Políticas

11/11/2020|1609

debate

El MST propone suplantar al FIT-U por un partido amplio de tendencias

En un artículo publicado en Alternativa Socialista a mediados de octubre, el MST hace un planteo de fondo a las corrientes que integramos el FIT -ahora FIT-U desde la integración de los compañeros en 2019. Luego de sorprender con la afirmación que el PO se opone a que el FIT-U intervenga como alternativa política, cuando venimos planteando sistemáticamente hace ya meses la necesidad de una acción política del FIT en la crisis (cartas 1/9 y 25/10 a la Mesa del Frente), pasan a proponer una “superación del FIT-U como herramienta electoral para constituirse en “partido de tendencias”.

De inmediato apuntan que la formación del partido de tendencias permitiría un “mecanismo democrático” para las distintas tendencias que integran el partido. Traducido, un mecanismo para dirimir candidaturas. Esta propuesta estaría concretando una temeraria admonición de Alejandro Bodart en la Conferencia Latinoamericana: “vayan pensando un mecanismo democrático para evitar que el FIT implosione”. Desde el Partido Obrero hemos sido claros desde que nos impusieron la ley de las Paso, que se trata de un mecanismo de intervención del Estado en la vida de los partidos y frentes políticos, si de eso estuviera hablando el MST. Lo hemos aceptado en casos excepcionales, como último recurso para salvar el frente, no como un instrumento para su construcción y la elevación política del activismo obrero y revolucionario.

Pero rápidamente se aprecia que la cuestión tiene otro destino más profundo. A continuación se pasa del partido de tendencias al partido “amplio” de tendencias. Porque su programa ya no sería el del FIT-Unidad, basado en la independencia política de la clase obrera y la lucha por el gobierno de trabajadores, sino un “sólido programa socialista y anticapitalista” (ídem), fórmula genérica para evitar la definición fundacional del FIT: el gobierno de trabajadores como expresión popular de la dictadura del proletariado. Recordemos que en la Conferencia Latinoamericana el MST hizo la reivindicación expresa del NPA, que justamente se constituyó para ellos en el ejemplo mundial de la “Nueva Izquierda” anticapitalista a partir del abandono de la lucha por la dictadura del proletariado en su programa.

De este modo, profundizan, “cada uno podría defender su programa y propuestas sin imposiciones de ningún tipo”. La “imposición” es el programa común que ha definido toda la intervención del FIT y que aún dentro de sus límites más o menos electorales ha definido sus posiciones políticas y dado lugar especialmente a campañas electorales únicas con consignas comunes, videos y afiches comunes -es decir, con un programa común de independencia política de los trabajadores, cuestión que distingue al FIT en el escenario mundial de la izquierda. El programa que nos ha permitido emitir documentos políticos en distintos momentos y frente a acontecimientos fundamentales como el G20, la llegada del FMI y tantos otros. En la propuesta, cada uno seguiría siendo un partido dentro de otro partido, y todos integrantes de una formación centrista de límites indefinidos respecto de la naturaleza de clase del Estado y de la cuestión del poder por parte de los trabajadores. Cuando esto es así, la definición es a favor de las instituciones establecidas en el marco del régimen capitalista, que es el vigente, aunque uno se proclame “anticapitalista”.

Desde luego, el partido amplio de tendencias -del estilo del PSOL brasileño o el NPA francés- se opone por el vértice al partido de combate, condición indispensable para pretender el asalto al poder por parte de los trabajadores. Por otra parte, todo partido revolucionario es un partido de tendencias, en tanto la lucha política puede derivar en distintas posiciones internas que se plasmen en tendencias y hasta en fracciones. Pero incluso en esos casos, los partidos no renuncian al centralismo democrático, pues de hacerlo, dejarían de ser partidos de combate.

Más allá de las tendencias o fracciones ocasionales que tenga un partido, este debe tener un programa. En cambio, la propuesta del MST es que cada fracción tenga el suyo y nadie le imponga nada a otro -es decir, que cada uno haga lo que quiera. Así, el partido de tendencias consagra una guerra de camarillas internas, o más concreto aún, cada partido de izquierda actual pasaría a ser una tendencia de un partido de tendencias. Esto, más que un avance sería un retroceso, porque implicaría renunciar a la construcción de un verdadero partido revolucionario basado en una centralización de su acción común por medio de debates y posiciones. El MST nos da ahora una presentación izquierdizada de su propuesta, adaptada a su reciente incorporación al FIT-U. Su verdadero alcance democratizante, antisocialista, se lo ve en su defensa del PSOL o del NPA.

