Políticas
27/10/2020
Presupuesto 2021
Diputados dio media sanción al Presupuesto 2021 del FMI
Ni para crecer, ni para terminar con la miseria, ni para resolver el problema de la vivienda.
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El gobierno está apurado para que se apruebe su proyecto de Presupuesto 2021, ya que es un requisito del FMI para continuar con la renegociación de la deuda externa.
Hay en marcha una campaña para que el gobierno redefina su proyecto avanzando en un mayor ajuste, que reduzca el déficit fiscal proyectado del 6%, y también, la forma de financiarlo. El proyecto presupuestario de Alberto Fernández y Martín Guzmán propone cubrirlo en un 60% con emisión monetaria y el otro 40% con nuevo endeudamiento.
Para mostrar que cumplirá con esta segunda parte, el gobierno ya está organizando un festival de nuevos bonos de deuda, de todo color y pelaje. Anunció una licitación para cambiar bonos en pesos por otros en moneda norteamericana por 750 millones de dólares. A esto se sumaría otra Letra ajustada por CER para diciembre y una Letra a tasa fija a diciembre. También un bono CER a 2021, y un bono que paga tasa Badlar a 2021. ¿Y dicen que nos están desendeudando? Vemos el proceso inverso.
El planteo del FMI es disminuir la desenfrenada emisión monetaria, ya que toma en cuenta que estamos al borde de la hiperinflación. Entre los pases pasivos y las Leliq llevan acumulados una masa superior a los dos billones de pesos, un gigantesco déficit cuasi fiscal que no figura directamente en el presupuesto nacional y que se financia con impresión de billetes por el Banco Central.
Si el gobierno avanza por este camino de cubrir el déficit mediante deuda no tendrá los fondos para financiar sus propias estimaciones en el proyecto de duplicar la obra pública el año que viene (lo cual es mínimo, dado la fuerte recesión y el retroceso de la misma). Tendría que intentarlo entonces con un mayor endeudamiento pedido a los organismos internacionales de crédito. Así Alberto Fernández, después de haber jurado que no usaría el tramo pendiente del crédito de 54.000 millones de dólares que tomó Macri del FMI, está discutiendo que se lo habiliten. Como en la fase final de Cristina Kirchner y del gobierno de Macri, Fernández no tiene fondos para la obra pública.
El gobierno dice que este es un presupuesto para que la Argentina reinicie el crecimiento económico. Es falso a todas luces. Es en realidad un presupuesto para obtener los dólares que permitan cumplir con el pago de la deuda pública al capital financiero, y pretende ser consistente con el programa de “convergencia fiscal y monetaria” que negocia el ministro Guzmán con el FMI, lo que implica un ajuste en regla contra las masas, la salud, la educación, las provincias y en primer lugar contra los jubilados.
Esto nos lleva a un importante problema estructural. ¿Por qué el gobierno no tiene dólares? El proyecto de presupuesto nos habla de un superávit comercial del orden de los 15.000 millones de dólares. ¿Dónde están? Se fugan al exterior, a paraísos fiscales; incluso hay en el país 200.000 millones de dólares fuera del sistema bancario y productivo para evadir impuestos, pedir subsidios y realizar todo tipo de negociados. Detrás de la fuga de capitales, se va también una parte de la clase capitalista (Galperín, Grobocopatel), dejando al frente de sus empresas a CEOs testaferros.
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El presupuesto es totalmente fantasioso. El gobierno se ha quedado prácticamente sin reservas internacionales para financiar el elemental comercio de importación. Esto solo lo puede resolver -en términos capitalistas-, parcial y circunstancialmente, mediante un nuevo endeudamiento con el FMI, la venta de los lingotes de oro que hay en las bóvedas del Banco Central, o por la activación del swap con China. Pero si el gobierno procede a canjear los yuanes chinos por dólares, para enfrentar la corrida cambiaria, pasaría a pagar un interés astronómico de alrededor del 7% -además de concesiones comerciales y de inversión al gigante asiático. A pesar de ello, Alberto Fernández ha anunciado que va a canjear yuanes por un valor de 2.000 millones de dólares
El ajuste contra el pueblo trabajador está en marcha, y se va a profundizar. En primer término contra los jubilados, que son la gran variable de ajuste y han perdido entre el 6 y el 15% de sus ingresos reales este año. La caja jubilatoria de la Anses está siendo super saqueada para cubrir agujeros fiscales y subsidiar a las patronales. Las exenciones al pago de los aportes patronales a la previsión social es moneda corriente en todas las “promociones” a las empresas incluidas en el presupuesto. Por supuesto que no hay ninguna previsión de terminar con el trabajo en negro, que produce al mismo tiempo una evasión de 450.000 millones de pesos.
