Políticas

2/10/2023

¿Derecho al futuro?

El “yate gate” de Insaurralde golpea de lleno a Kicillof.

Kicillof e Insaurralde.

Luego del primer debate presidencial, y a tres semanas de las elecciones presidenciales, el “yate-gate”, que involucra al ahora exjefe de ministros de Kicillof, agrava la crisis del peronismo. Conocidas las fotos de Martín Insaurralde navegando por las costas del Mediterráneo en un yate de lujo cuyo costo de alquiler asciende a no menos de ocho mil euros diarios y sus regalos millonarios a la modelo Sofía Clerici, el gobernador bonaerense consultó con Massa y con Cristina Kirchner antes de “aceptarle” la renuncia a su ministro.

Este segundo escándalo, que tiene a Insaurralde y a su equipo como protagonistas, muestra la descomposición política del oficialismo y de todos los partidos capitalistas que operan en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires. “Chocolate” Rigau, puntero del PJ bonaerense, era el encargado (o uno de los encargados ) de cobrar las tarjetas de empleados de la Cámara de Diputados en un armado de financiamiento y recaudación paralelo. El silencio de los bloques patronales ante el “choco-gate” denunciado por Guillermo Kane, diputado del Partido Obrero en el Frente de Izquierda Unidad, da cuenta de un “modus operandi” habitual. Vale aquí aquello de que entre bueyes no hay cornadas y sí una cadena de complicidades.

Que se trata de un terremoto cuyo impacto electoral recién comienza lo confirma el hecho de que Axel Kicillof procedió a echarlo a Insaurralde y trascartón a disolver la Jefatura de Gabinete y a toda su nómina, que tenía un presupuesto que ascendía a 30.088.551.000 pesos. La disolución de la estructura ministerial pretende limitar el nicho de corrupción oficial a la jefatura de ministros que comandaba Insaurralde; un operativo despegue, que es también una forma de preservar a su gobierno y a su gabinete. Según trascendió, Kicillof no reemplazaría a Insaurralde para reafirmar su “liderazgo” en el último tramo de la campaña electoral que tendrá al “yate-gate” como una referencia permanente.

Como se señaló, Martín Insaurralde accedió a este puesto clave en el gabinete de Kicillof después de la derrota del peronismo bonaerense en las Paso del 2021 y por indicación directa de Cristina Fernández de Kirchner para tenderle puentes a los barones del conurbano y al PJ provincial. A este entongue con el aparato pejotista, el kirchnerismo lo llamó “darle volumen” al gobierno provincial, cuando entonces Insaurralde aparecía capitaneando la “liga de intendentes” del peronismo y aspiraba por esa vía a catapultarse como candidato a gobernador en detrimento de Kicillof. Simultáneamente, la llegada de Insaurralde a la jefatura de ministros operaba como un rescate de Máximo Kirchner, quien había manejado la lapicera electoral en las Paso de ese año. Hasta el día de hoy, el líder de la Cámpora rivaliza con Kicillof en la disputa territorial.

Es por además absurdo pretender que el lujoso viaje de Insaurralde a Marbella fuese desconocido tanto por Kicillof como por el kirchnerismo, que lo entronizó al frente del gabinete provincial. Ningún funcionario de primera línea se ausenta del país sin informar a sus superiores o de incógnito. Las especulaciones que hablan de un “carpetazo” o de “fuego amigo” no anulan las complicidades que rodean al affaire Insaurralde, y que ahora han estallado confirmando que el peronismo es un cuerpo putrefacto funcional a la derecha. Sin dar mayores explicaciones por el escándalo de un –hasta ayer– jefe de ministros que declaraba no tener euros ni dólares en su cuenta, Axel Kicillof dijo que lo sucedido deberá ser aclarado en los “ámbitos correspondientes”, como si Martín Insaurralde no fuese un peso pesado de su gobierno. Curándose en salud replicó que no le corresponde hacer un “marketing electoral de honestidad”.

Aunque el gobernador aprovechó la volteada para sacarse de encima al “ministro interventor” que le enchufó el kirchnerismo, los términos cautelosos que dieron lugar a la aceptación de la renuncia evidencian el rol clave que jugaba Martín Insaurralde en el gobierno y en la Legislatura. Su mano derecha, Federico Otermín, es el jefe de la bancada de Diputados en la Legislatura y como tal el operador directo de todos los enjuagues del peronismo con Juntos por el Cambio para aprobar el presupuesto bonaerense. El coletazo del escándalo llega a Lomas de Zamora, uno de los municipios con mayor cantidad de habitantes (votantes), y sacude a Otermín, quien encabeza la lista municipal como candidato a intendente junto a Insaurralde, que va como candidato a primer concejal. Para Federico Otermín, este es también el segundo sacudón porque los cobros paralelos de Rigau lo comprometen directamente.

El despido de Insaurralde se produce además cuando escala el conflicto entre Máximo Kirchner y Axel Kicillof. Es conocido el reproche del hijo de la vicepresidenta al gobernador, quien propuso “tocar otra musiquita”, o sea, distanciarse de la hegemonía del kichnerismo. Kicillof quiere acentuar su perfil de administrador y hombre de orden (potable para la burguesía), como quedó claro con su anuncio de descontar los paros docentes en línea con el “se acabó la joda de los paros” proferido por Sergio Massa. En un reciente acto y flanqueado por Sergio Berni, el gobernador se dedicó a lisonjear a la Bonaerense como “servidora pública de la comunidad”, mientras convocaba a la reconciliación de la población con la maldita policía.

Si bien Máximo Kirchner participó del acto que se hizo en Ensenada y que tuvo como oradores a Sergio Massa y a Kicillof y al intendente Mario Secco como presentador, la presencia de La Cámpora fue deliberadamente raquítica y a cuentagotas después de que Máximo, presidente formal del PJ provincial, fuese marginado de la organización del acto y de la propia foto. La posibilidad de una derrota de Unión por la Patria o de una nuevo caída en votos de Kicillof acentúa la interna en la provincia de Buenos Aires.

Kicillof y Máximo Kirchner se culpan mutuamente por este cisne negro. Acto seguido, y con un propósito claramente encubridor, el oficialismo vuelve con la cantinela de que estas denuncias le hacen el juego a la derecha. El despilfarro obsceno de Martín Insaurralde y los hechos de corrupción y complicidades que tienen paralizada a la Legislatura contrastan con los más de 18 millones de pobres que registraron las propias estadísticas oficiales, las que sin embargo no miden todavía el impacto sobre los precios de la devaluación de Massa. En el conurbano, la situación es gravísima: un 47% de la población bonaerense no alcanza la canasta básica. Una verdadera bomba de tiempo.

La campaña electoral va a estar atravesada por este incremento monstruoso de la miseria, una caída de los ingresos populares y por el desprestigio cada vez más brutal de los políticos capitalistas que gobiernan. Definitivamente no se puede combatir a los Milei-Píparo y a los Bullrich-Grindetti sin desenmascarar y enfrentar al peronismo de los Massa y los Kicillof, que le hacen el caldo gordo. Reforcemos la campaña por el voto al Frente de Izquierda Unidad con una gran agitación contra este régimen hambreador y podrido hasta los tuétanos, y apuntalando la organización de los trabajadores contra el plan de guerra, ajuste y ofensiva de la derecha.

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