Políticas

9/7/2022

Debate

El electoralismo febril del PTS es irrefutable

Sobre la respuesta a nuestra crítica a las resoluciones de su XIX congreso.

Foto @somostelam

El compañero Raúl Godoy, del PTS, ha respondido a la crítica hecha por Juan García y el Partido Obrero al XIX congreso del PTS.

En su respuesta, el PTS trata de fundamentar el lanzamiento de sus candidaturas señalando que “las campañas electorales y la emergencia de referentes de la izquierda clasista no pueden estar separadas de la lucha de clases, que también es lucha política”. Claro, la afirmación es correcta, pero pasa por alto el pequeño detalle que, en principio, en 2022 no hay elecciones. Entonces ¿por qué lanzar candidaturas? El PTS no solo ha “primereado” a los partidos del FIT-U, se le ha anticipado incluso a la mayoría de los bloques y partidos patronales. Toda una hazaña; porque es evidente que los partidos patronales viven y se desviven por los procesos electorales. Pues por allí pasa el eje de su vida política. En cambio, para un partido revolucionario, el proceso electoral es un aspecto más del proceso de la lucha de clases -para nada menor, pero de ningún modo el aspecto fundamental. No pareciera ser así para el PTS, que interviene en toda elección sindical o estudiantil editando folletos con las caras de sus ya lanzados candidatos.

Por supuesto que en el proceso de la lucha de clases es necesario destacar “tribunos del pueblo”, y así lo ha hecho el XXVIII Congreso del PO destacando a Gabriel Solano y Romina Del Plá como “voceros”. Pero proclamar las candidaturas presidenciales de 2023, como lo hizo el congreso del PTS, conspira contra una batalla política fundamental que debe desenvolver un partido que se reclame revolucionario: a saber, la de introducir entre la vanguardia obrera y juvenil, y entre las masas en general, la conciencia de que la salida a la crisis no se producirá por la vía de un voto en el régimen democrático burgués, ni siquiera aunque una mayoría del país vote por las listas de la izquierda revolucionaria.

La izquierda tiene la responsabilidad de insistir en que solo de la mano de una acción histórica independiente de los trabajadores se podrá terminar con el saqueo nacional y dar salida a las grandes reivindicaciones obreras y populares. Se trata de introducir la conciencia de que no existen las soluciones mágicas o por delegación, de que es necesario que la clase trabajadora se haga cargo del papel histórico que está llamada a jugar. Pero aún antes de esto, en el cuadro de crisis económica, social y política de este gobierno de Alberto Fernández, debilitado y a los tumbos, enfrentado a convulsiones de todo orden, lanzar candidatos es sumarse al pelotón de estabilización de la situación política. La función de la izquierda obrera y socialista es muy otra: que las masas intervengan movilizadas en la crisis.

Las consignas proclamadas por el Congreso del PO abordan este problema fundamental. Porque “una salida de los trabajadores a la crisis” -es decir, un programa económico y político de la clase obrera- solo puede ser impuesto por “un movimiento popular con banderas socialistas”, o sea que imponga un gobierno de trabajadores. Esta última consigna, junto al planteo del paro nacional y el plan de lucha, justamente tiene el mérito de poner el acento en la necesidad de la intervención activa de los trabajadores en la escena nacional. Además, establece una polémica de fondo con el peronismo, que fue la corriente política que puso en pie un movimiento popular en la Argentina, pero no bajo las banderas del socialismo sino bajo las del nacionalismo burgués, que son las de la colaboración de clases. Con nuestra consigna vamos a la lucha política a desenmascarar al peronismo fondomonetarista, ajustador y represor, para a ganar a los trabajadores al socialismo revolucionario.

¿“Hegemonía obrera” o “hegemonía del votante”?

El PTS pretende ocultar su electoralismo criticando nuestra consigna “por un movimiento popular con bandera socialista” porque, según ellos, “diluye a la clase trabajadora como sujeto central”. Incluso van más allá y señalan que “para los compañeros del PO pareciera que tiene una importancia completamente secundaria cuáles son los sectores sociales que desde la izquierda trotskista tenemos que organizar”.

La crítica del PTS carece de rigor y de seriedad, porque la consigna “por un movimiento popular con banderas socialistas” presupone el liderazgo de la clase obrera, en tanto el socialismo no es otra cosa que el gobierno de trabajadores. Además, está precedida por el planteo de “una salida de los trabajadores a la crisis”, es decir, por la estrategia del gobierno de la clase obrera.

