Políticas
29/4/2023
El 1° de Mayo, la libertad y el capitalismo
Sobre algunas discusiones actuales, aprovechando el Día Internacional de les Trabajadores.
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De la lucha por las ocho horas de trabajo a la lucha por gobiernos de trabajadores.
Este 1° de Mayo encuentra a la Argentina en una situación crítica, de corrida cambiaria y estampida inflacionaria, y cruzada por discusiones políticas y fuertes pujas que definirán qué es lo que viene. Dentro de ello, Milei y los llamados libertarios se jactan de representar el avance de la libertad, contra la insoportable situación actual. Pero resulta que en esta sociedad dividida en clases sus planteos, en realidad, solamente implicarían un avance en la libertad de los empresarios de sobreexplotar a sus trabajadores, y del Estado para confiscar al pueblo. Clarifiquemos algunas de estas cuestiones aprovechando el Día Internacional de les Trabajadores.
La historia de los mártires de Chicago y la lucha por la jornada laboral de ocho horas es bastante conocida. Los líderes de aquellas huelgas que buscaban poner un límite al tiempo que pasaban trabajando para otro fueron sentenciados a pena de muerte, en el país que se supone como el emblema del liberalismo. Es ilustrativo. Los que dicen que el capitalismo es el reino de la libertad tienen acá un contraejemplo: si ya la necesidad de trabajar para satisfacer las necesidades vitales, la compulsión puramente económica, solo muy arbitrariamente puede pensarse como libre elección de trabajo; en este caso vemos que el capital y sus Estados no toleran la libre decisión de los laburantes de abstenerse de seguir vendiendo su fuerza de trabajo en condiciones y a un precio que no les cierra. En la represión a las huelgas obreras y el ataque a la organización sindical sale a la luz el carácter real del empleo en la sociedad capitalista, como trabajo forzado.
Cuando los políticos capitalistas embisten contra el derecho del pueblo trabajador a organizarse, a contar con sindicatos que representen sus intereses, a reclamar lo que les corresponde, cuando criminalizan las huelgas y las movilizaciones, expresan la intolerancia a la libertad de cada laburante de, al menos, incidir en las condiciones en que es explotado. Esto porque la clase obrera, al no tener la capacidad económica (capital) de trabajar para sí misma, al no tener para vender más que su capacidad de trabajar, solo puede nivelar esa desigualdad con los métodos de la negociación colectiva. Señalemos que la defensa de las condiciones más despóticas en los lugares de trabajo no es potestad exclusiva de quienes -contradictoriamente- se autodenominan libertarios y de la derecha Juntos por el Cambio, sino también del peronismo en el gobierno, como revelan sus ataques directos a la gran huelga del Sutna del año pasado o a las masivas acciones piqueteras que recorren todo el país.
El ejemplo de los mártires de Chicago, es decir de la lucha por reducir la jornada laboral, es sintomática de la lucha por la libertad. Para todo aquel que trabaja contratado para otro, la libertad empieza cuando termina el horario de laburo; es a partir de ahí cuando empieza a disponer de su tiempo -aunque lógicamente solo en parte, ya que entonces hay que encargarse de satisfacer todas las necesidades elementales, lo cual vale especialmente para las mujeres que cargan con las tareas domésticas.
Es una tendencia objetiva del capitalismo la de emplear la tecnología -que permite incrementar la productividad del trabajo- no para reducir el tiempo de explotación de los trabajadores, sino para alargar la jornada y degradar las condiciones laborales; es usada contra el propio trabajador, en lugar de ir liberando progresivamente la carga del trabajo social. Más aún, es solamente por eso que los capitalistas incorporan adelantos técnicos, para incrementar su rentabilidad. Solo los socialistas pelean por una libertad real, porque únicamente cuando estén cubiertas las cuestiones vitales elementales y quede un resto de tiempo al finalizar el día laboral, las personas podrán dedicarse a desarrollarse personal y socialmente, a desenvolver plenamente su individualidad en el marco de la socialización de las tareas necesarias. En el socialismo el desarrollo de la productividad traerá como contrapartida aminorar la carga del trabajo necesario u obligado por la necesidad, y es únicamente entonces donde empieza el reino de la libertad.
Podemos reflexionar en torno a un ángulo más, que tiene que ver con la defensa de la propiedad privada y la crítica moral con la que Milei se indigna tanto en televisión acerca del robo del Estado a la población. Él condena explícitamente unos robos mientras avala otros. Critica la emisión monetaria como una estafa a la población, pero nunca lo escuchamos defender las jubilaciones del verdadero robo que significa rebajar los haberes de quienes aportaron durante toda una vida de trabajo. Por el contrario, promete caer con todo el peso de la fuerza del Estado contra quienes, como en diciembre de 2017, defiendan en la calle el derecho a no morirse de hambre cuando la edad ya no permita seguir trabajando. La libertad de retirarse al llegar a adultos mayores fue conquistada y será defendida con los métodos de lucha que, como aquel 1°de mayo, hoy quieren criminalizar.
Incluso, Milei se ocupa de ocultar que, si emitir pesos es robar, los beneficiarios de ello no son principalmente “los políticos” sino los bancos, que cobran un billón de pesos al mes en intereses usurarios solo por dejar la plata -de los ahorristas- quieta en el Banco Central (o sea, colocada en Leliq). De ahí sale buena parte de la guita que protagoniza la corrida al dólar por estos días. Pero el presunto libertario postula como salida una dolarización que rescate a la banca, que está metida hasta el cuello en hacer negocios con la deuda pública -y por lo tanto expuesta a las consecuencias de un quebranto estatal-, mientras que probablemente confisque a los depositantes. Es lo que hizo en sus inicios el menemismo para implantar la convertibilidad que tanto reivindica Milei, con el Plan Bonex que estafó a toda la población que tenía ahorros en el sistema bancario. De nuevo, para estos libertarios no hay más libertad que la de hacer negocios a costa de los trabajadores.
Último. El 1° de mayo es la única conmemoración realmente mundial. Supera todas las fronteras y las barreras del lenguaje. ¿Por qué? Porque la clase obrera es la única clase verdaderamente universal y directamente social; solo puede trabajar en el marco de una división social del trabajo y la producción, y eso vale para todo el globo. Por eso los socialistas luchamos por gobiernos de trabajadores, de aquellos que en términos históricos no tienen ningún interés particular sino que encarnan la fuerza colectiva que hace funcionar los medios sociales de producción e intercambio. La propiedad socializada es en realidad la única que puede garantizar que unos no deban esclavizarse para otros, que un puñado de propietarios no siga apropiándose de la riqueza social generada por los no propietarios que trabajan.
La lucha contra los políticos capitalistas es, en Argentina y el mundo, una lucha por la libertad de las mayorías. Una libertad que solo puede empezar ahí donde termina el reino de la necesidad. La defensa del derecho a huelga y a organización, banderas internacionalistas del 1° de mayo, es para los socialistas no solo una cuestión de principios sino también una base para avanzar hacia una verdadera sociedad, que libere las potencias humanas de las restricciones del hambre y la explotación. Y ello requiere que los trabajadores nos organicemos políticamente, para gobernar. Nada menos que con esa perspectiva, el Partido Obrero y el Frente de Izquierda colmarán la Plaza de Mayo y los principales centros de todo el país.
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