Políticas

26/12/2024

El veranito y la caipirinha

La devaluación del real realza la precariedad de los "éxitos económicos" de Milei.

Los vientos de frente del mercado mundial.

Probablemente el título de este artículo sugiera a los lectores que habla sobre coctails para fin de año. Pero no. Resulta que la devaluación del real en Brasil deja ver buena parte de la precariedad de los “éxitos económicos” de Milei, y sobre todo sus costos para el pueblo.

Como todo el esquema económico del gobierno pedalea sobre la bicicleta financiera que da jugosas ganancias en dólares, conocida como carry trade, mantener apreciado el peso es una condición fundamental. Esta rueda, sostenida a fuerza de cepo cambiario, no derrama ningún beneficio para los trabajadores porque aún habiendo bajado la inflación Argentina tiene ahora los precios en dólares más caros de la región, y se prolonga la recesión agravada por la apertura de importaciones en este cuadro de desventaja cambiaria para la industria local.

La caipirinha del tío

El gobierno puede mandar a cagar (sic) a la UIA o a los sojeros que hacen lobby devaluacionista para recuperar competitividad a costa de licuar gastos (en primer lugar salarios), pero no puede responder de la misma manera al viento de frente del mercado mundial y las grandes potencias capitalistas, empezando por el tío Trump.

Resulta que el magnate yanqui todavía no asumió pero su orientación ya se hace sentir. Las declaraciones del titular de la Reserva Federal (FED) norteamericana anticipando que no esperen una sustancial baja de las tasas de interés impactó en los mercados y generó una depreciación de las monedas de todos los países “emergentes”. El superdólar de Trump ya debutó.

La moneda que más se devaluó fue el real. Brasil, el principal socio comercial de Argentina, viene de semanas de corrida cambiaria que no logra ser atenuada. Ni el remate de más de 8.000 millones de dólares en una semana pudo empoderar a la moneda carioca, que acumula un 30% de caída este 2024.

De hecho, el gobierno de Lula está demostrando una completa incapacidad para controlar la situación. El mes pasado anunció un paquete de modificaciones impositivas y un ajuste fiscal de 11.500 millones de dólares para los próximos dos años, que no convenció a los mercados que respondieron con una corrida. El HSBC lo resumió: “Muy pequeño, muy tarde”. Lo que preocupa no es tanto la magnitud de la deuda sino que los intereses anuales consumen un 5% del PBI. Teléfono para los “libertarios”.

Esto golpea en forma directa a la economía argenta. Un real devaluado frente a un peso apreciado tiende a desbalancear el intercambio con el principal socio comercial. Las cifras del Indec del acumulado de los primeros once meses del año retratan que un sexto de las exportaciones tuvieron como destino al país vecino, que a la vez fue el origen de la cuarta parte de nuestras importaciones. Una mayor desventaja en los términos de intercambio bilateral anticipa problemas graves.

El primero es que acelera la fuga de divisas vía déficit comercial, que en el año acumula un saldo rojo de 650 millones de dólares. A eso que hay que sumar la balanza de servicios, cuando se estima que el aluvión de turismo a Brasil y otros destinos demandaría más de 3.000 millones solamente durante el verano, según la consultora Epyca.

Más allá del impacto en las cuentas externas, esto tiene un correlato directo en la industria criolla, que sin el recurso de la devaluación al que acudió las últimas décadas y con apertura comercial queda en inferiores condiciones para competir con los productos importados.

Según la consultora PGK entramos a “una situación de competitividad bilateral que sólo es asimilable a los promedios anuales observados en el período 1999-2001”. Fue cuando el llamado efecto caipirinha ocasionó tal golpe a la economía argentina de la convertibilidad que dividió a la burguesía y terminó por empujar a un sector mayoritario a la salida devaluatoria que implementaría Duhalde. La crisis la pagaron los trabajadores, primero con una desocupación masiva y después con el hundimiento de sus salarios y ahorros tras la megadevaluación de 2002.

Apuntemos entonces una lección importante: aún cuando el esquema actual tiende a un desmantelamiento productivo del país que agravaría la crítica situación social, las salidas por las que pueda pugnar algún eventual bloque patronal apuntará exclusivamente en función de rescatar a una fracción de la clase capitalista a costa del pueblo trabajador.

Finalmente, la falta de competitividad no se explica por el “costo laboral”, que está por el piso, sino por el parasitismo capitalista y su régimen de saqueo. En primer lugar por la fuga de capitales, que se manifiesta en que haya colocado en el exterior (o fuera del sistema financiero) el equivalente a un PBI argentino. Incluso cuando la inversión productiva en el país está en un derrumbe histórico (tuvo caídas de entre 16% y 29% en los tres trimestres, según Indec), crecen las colocaciones como acreedores de la deuda del Estado nacional.

Una vuelta en bici

Tanto es así que en plena caída de la actividad económica Caputo viene de recoger elogios y brindar con los empresarios más gordos del país en el ágape de la Asociación Empresaria Argentina. Le festejan al gobierno, por encima de todo, su plan de guerra contra los trabajadores.

