Políticas
20/9/2021
Crisis política
De la “unidad” peronista a la derrota electoral y la pejotización de Kicillof
Los despidos en el gabinete bonaerense.
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Una semana después de haber perdido veinte puntos con respecto a la elección de 2019, y de ser derrotado en siete de las ocho secciones electorales, el gobernador Axel Kicillof oficializó la “reestructuración” del gabinete bonaerense. Previamente hizo un viaje rasante al Calafate para dejar en claro que los despidos y relevos cuentan con el visto bueno de Cristina Kirchner. Entre los relevados está el alter ego de Kicillof y ahora exjefe de gabinete, Carlos Bianco.
En estos días transcurridos, el silencio de Axel Kicillof contrastó con la “autoconvocatoria” de los intendentes de la primera y tercera sección, las grandes jurisdicciones del conurbano, que exigieron tener peso directo en el gabinete. Como informamos en Prensa Obrera, los jefes comunales que fueron en tropel a La Plata, pasaron factura a La Cámpora por la derrota en las Paso, a Cristina por el control de la “lapicera electoral”, y a Máximo por haberlos abandonado a su suerte bloqueando la reforma de la ley provincial que inhabilita a la mayoría de los “barones” para una nueva reelección en el 2023.
La “liga de los intendentes”
La crisis con los intendentes, que todavía tiene mucha tela para cortar, confirma la precariedad de la “unidad” del peronismo bonaerense perforada por la catástrofe social, económica y sanitaria, con un 50% de la población en la pobreza y una franja grande en la indigencia. De conjunto, y en sintonía con los cambios a nivel nacional, el “nuevo” gabinete bonaerense representa una mayor pejotización y retroceso de un kirchnerismo golpeado que ya había tenido que resignar la asunción de Máximo Kirchner como jefe del PJ provincial hasta después de las elecciones generales. Ahora todo es barajar y dar de nuevo.
Bajo presión de los alcaldes y del PJ, Kicillof empezó a lotear el gabinete reculando ante los intendentes que exigen libertad de acción, convencidos que noviembre sellará otra derrota electoral. En pocas palabras, van a promover el corte de boleta, que ya estuvo presente el 12 de setiembre. Urgido por la crisis, el gobiernador pasó de un bonapartismo en tiempos de default a una sociedad por acciones, en la que el kirchnerismo va perdiendo la “acción de oro” de “la jefa”. En la madre de las batallas domina el inmovilismo y el empantanamiento.
Retroceso de Kicillof
Es significativo que la primera cabeza en rodar haya sido la del jefe de gabinete, Carlos Bianco, un “intocable” amigo personal del gobernador. El telegrama de despido para Bianco vino colacionado por los intendentes que exigieron su renuncia para golpear la línea de flotación del kicillofismo cristinista. Su reemplazante, el siempre sinuoso Martín Insaurralde -con declaradas pretensiones de disputar la gobernación en el 2023- es el punto de contacto entre Sergio Massa y Máximo Kirchner. Insaurralde, un “ganador” del domingo negro para el Frente de Todos perdió votos en su distrito de Lomas de Zamora, donde el Frente de Izquierda Unidad duplicó su votación y superó los seis puntos porcentuales. pejotistas y massistas están facturando la fallida nominación de la ignota y fracasada “Victoria” Tolosa Paz quien desapareció literalmente de la escena.
Al frente de Infraestructura y Servicios Públicos fue designado Leonardo Nardini, hasta ayer intendente de Malvinas Argentinas. Nardini sustituye a Agustín Simone sindicado por los jefes comunales como uno de los responsables políticos del desastre electoral. Tras asumir como intendente en el 2016, Nardini fue nombrado secretario de Juventud del PJ nacional y cuarto vicepresidente del Partido Justicialista en una lista de unidad con Scioli, Antonio Caló y encabezada por José Luis Gioja. El raje de Simone dice mucho del fracaso de Kicillof, quien se la pasó anunciando mega obras públicas que nunca llegaron, y ni siquiera empezaron. Desde Prensa Obrera denunciamos los límites insalvables marcados por un presupuesto de ajuste bajo la auditoría del FMI y de los bonistas buitres. Detrás del reclamo por las “obras e infraestructura” está la desesperación de los intendentes por salvar la ropa, pero también la puja para asegurarse la participación directa en los negociados de la “patria contratista”.
