sume a la ola de levantamientos populares que recorren el mundo pero particularmente a América desde EE.UU. a Chile. Es decir, en esencia se trata de un acuerdo contra el pueblo trabajador para preservar los intereses de los buitres, los bancos, los Rocca, los Magnetto, etc. Justamente su “respaldado” Presidente acaba de reunirse con Coto, Bulgheroni y Paolo Rocca, tal vez ya siguiendo su libreto de la unidad nacional a partir de ellos.
¿Será por eso que una enemiga acérrima de Cristina, Elisa Carrió, decidió no referirse a la carta porque se trata de la “carta de una viuda”(¡¿?!) y de un plumazo haya recomendado votar a Daniel Rafecas, propuesto por el gobierno, como procurador general (jefe de los fiscales), superando una de las principales causas de la llamada “crisis judicial”? ¿Será por eso que otro archienemigo como el exsenador Miguel Ángel Pichetto haya alabado las dotes componedoras de Monzó y criticado a Mauricio Macri?
De todas maneras, la crisis argentina, en el contexto de la crisis capitalista mundial, ha llegado muy lejos. La carta conoció la luz en otro “lunes negro” que da cuenta de la depresión planetaria y los choques entre monopolios y Estados. Habría que recordar a aquel ministro de Economía de Raúl Alfonsín que creyó había encontrado una vía para impedir una salida anticipada de su presidente del gobierno y tuvo que reconocer que “les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”. Veremos la respuesta que recoge Cristina.
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