Del mismo modo pasa con la salud y la educación pública. El presupuesto para las universidades nacionales se ha reducido en un 25%. Ante las protestas se informó un aumento de 4.000 millones de pesos, equivalente a un 2%, lo cual es insuficiente y encima su distribución queda a discreción del jefe de gabinete. En materia de seguridad social se elimina desde fin de año el IFE .
Mientras los gastos sociales se reducen, aumenta el presupuesto para reequipamiento de las Fuerzas Armadas. ¿Qué hipótesis de guerra tiene el gobierno? ¿Contra las protestas del pueblo trabajador?
El llamado Gasto Tributario (impuestos que el Estado deja de cobrar por diversas exenciones a los capitalistas) se incrementa en casi un 40% -contra una inflación pronosticada en el presupuesto del 29%- pasando de 714.735 millones de pesos en 2020 a 995.798 millones en 2021. Un incremento de 281.063 millones.
Los subsidios a los capitalistas se multiplican. A la promoción de los biocombustibles se destinan 16.904 millones, que después tendrán que pagar los trabajadores en nuevos naftazos. Los subsidios al transporte eran de 182.173 millones de pesos, un 0,5 % del PIB (un incremento en términos reales de 1,3%) pero ante la protesta de las patronales del interior el gobierno sumó 7.000 millones más.
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Al sector eléctrico se transferirán 446.579 millones de pesos, un crecimiento real del 4%. En el subsidio a la oferta de gas natural habrá un incremento en términos reales del 5,3 %, por la creación del Plan Gas que contempla un precio por millón de BTU de 3,70 dólares cuando en el mercado mundial se cotiza a 2 dólares: ¡85% de subsidio! Según estimaciones el costo fiscal directo sería de 1.491 millones de dólares, el doble de lo consignado en el presupuesto. Las tarifas de luz y gas subirán entre el 25 y el 60% a partir de fin de año.
Los impuestos que más aumentan son los que pagan los trabajadores. El que más creció es el impuesto patriótico (País) a aquellos que todavía están habilitados a comprar 200 dólares por mes, mientras ceden frente a la especulación de los bancos y las cerealeras, como con la disminución de las retenciones a las exportaciones agropecuarias para incentivar a que vendan las millones de toneladas que tienen retenidas a la espera de una devaluación.
“El salario no es ganancia”, decía –y dice- el reclamo de los trabajadores para exigir que se anule ese impuesto sobre sus haberes. Pero en lugar de ser eliminado este impuesto sube, producto de que el índice de actualización del mínimo no imponible se rige por los salarios congelados del Ripte y no por el costo de vida del Indec. Por lo tanto, muchos más trabajadores empezarán a pagar Ganancias a pesar de ganar menos, y aumentará el pago del impuesto sobre el salario neto del trabajador pasando del 3,3% en 2019 al 5,5% en 2020.
Para colmo, que el gobierno no ha puesto a votación el “aporte solidario” por única vez de los ricos. Cada día que pasa se enflaquece más.
El Partido Obrero y el Frente de Izquierda denuncian que se trata de un presupuesto armado con el FMI, de ajuste contra el pueblo trabajador.
¡Abajo el régimen de hambre y saqueo de los que vienen gobernando en las últimas décadas! Vamos por una alternativa obrera y socialista, partiendo de no pagar la deuda externa, restituir los aportes patronales a las cajas de previsión social, terminar con los subsidios a las gasíferas; aumentar los salarios, jubilaciones y subsidios a la desocupación equivalentes la canasta familiar; aumentar el presupuesto de educación y salud; fijar impuestos progresivos a las grandes fortunas; nacionalizar las empresas de servicios públicos que esquilman al país, el comercio exterior y el sistema bancario. Esta es la salida de los trabajadores a la crisis, en la antípodas de este Presupuesto.
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