Políticas
5/11/2024
Elecciones en Estados Unidos
Editorial de Gabriel Solano en el Episodio #31 de 14 Toneladas.
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Kamala-Trump.
El Partido Obrero participó del III Evento León Trotsky y presentó un documento. Su título es “La vigencia del leninismo-trotskismo en esta etapa histórica” y los elementos que desarrollamos en ese texto creo que son importantes para poder también analizar el contexto en el cual se van a desarrollar las elecciones norteamericanas del día de mañana -5/11.
El tema internacional dominante, que nosotros venimos discutiendo, tiene que ver con la guerra. Cuando hablamos de la guerra no nos referimos exclusivamente a la guerra en Ucrania, en la cual se involucran de manera directa la Otan por un lado y Rusia por el otro, y por lo tanto es una guerra internacional. También nos referimos a la guerra de Medio Oriente, que en realidad es una guerra de exterminio del pueblo palestino que se lleva adelante con el aval del conjunto del imperialismo. Y cuando hablamos de la guerra también nos referimos a todos los preparativos bélicos que se desarrollan en el Mar de la China, que son crecientes; y hay muchísima información, que venimos dando programa tras programa cuando analizamos las guerras, sobre el aumento del presupuesto militar, la política de la Otan, el armamento nuclear que se va desplegando en la zona. La guerra ocupa un lugar importante.
Ahora, esta guerra tiene que ser analizada concretamente y es una guerra que pone de manifiesto, en primer lugar, las contradicciones de fondo del capitalismo en esta etapa histórica. Un capitalismo que se encuentra en crisis, que se encuentra en declinación histórica; y es una declinación histórica que no pudo superar -y esto es un elemento clave del análisis del Partido Obrero- con la restauración capitalista que se llevó adelante en las últimas décadas, tanto en el territorio que abarcaba la ex Unión Soviética como en el territorio de China. Una restauración que durante una etapa fue un factor de salida del capital porque gracias a la explotación de una fuerza de trabajo con salarios muchísimo menores y peores condiciones de trabajo, permitió una salida, una acumulación de capital que no encontraba lugar en los países capitalistas tradicionales, ni en Estados Unidos ni en la Unión Europa. Y esa valorización de capital que se dio especialmente en China, pero también en los países que abarcaban a la ex Unión Soviética durante toda una etapa, fue un factor de salida transitoria a la bancarrota del capital.
Pero el capitalismo no tiene la fuerza del pasado. Su declinación histórica tiene que ver con que no ha podido absorber de manera directa, plena, a estas economías que en su momento salían de órbita del capital; se fueron desarrollando tanto en China como en Rusia diferentes gobiernos de tipo bonapartista, los cuales pretenden llevar adelante la restauración capitalista en sus propios términos y por lo tanto ya entran en competencia con los países más tradicionales del imperialismo, empezando por Estados Unidos. Y Estados Unidos en esta etapa muestra una declinación de ser la primera potencia mundial; no es que lo ha dejado de ser, lo sigue siendo, pero no con la capacidad que tenía en el pasado.
Y este es un tema clave que se discute fundamentalmente en las elecciones norteamericanas. Cuando uno va a ver la agenda norteamericana lo que está de fondo justamente es la pérdida del lugar de Estados Unidos, su preeminencia mundial como potencia imperialista. Esto se refleja en el discurso de Trump, especialmente, que dice que esto pasa, pero no porque Estados Unidos tenga un retroceso histórico, sino por culpa de los demócratas. Y dice “si yo fuese presidente, jamás Putin se hubiese animado a invadir Ucrania”, “si yo fuese presidente, las cosas serían distintas”, “si yo fuese presidente, la industria norteamericana tendría otra fuerza”, “si yo fuese presidente, no tendríamos en Estados Unidos un proceso de desindustrialización”. Este es una especie de discurso voluntarista de lograr recuperar para Estados Unidos un lugar que va perdiendo progresivamente. Y este tema, insisto, es clave en el debate de las elecciones norteamericanas.
Pero de fondo, lo que hay más allá del discurso trumpista es esta declinación. Una parte importante de la industria norteamericana se fue de Estados Unidos para ir a buscar mejores oportunidades en su momento a China y luego a otros países como Vietnam, donde la valorización de capital es más factible por los salarios que se pagan. Y en Estados Unidos esto… ¿cómo repercutió? Y esto repercutió especialmente con una desocupación más alta o con una pérdida de los puestos de trabajo mejor remunerados. Y por sobre todas las cosas, con un impacto sobre la clase obrera que en el pasado estaba en una especie de sueño norteamericano en la cual un obrero podía desarrollar un trabajo fabril, tener una vida relativamente digna y lograr un ascenso social. Y esto se perdió. Y es por eso que dentro de Estados Unidos tenemos un fenómeno importante, porque esta pérdida de empleos industriales ha llevado a una parte considerable de la clase obrera norteamericana a apoyar a Trump.