Al reciente cónclave de la UIA que ningunearon Milei y Caputo sí mandaron al entonces secretario de Producción, Juan Pazo, a anunciar la presentación de una megaley cuya “parte más importante es todo el capítulo laboral (…) es todo lo que estaba en el DNU 70 que se judicializó, excepto las cuestiones sindicales” (o sea que vendría con guiño de consenso con la CGT). Topes en las compensaciones por juicios laborales, banco de horas, abaratamiento de indemnizaciones, menos licencias, reducción de aportes patronales; son algunas de las promesas.

A la par de esta ofensiva antiobrera y de algunos rubros particulares que están haciendo grandes negocios, como la exportación del petróleo de Vaca Muerta, todos están facturando de lo lindo con la bicicleta de “Toto” Caputo. Esto hace las quejas por el mantenimiento del cepo cambiario no suban de tono, ya que es justamente lo que sostiene las altas tasas de interés altas en dólares; todos contribuyen al veranito financiero.

Es que, además del blanqueo, la oferta de divisas crece al compás del carry trade, porque las patronales venden los dólares para ponerse a lucrar con la tasa en pesos: los exportadores anticipan la liquidación, los importadores demoran los pagos, las empresas que pueden se endeudan con los bancos en moneda extranjera y las que no emiten obligaciones negociables en dólares.

Lo que el viento se llevó…

Si bien esto sugiere que hay posibilidades de que el gobierno logre sostener en el tiempo este esquema, la exposición a los vientos de frente del mercado mundial puede poner un límite.

A la presión que genera el encarecimiento del dólar y la devaluación del real hay que sumarle el anuncio del gobierno chino de que flexibilizará su política monetaria e inyectará subsidios al consumo y la inversión. El empeoramiento en los términos de intercambio con el gigante asiático agravaría el déficit comercial bilateral, que entre enero y noviembre acumuló nada menos que 4.755 millones de dólares.

Es una presión extra para la industria, cuando hasta las principales potencias capitalistas se están blindando con barreras arancelarias porque no pueden hacer frente a la competencia china.

Una rama sensible es la metalúrgica, que -expuesta al retroceso de la industria y de la construcción- tuvo una contracción del 12,9% acumulada en los primeros once meses del año, según la cámara patronal Adimra. Por caso, Acindar frenó por tercera vez en el año su planta de Villa Constitución suspendiendo a cientos de trabajadores y podría extender la medida a sus otras plantas, acusando el perjuicio de las importaciones de China. Si este es el “veranito” para los laburantes, ni imaginemos cuando llegue el invierno.

Para colmo sigue cayendo la cotización de la soja -acumula una baja del 22% en el año-, cuando los granos y derivados de esta oleaginosa concentran casi la cuarta parte de las exportaciones totales. Esto reanuda los temores del capital financiero internacional sobre la capacidad del repago de la deuda, y puede llevar al Fondo a poner cierta devaluación del peso como condición para un nuevo acuerdo. Goldman Sachs acaba de sugerir que eso es necesario para garantizar los abultados vencimientos de los próximos dos años.

Un mundo feliz

En el discurso oficial todo este viento de frente aparece invertido: Argentina tendría grandes posibilidades con una mayor apertura, empezando por los acuerdos de libre comercio. No parece ser la prioridad de Trump, pero habrá que ver. Como sea, lo que se ve en el tratado finalmente firmado entre el Mercosur y la Unión Europea es que estas iniciativas solo pueden mejorar las condiciones del saqueo imperialista.

Para resumir, digamos que lo que destrabó el acuerdo Mercosur – Unión Europea es la presión que ejercieron las automotrices europeas, que atraviesan una fuerte crisis sometidas al fuego cruzado de los aranceles de Trump y la competencia china. Es un ejemplo ilustrativo de cómo la guerra comercial acrecienta la disputa imperialista.

¿Por qué aceptaría tal desprotección la industria local? Bueno, porque las principales automotrices radicadas acá son filiales de los capitales europeos que actúan en función de los intereses de sus casas matrices. Toda una radiografía del carácter semicolonial de la economía Argentina y de cómo afecta su “apertura al mundo”.

Si esto efectivamente va a implementarse es otro cantar. Por el momento parece lejano. Francia encabeza el bloque de Estado europeos que busca bloquearlo, en línea con el proteccionismo a los agricultores y ganaderos galos. Lo seguro es que el principio de acuerdo firmado va a reforzar la ofensiva de la burguesía por aumentar la explotación de los trabajadores. El presidente ejecutivo de la Asociación de Fábricas Argentinas de Componentes declaró que “puede ser una oportunidad o una amenaza”. ¿De qué depende? De la “modernización de las normas laborales y convenios colectivos de trabajo”.

Más aún, los ganadores de la apertura importadora tienen nombre y apellido: son Amazon y Mercado Libre, dos campeones de la contratación de mano de obra sin derechos laborales ni posibilidad de sindicalización. En el fondo, a eso quieren reducir a la fuerza de trabajo en Argentina.

Como vemos, por todos los flancos se libra una guerra contra la clase obrera, que en ningún caso alcanzará para resolver la crisis del capitalismo argentino. Que a Milei le vaya bien implica que se consolide un retroceso histórico en las conquistas y las condiciones de vida del pueblo. Si le va mal como consecuencia del estallido de todo este esquema especulativo, vendrá una nueva devaluación cuyos efectos amargamente ya conocemos.

La salida superadora a esta encerrona es que los trabajadores derroten todo el plan Milei y abran un nuevo curso para la Argentina, haciendo pagar la crisis a los que se enriquecen con el saqueo del país.

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