Esta “baronización” del gabinete incluye el retorno de Cristina Álvarez Rodríguez al ministerio de Gobierno de la provincia de Buenos Aires. La sobrina nieta de Evita vuelve al cargo que ocupara en el segundo mandato de Daniel Scioli; mujer del PJ bonaerense y de “diálogo fluido con los intendentes”, Álvarez Rodríguez fue una encarnizada enemiga de la huelga docente de 2014, en tándem con el entonces vicegobernador Gabriel Mariotto quien pedía la reglamentación del derecho de huelga. La designación de la exministra sciolista es un guiño antisindical a los bonistas y a todos los ajustadores, y un llamado de atención para la docencia a quien Álvarez Rodríguez le exigía “negociar con los chicos en las aulas” para quebrar el paro. Nada se puede esperar de las burocracias sindicales que fungen como “ministerio” de la entrega de las conquistas docentes y la precarización laboral de los trabajadores.
Crisis política en proceso
Entre las pocas declaraciones posteriores a las elecciones, Kicillof sí se preocupó por reafirmar la continuidad de Sergio Berni al frente del ministerio de “Seguridad”. Ni lerdo ni perezoso, Berni retomó su campaña personal con un video donde afirma estar condenado a muerte por el narcotráfico. La “contención” de Berni en el gabinete, para evitar que salte el charco apoyándose en la maldita Bonaerense, entra en colisión con las aspiraciones políticas y territoriales de Martín Insaurralde. Kicillof captó el mensaje de Sergio Berni, quien en pose víctima amenaza con tirarle por la cabeza la guerra de bandas narco en el conurbano si deciden mandarlo al bombo; ya que además el gobernador necesita del ministro cuartelero para reprimir la protesta social en tiempos de ajustes tormentosos.
Quien provisoriamente parece haber zafado del despido es la Directora General de Cultura y Escuelas (DGCyE) Agustina Ávila, de quien se decía que tenía los días contados. Todo indica que Kicillof no ha querido despedirla en caliente, en medio de la enorme lucha de los trabajadores de la DGCyE contra los recortes salariales y de denuncia de la extensión de la jornada de trabajo (reforma laboral). La contraofensiva de los intendentes contra La Cámpora, en yunta con la CGT, frenó la asunción de Florencia Saintout a quienes los medios daban como reemplazante de Ávila.
Entre los sobrevivientes del gabinete está Pablo López, el “Martín Guzmán” de Kicillof en la ruinosa negociación con el comité de acreedores. Anunciado el cierre del canje de deuda externa antes de las Paso –y sin que se conozca todavía la letra chica del acuerdo por las garantías de confidencialidad- el gobierno provincial tiene que empezar a pagar los intereses devengados. Con el descalabro a cuestas, vuelven las presiones de los bonistas. que ya se aseguraron la eliminación de toda quita de capital y la revalorización en un 60% de los títulos en default, entre otros beneficios. El “canje” ha quedado más que nunca pegado a la sanción del Presupuesto 2022 cuya garantía de pago (ajuste) será negociado con Juntos por el Cambio en la Legislatura. Coincidente en el tiempo, los intendentes cambiemitas presionarán en plena campaña electoral por nuevas partidas para sus municipios.
Un dato de la crisis política son las amenazas de ruptura con el Frente de Todos de Ariel Sujarchuk, el intendente del PJ de Escobar, quien desestimó reunirse con Kicillof y se acercó a Diego Santilli -en una versión de Miguel Ángel Pichetto en puerta. Escobar fue paradójicamente uno de los distritos donde el Frente de Todos hizo gala de “unidad” con la presencia de Alberto Fernández, Cristina, Massa, Kicillof y el propio intendente en tránsito. La pejotización del gobierno bonaerense, y también éxodos como el Sujarchuk hacia Cambiemos acompañan la derechización mayor de todo el peronismo.
Voto al FIT Unidad e independencia política
Para el Frente de Izquierda Unidad el crecimiento electoral, especialmente en el conurbano profundo, está unido a la lucha política y delimitación con el peronismo fondomonetarista de los Fernández, pero también a una experiencia de lucha obrera y popular contra el nacionalismo burgués ajustador. La convocatoria a un congreso del Frente de Izquierda como reagrupamiento político de todos los luchadores es una necesidad que se impone por la magnitud de la crisis política y la situación desesperante de las masas que buscan una salida a esta catástrofe. La pelea por el voto al FIT Unidad es la disputa socialista por la conciencia de los explotados, por su organización e independencia política frente a los capitalistas, y por el fortalecimiento del Partido Obrero y el Polo Obrero .
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