Pero, por sobre todo las cosas, la crítica sorprende por otro motivo: de quién viene y a quién está dirigida. Es que el PTS acaba de votar en su congreso, a la luz de su raquitismo organizativo, poner todo el foco de su militancia en ir a reclutar a los… ¡votantes del Frente de Izquierda! Es decir, el foco de su militancia no serán las grandes fábricas y lugares de trabajo, ni tampoco las grandes organizaciones obreras, los sindicatos o el movimiento piquetero. No, para el PTS, el nuevo “sujeto histórico” parecería ser el votante del FIT-U, con independencia de su procedencia social. Que el PTS le endilgue al PO “negar el papel hegemónico de la clase trabajadora”, cuando son los agrupamientos del PO y los dirigentes del PO quienes se encuentran al frente de las principales luchas de la clase obrera ocupada y desocupada hoy en la Argentina -motivo por el cual nuestro partido es el blanco predilecto de la cruzada represiva de la burguesía y el gobierno- no puede más que provocar una sonrisa socarrona.

El PTS consagra esta orientación luego de un largo derrotero de retroceso en el movimiento de masas. El histórico rechazo del PTS a la construcción del movimiento piquetero ahora pretende ser justificado por un debate de tipo “programático”. Oponen el planteo de “seis horas de trabajo cinco días a la semana” a la lucha por trabajo genuino, el seguro al parado y por la reapertura, el aumento y la universalización de los programas sociales. Ya Marx le transmitía a Bracke que “cada paso de movimiento real vale más que una docena de programas”. Por supuesto que la salida de fondo a la desocupación será el reparto de las horas de trabajo -que no es lo mismo que la reducción de la jornada laboral, que no conlleva necesariamente una planificación económica- y el impulso de la obra pública. Ese programa, que solo podrá ser puesto en marcha por un gobierno de trabajadores, es agitado y propagandizado permanentemente por nuestro partido. Pero eso no quita la importancia de organizar e impulsar la lucha por las reivindicaciones urgentes e inmediatas del movimiento de desocupados, a través de un frente único de las organizaciones piqueteras.

Darle la espalda al principal movimiento de lucha de la clase obrera argentina, eximiéndose de su organización y desarrollo en nombre de una diferencia “programática”, solo pone en evidencia el conservadurismo pequeñoburgués que caracteriza a la dirección del PTS, y la adaptación a quienes pretenden disolver al movimiento piquetero para reestablecer de conjunto el régimen de punteros del Estado.

En realidad, la oposición “programática” al movimiento piquetero es una nueva voltereta. Porque durante la primera década del siglo el PTS justificaba su no intervención en el movimiento piquetero en nombre de la “centralidad estratégica del proletariado industrial”. El argumento cambió cuando el PTS perdió todas sus posiciones en el movimiento obrero. Ese retroceso, vale recordarlo, fue el resultado de una política profundamente conservadora: la comisión interna de Kraft, bajo la dirección del PTS, carnereó paros generales convocados por la burocracia con el argumento de que se trataban de “paros burocráticos”, ni tampoco organizó paros de los trabajadores de la fábrica por ninguna reivindicación o agravio a sus compañeros. En otros casos el retroceso del PTS estuvo dado por una política marcadamente faccional y sectaria, que los llevó a quedar, por ejemplo, completamente aislados del proceso de recuperación y organización sindical en el proletariado industrial: el Sutna. A tal punto, que su referente en el gremio ni siquiera ha sido electo como delegado de base por sus propios compañeros de sector.

Ahora, el PTS, hace campaña en las elecciones sindicales y estudiantiles promoviendo las candidaturas de Bregman, Vilca y Del Caño. Así lo evidenciaron las elecciones docentes en Jujuy, donde despertó el rechazo de todo un sector de la vanguardia docente, o las estudiantiles de la UBA o la Unsam.

Una foto

Los candidatos del PTS vienen de posar para la foto con Hugo Yasky, Roberto Baradel y Daniel Catalano en las puertas de Télam. Aunque suele suceder que diputados o referentes de partidos patronales se acercan a trabajadores en lucha para lavarse la cara, y aparecen en fotos junto a los dirigentes de la izquierda, este no es el caso. Se trató de un acto homenaje, no fue una acción de lucha de los trabajadores. La foto posada de Bregman y Del Caño con Yasky y Baradel representa un atropello a la docencia de la Multicolor, que se moviliza enfrentando el reciente fraude de la Celeste en Suteba La Matanza. Representa también un atropello al movimiento piquetero, que acaba de recibir un ataque artero por parte de Cristina Fernández en su discurso pronunciado en la CTA junto a Hugo Yasky.

¿No es acaso esta foto una prueba irrefutable del franeleo del PTS con el kirchnerismo, a costa de enemistarse con sectores de la vanguardia obrera, por una especulación electoral? En el marco de una aguda crisis del gobierno “nacional y popular” que gobierna de la mano del FMI contra el conjunto de los explotados, más que nunca los socialistas debemos agudizar las delimitaciones con el nacionalismo y organizar a los trabajadores para superarlo. Los “candidatos” socialistas revolucionarios serán un producto de quienes organizan a la clase obrera contra los explotadores. “Nuestras vidas valen más que sus ganancias”, y una foto vale más que mil palabras.

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