Frente al desarme de posiciones en títulos del Tesoro atados a la inflación (bonos CER) que vienen protagonizando los bancos y los fondos de inversión en los últimos días, el Banco Central analiza subir nuevamente las tasas de interés en función de desalentar la corrida hacia el dólar. Esta medida agravará el peso de la deuda nominada en moneda local, potenciando futuras corridas. Al mismo tiempo, lo ocurrido evidencia que la presión devaluatoria ha pegado un salto.

Como hemos señalado, la venta masiva de bonos CER refleja, por un lado, la incertidumbre de los acreedores en torno a una posible reestructuración debido a la magnitud de los vencimientos que se avecinan. Pero además, tiene la finalidad de presionar por mayores tasas y plazos más cortos en las próximas licitaciones; concesiones que el gobierno está obligado a otorgar puesto que el mercado de deuda en pesos es su principal fuente de financiamiento, más aún luego de las restricciones a la emisión monetaria impuestas por el FMI. Finalmente, con el rumbo fondomonetarista adoptado, la capacidad de extorsión del capital financiero es inconmensurable.

Sin embargo, con esta corrida, el gran capital no pretende únicamente obtener mejores rendimientos en sus instrumentos financieros, también busca presionar sobre el tipo de cambio. Dirige sus activos hacia el Contado con Liquidación y el dólar MEP recalentando su precio, a sabiendas de que el margen de maniobra del Banco Central para contener la cotización de los dólares financieros es limitado, dado que no logra acumular reservas a pesar del ingreso de divisas récord fruto de los altos precios de las materias primas que exporta el país. Sin ir más lejos, en lo que va del año el saldo comprador neto de la entidad fue de USD 903 millones, siete veces menos que en el mismo período del año pasado.

El gobierno viene vendiendo dólares de las reservas para contener las cotizaciones paralelas, lo cual es una forma de financiar la fuga de capitales. Pero a su vez la corrida en curso muestra cuán condicionada está la política económica  y coloca la posibilidad de una devaluación impuesta a la fuerza por el mercado (en beneficio, en primer lugar, de los grandes exportadores). Lo anterior agravaría la inflación y recrudecería las tensiones explosivas como las que se registran en torno a las tarifas.

Por otra parte, la “mejora” en las tasas de la deuda pesos es inminente, ya que los vencimientos del Tesoro a refinanciar en el mes de junio superan los $500 mil millones, y, si Economía no logra cubrirlos en su totalidad, las metas monetarias pactadas con el Fondo corren riesgo de ser incumplidas. A su vez, como mencionamos más arriba, el BCRA está próximo a una nueva suba de tasas con el objetivo de atenuar la corrida cambiaria, incentivada por la “ola vendedora” de bonos en pesos.

Este nuevo incremento de tasas del BCRA sería el sexto en lo que va del año. No solo encarecería los intereses que debe afrontar la entidad, sino que además llevaría a nuevos aumentos de tasas en los bonos del Tesoro para que la banca acepte canjear sus tenencias en Leliqs por dichos títulos. Esto hará que los vencimientos del Tesoro sean cada vez más onerosos, lo cual prepara las condiciones para que se produzca una corrida de mayor envergadura.

A su vez, los efectos recesivos de esta orientación saltan a la vista, ya que a medida que ascienden las tasas del Central, suben también las de los préstamos industriales y personales que otorgan los bancos y se vuelve más costoso el financiamiento vía tarjeta de crédito.

En definitiva, la postración oficial ante estos intereses agrava la usura sobre la economía del país, la recesión y las penurias de la población trabajadora. Por lo tanto, nos toca pelear por un paro nacional y un plan de lucha para que triunfe la agenda de las mayorías.

 

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