Horacio Rodríguez Larreta, jefe de gobierno porteño y precandidato a presidente por una de las listas de Juntos por el Cambio, presentó el viernes 14 de julio su “plan antiinflacionario”, con el que se propone pilotear la crisis económica y social en el país.

En primer lugar, el programa está enmarcado en el sostenimiento del acuerdo con el Fondo Monetario, por lo que es dudoso que recoja resultados distintos al repetir lo que otros gobiernos ya aplicaron con anterioridad. Larreta, sin embargo, lo presenta como una panacea para la atribulada economía argentina. La inflación es un producto del régimen de saqueo que rige la economía nacional; el Indec viene de informar que la inflación mensual fue del 6%, la acumulada del 50,7% y la interanual del 115,6%.

Larreta sostiene que para ir hacia una reducción de la inflación hace falta tener “déficit cero”. Para llegar a este objetivo no apunta a atacar los negociados de la patria contratista ni los intereses usurarios que se pagan a la banca, sino podar partidas sensibles para los sectores populares (salud, educación, vivienda, gastos sociales). Además, pretende recortar los subsidios a los servicios públicos; por lo tanto, avanzará en nuevos tarifazos. Esto recrudecerá la escalada inflacionaria.

Asimismo, planteó que hay que “trazar un sendero de salida del cepo”, es decir, llevar a cabo una devaluación mayor del peso. La devaluación es un factor de aumento general de la inflación. En Argentina, muchos productos están dolarizados (calzado, alimentos, distintas manufacturas, etc). El precio del gas está atado al tipo de cambio, por lo que su aumento impactaría en toda la cadena productiva, produciendo incrementos de precios en prácticamente todas las mercancías que circulan por el país, incluyendo los alimentos. Estaríamos ante una nueva confiscación contra la clase obrera.

Otra de las propuestas de Larreta es “recuperar el acceso al crédito” en el primer año de su gobierno; presenta esto como una vía para reactivar la economía nacional. Se trata, no obstante, de una impostura. Esto, porque Larreta no plantea romper con el FMI, que exige que las tasas de interés sean positivas (esto significa que deben estar por encima del índice inflacionario).

Por otro lado, el intendente porteño señaló que bajo su gobierno los salarios van a ganarle a la inflación. En realidad, Larreta rechaza incrementar los sueldos. Los residentes de CABA, en 2022, tuvieron que realizar varios paros, asambleas y movilizaciones para arrancarle un aumento salarial. Además, Larreta pacta todos los años paritarias a la baja con la burocracia peronista de Sutecba; este año, mientras criticaba la pauta inflacionaria de Massa del 60% diciendo que era un dibujo, fijó ese porcentaje como techo salarial para los trabajadores de la Ciudad.

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La única fuerza política que plantea atacar los efectos de la inflación sobre la población trabajadora es la que está encarnada en la fórmula Gabriel Solano-Vilma Ripoll (Frente de Izquierda Unidad), que plantea equiparar los salarios al costo de la canasta familiar e indexarlos al índice de precios. Se trata de una lista que, además, está compuesta por residentes y concurrentes que fueron protagonistas de esa gesta contra el ajuste antiobrero de Larreta, y por trabajadores del Sutna, que el año pasado se le plantaron con paros y movilizaciones a las patronales del neumático y a Massa y así conquistaron la mejor paritaria del movimiento obrero argentino.

Como se ve, lo de Larreta es un blef para ocultar los propósitos reaccionarios de su programa de gobierno. Él, al igual que Sergio Massa, Patricia Bullrich y Javier Milei, quiere aplicar el plan de guerra contra la clase obrera que reclaman los capitalistas argentinos y el FMI, ladrones de la riqueza nacional. Todos quieren llevar a una escala mucho mayor el ajuste que está aplicando actualmente el gobierno de Massa y Cristina Kirchner.

Para enfrentar el ajuste actual y organizarse para pelear contra lo que se viene, vamos con la izquierda que se planta.

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