Pero la propuesta no solo presenta un divorcio absoluto con esta perspectiva, sino también un retroceso cualitativo respecto del lugar conquistado por el FIT, una herramienta de lucha por la independencia política de los trabajadores en el marco de la cual construimos esos partidos de combate. Un canal para el tránsito de miles de activistas hacia posiciones revolucionarias.

Izquierda revolucionaria, clasismo y sindicatos

En el mismo artículo nos proponen: “pensemos lo fuerte que seríamos si interviniéramos de forma común, con debates democráticos y pegando todes para el mismo lado a la hora de disputar y recuperar sindicatos de la mano de la burocracia. Imaginemos lo que seríamos si las juventudes actuaran de forma unida para movilizar al estudiantado y conquistar más centros de estudiantes. O en el movimiento de mujeres y disidencias…”.

Faltaría agregar el Frente de Lucha Piquetero,del que no participan, al punto de dividir una misma jornada movilizados con las corrientes filokirchneristas (FOL, etc.). Pero el punto es que esa expresión concentrada de frente único que se “imaginan” los autores de la nota es precisamente el Plenario Sindical Combativo, que integran hace dos años, lo mismo que la Multicolor docente o el frente en el Sutna, o las listas constituidas en la CTA luego de que ellos dejaran su integración a la Lista Verde de la burocracia o el frente constituido por la Multicolor en Conadu Histórica, por mencionar algunos frente únicos que ellos integran o integraron. ¿Por qué “imaginar” lo que tiene un recorrido en la lucha del movimiento obrero y popular?

No vale casi la pena polemizar con la anodina idea -repetida en el artículo- de que los sindicatos recuperados se coloquen como brazos del FIT, lo que constituye una aparateada sin fundamento, lo hagamos o no en frente único. Los sindicatos representan a miles de trabajadores que han votado a las nuevas direcciones para expulsar a la burocracia, no para que sean una colateral de la izquierda revolucionaria. La fusión de la izquierda y el movimiento obrero es un horizonte estratégico que deberá recorrer el camino de recuperación de los sindicatos y de superación del nacionalismo burgués por parte de los trabajadores.

Otra cosa es la confluencia que se puede producir en determinadas circunstancias de la lucha de clases: un 24 de Marzo, un paro nacional, una irrupción obrera como las jornadas de diciembre de 2017 contra el robo a los jubilados o como la reciente movilización en repudio a la represión en Guernica, donde se vio movilizados a algunos sindicatos combativos bajo la bandera del Plenario Sindical Combativo hacia la Plaza de Mayo junto a delegados y miembros de la toma: Sutna, AGD, Suteba Matanza, Suteba Tigre. En cambio, no vimos allí representación alguna de Cicop, donde el MST tiene a su secretario general. Se trata de acontecimientos superiores convocantes donde puede y debe confluir la izquierda y el sindicalismo combativo. En resumen, la relación entre la izquierda revolucionaria y los sindicatos debe ser abordada en concreto de acuerdo con la evolución de la lucha de clases y la maduración de la vanguardia obrera, no por medio de ultimátums o aparateadas.

Es un debate superado en el socialismo revolucionario la política de dividir, romper o paralelizar los sindicatos, cuando el trotskismo rechazó la idea de los “sindicatos rojos” en el marco de un movimiento revolucionario mundial infinitamente superior al actual. Porque, para Trotsky, la formación de fracciones comunistas dentro de los sindicatos es una tarea central: “Le decimos a los obreros no comunistas o anticomunistas: hoy todavía Uds. confían en los dirigentes que nosotros consideramos traidores. No les imponemos nuestros puntos de vista, queremos convencerlos, luchemos juntos y examinemos los resultados de esas luchas”. Así se opuso en general a la formación de sindicatos paralelos o “rojos”, defendiendo militar en los sindicatos reformistas para ganar sus direcciones a una política revolucionaria (Escritos sobre Francia, El Partido, los Sindicatos y el problema de la unidad obrera, 1931).

Tal vez, el MST busque replicar la experiencia de la CTA con su dirección degennarista, que colocó a la central desde su formación como rueda auxiliar de la centroizquierda, con el resultado conocido de asimilación a la Alianza, al kirchnerismo y ahora al gobierno de Alberto Fernández, Cristina y Massa. El MST compartió con el degennarismo esa política, antagónica a las listas y agrupamientos del clasismo para recuperar los sindicatos de la mano de todas las variantes de la burocracia sindical, desde Daer hasta Godoy. El correlato político fue la integración a Pino Solanas o a Luis Juez. Los constructores del PO, de agrupaciones clasistas y del FIT desde su fundación, defendemos la autonomía de los sindicatos y luchamos por direcciones clasistas.

