Sergio Massa, mediante la publicación del decreto 549/2023, puso en marcha un dólar diferencial para todo el complejo exportador, el cual permitirá liquidar el 30% de las divisas obtenidas con las ventas al exterior al contado con liquidación (CCL), durante los próximos 30 días. De esta forma, y en plena escalada inflacionaria, el ministro de Economía continúa impulsando una devaluación en cuotas para generar ingresos de divisas y así llegar al ballotage, lo que impactará en el precio de los alimentos que pagan los laburantes.

Así los exportadores recibirán en promedio $550 por dólar, cuando el tipo de cambio oficial minorista se ubica alrededor de los $367. Hay que tener en cuenta además que las patronales sojeras están importando gran parte de los granos, que se paga a precio de dólar oficial, por lo que terminarán haciendo un negocio redondo con la brecha cambiaria.

Estos desdoblamientos cambiarios son en definitiva una devaluación en tandas que busca aproximarse al salto cambiario que exige el FMI, como los ya ofrecidos por el oficialismo a las petroleras y a las mineras, por ejemplo, cuyo ingreso de divisas no revirtió el rojo de reservas, al contrario fue destinado a la fuga de capitales y a financiar la corrida cambiaria. Sin ir más lejos, el saldo negativo del BCRA en lo que va del año es de -U$S 1.766 millones y las reservas líquidas ostentan un rojo de -U$S 14.100 millones. En lugar de detener esa sangría, el oficialismo apela a parches cuyas consecuencias son muy negativas para la economía del país y el bolsillo popular, como otorgar numerosos beneficios cambiarios a los capitalistas y tomar nueva deuda externa.

En paralelo, las familias trabajadoras, que destinan la mayor parte de sus ingresos al consumo de alimentos, ya ven pulverizados sus salarios por una inflación que supera el 12% mensual y la corrida cambiaria. Ahora, este nuevo desdoblamiento impulsado por el gobierno agravará el cuadro, en tanto constituye una devaluación que se trasladará nuevamente a los precios de los alimentos. A esto se suma la enorme emisión que implica la medida, lo que también contribuye al incremento de precios, y la eliminación de retenciones a las exportaciones agroindustriales provenientes de las economías regionales, lo que viabiliza la intención de las patronales por trasladar los precios internacionales al mercado interno.

Lo mismo pasa con los combustibles. El gobierno amplió el cupo de exportación de las petroleras e incentivó las ventas al exterior con estas ventajas cambiarias, lo cual refuerza la presión por equiparar los precios locales con los internacionales -sin relación alguna con los costos de producción, cuya información es “secreto industrial”. Sin ir más lejos, la propia YPF acaba de aumentar los precios de las naftas, por fuera del acuerdo de revisión pactado entre Massa y las petroleras. Es una muestra de cómo efectivamente los beneficios a los exportadores presionan sobre los precios y el abastecimiento.

Como vemos, para llegar al ballotage, con dólares para pagar deuda y financiar la corrida para contener las cotizaciones paralelas, Massa está agravando el descontrol inflacionario que sufrimos los trabajadores y premiando el saqueo capitalista. Agita el fantasma de la confiscatoria dolarización que promueve Milei, mientras aplica un desdoblamiento cambiario a medida del gran capital. Solo la lucha por el salario y por trabajo va a contrarrestar este golpe a los ingresos de la población.

Para salir del pozo necesitamos cortar todas las vertientes de la fuga, nacionalizando bajo control obrero el sistema financiero y el comercio exterior, repudiando la deuda usuraria y rompiendo con el FMI. Solo así podremos preservar el ahorro nacional y destinarlo al desarrollo productivo y a resolver las acuciantes necesidades populares.

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