El planteo del PSC de independencia de clase ante el Estado, las patronales y sus partidos, es un planteo inscripto en la lucha por la independencia política de la clase obrera. Y su programa, una escuela de formación política de la vanguardia obrera. Dos palancas para el desarrollo de la izquierda. Al igual que el planteo en el movimiento de la mujer por la separación de la Iglesia del Estado y la unidad del movimiento de la mujer con la lucha de los trabajadores, son palancas del desarrollo de la izquierda revolucionaria en un movimiento feminista que en este caso es policlasista. Lo mismo podemos decir del planteo de la unidad obrero-estudiantil y del planteo estratégico de unidad entre ocupados y desocupados, integrando al PSC a las corrientes piqueteras independientes de la cooptación del gobierno. Todas palancas formidables para el desarrollo de la izquierda, insuplantables.

Recordemos, el MST se asoció al PTS en el acto divisionista de la jornada nacional del Plenario del Sindicalismo Combativo, realizado en el Obelisco el 16 de setiembre. En nombre de la “unidad de la izquierda con los sectores en lucha” ambos hicieron un acto con la vigésima parte de los sectores en lucha que habían participado en el acto de la Plaza de Mayo. Apareció entonces claramente como una acción liquidacionista del clasismo. Entonces, aparece la otra cara de esta política que es diluir al Frente de Izquierda en los “movimientos”, lo cual rompe los movimientos y diluye al FIT. Es negativo por partida doble.

Separar las masas del nacionalismo, el desafío del FIT-U

Para el MST, de este modo se podría pensar en un salto de la izquierda trotskista en la Argentina, no sobre la base de la separación de las masas del nacionalismo y de todas las corrientes de derecha o de centroizquierda que disputan el gobierno de la burguesía, sino al contrario, extendiendo por derecha al FIT-U de hoy. Rematan justamente con la conclusión que “de esta manera se podrían incorporar nuevos sectores, agrupaciones o sectores políticos de izquierda que compartan el programa y el proyecto y colaboren ampliando el frente y su radio de influencia política y social”. Clarito como el agua, no pretenden ampliar el FIT mediante la conquista de las bases de los partidos de la burguesía, sino mediante la incorporación de las representaciones pequeño burguesas de esas bases, exactamente lo que fue Izquierda Unida y lo que son hoy el PSOL o el Frente Amplio peruano, todas expresiones reivindicadas por el MST en la Conferencia Latinoamericana. Claramente, el PTS en su cruzada divisionista contra el PSC se ha plegado al ala más derechista del FIT o, al menos, a la que expresa abiertamente una política para derechizarlo.

El Partido Obrero apunta en una dirección completamente diferente para desarrollar al FIT-U y, desde luego, a los partidos que lo integran, de acuerdo con su propia intervención a partir del frente único que es el Frente de Izquierda y los Trabajadores que irrumpió en la realidad política nacional cuando el MST revistaba en las filas de Pino Solanas o de Luis Juez, dos formaciones del sistema que han compartido alianzas alternativamente con el peronismo, con el radicalismo y con el macrismo.

El PO apunta a intervenir en una crisis histórica, de alcance mundial y nacional. Su reflejo en la Argentina ha puesto en discusión, precisamente, el fracaso de las formaciones políticas que nos gobernaron por décadas. Lo que está en discusión es nada más ni nada menos que transformarnos, al calor de la lucha de clases, en la alternativa obrera y socialista que dispute contra los bloques capitalistas que monopolizan hoy la escena política. Transformándonos en esa alternativa en la intervención en todos los terrenos de la lucha de clases, sean las ocupaciones de tierras, la irrupción del movimiento piquetero que empezó un nuevo desarrollo hace rato bajo el macrismo, reagrupando, potenciando a la vanguardia obrera mediante una política clasista, en el movimiento por el aborto legal o contra la represión y el gatillo fácil. El FIT se ha destacado en la Argentina, como se vio en la Conferencia Latinoamericana y de EEUU, por una política de independencia de clase y por el gobierno de los trabajadores, lo que nos dio la autoridad para convocar a 50 organizaciones.

El período convulsivo económico, social y políticamente abierto, donde Argentina es parte de una América Latina sacudida por las rebeliones populares de 2019, nos plantea una oportunidad, pero también un desafío: actuar a la altura de las circunstancias y de su potencial revolucionario. La rebelión en el imperio ha dado la pauta. La mesa está servida para un salto en la intervención del FIT-U. Reforzaremos este mensaje político desde los actos del PO el 14 de noviembre en todo el país.