¿Y por qué esto es importante? Porque en el pasado los sindicatos siempre reportaban y siguen reportando como burocracia al Partido Demócrata. Esto de alguna manera refleja lo que ocurrió en Argentina en las últimas elecciones, cuando la burocracia sindical estaba claramente alineada con la candidatura de Massa, históricamente esta burocracia está encolumnada dentro del peronismo, pero una parte importante de los trabajadores terminó votando a Milei desoyendo lo que decían sus burocracias sindicales. Y en Estados Unidos tenemos un proceso parecido; por más que la burocracia sindical mayormente esté alineada con el Partido Demócrata, una parte importante de los trabajadores vota a Trump con la expectativa de recuperar lo que ya no va a poder recuperar, que es este lugar de Estados Unidos como principal potencia mundial, como un país fuertemente industrializado y donde el trabajador que estaba en una fábrica logra mantener, como decía antes, una vía relativamente digna y una expectativa de ascenso social.
Eso no lo tenemos. Y a diferencia de lo que sí existe, es que Trump promete recuperarlo de una manera que en un futuro va a agravar las contradicciones del propio imperialismo norteamericano y también las tendencias belicistas a nivel mundial. ¿Cuál es el programa de Trump para esto? Dice “yo voy a subir claramente los aranceles para evitar la competencia extranjera” y en el caso de China promete subir sanciones a niveles absurdos, por ejemplo, a un 25%. ¿Qué le dicen muchos a Trump? Ojo que esto puede incrementar la inflación interna de Estados Unidos porque si vos encareces las importaciones, ese producto que se importa pasa a ser más caro; y si vos sustituís esa importación por producción interna, esa producción interna puede vender a precios más caros porque tiene una protección aduanera. Lo que propone Trump desde el punto de vista de evitar una competencia extranjera puede implicar un proceso inflacionario de Estados Unidos; esto lo propone, complementariamente, con una reducción de impuestos a los grandes capitalistas, lo cual llevaría el déficit fiscal norteamericano a niveles realmente enormes.
Pero la política de Trump, que suena inviable en términos económicos más o menos claros, lo que muestra es la tendencia al choque de Estados Unidos en una guerra que empieza siendo comercial pero que rápidamente puede derivar en una guerra de tipo militar. Y cuando Trump critica la guerra en Ucrania y le dice a los demócratas que deben retirarse de Ucrania, lo hace solo con la expectativa de separar a Rusia de China y apuntar directamente a una guerra que ya no es comercial, sino que también es militar contra China. Ese es el propósito de fondo que existe detrás del programa trumpista: es un programa proteccionista que dirigentes peronistas en Argentina elogian diciendo “acá también somos nosotros nacionalistas”. Pero el nacionalismo de un país imperialista no significa encerrarse detrás de sus propias fronteras, sino agravar las tendencias a los choques comerciales, a los choques diplomáticos, y, finalmente, a los choques militares. Y esa es la orientación de Trump.
Y detrás de Trump aparece también la candidatura del Partido Demócrata, que bajo la presión de una derecha fascistoide como Trump representa va corriendo detrás del planteamiento de Trump. También empieza a denunciar la inmigración, no a los niveles de Trump, pero va en esa misma línea. También habla de un proteccionismo. Es decir, la candidatura de Trump ha impuesto la agenda en Estados Unidos y los demócratas va a su zaga, demostrando que finalmente la política del imperialismo norteamericano, una política que bajo su declinación histórica se va haciendo cada vez más progresiva y más evidente, es recuperar ese lugar a partir de medidas de guerra comercial, de guerra diplomática y de guerra militar. Esto es lo que está en juego en las elecciones norteamericanas. Está en juego justamente el lugar de Estados Unidos como primera potencia mundial y su tendencia a querer mantenerse a través de todo tipo de mecanismos comerciales, diplomáticos y militares.
Al interior de Estados Unidos ocurre un hecho importante; esta pérdida del lugar indiscutido de Estados Unidos y las tendencias a choques comerciales con China y otros países va llevando a que crezca una especie de fascistización de la política interna que se manifiesta en primer lugar en el ataque a los inmigrantes, pero también en la agenda de Trump en el ataque a los derechos civiles, el ataque al movimiento de mujeres, la tendencia a pretender una especie de poder político supremo con jueces designados de manera directa por Trump -de hecho la Corte Suprema de Estados Unidos es dirigida por Trump-; Trump se retiró del gobierno la última vez en un intento de golpe militar fallido, o de golpe de Estado fallido más que militar para ser exactos.
Entonces en Estados Unidos se refleja algo que en Argentina ya lo vimos el año pasado, que es una especie de fracaso de la democracia; porque la democracia norteamericana -que se la presenta como la principal democracia del mundo-, hoy a los ojos del pueblo norteamericano, no está asegurando lo que es fundamental para cualquier trabajador, que es el bienestar de su familia, la seguridad de tener un empleo, que lo tengan sus hijos, la posibilidad de acceder a una vivienda, de acceder a una educación, eso es lo que está en cuestión. Y ese fracaso de la democracia se refleja por el momento en el crecimiento de tendencias fascistoides al interior de Estados Unidos. Las tendencias fascistoides están conectadas con la situación internacional porque cualquier país que se prepara finalmente para un evento bélico internacional necesita internamente cercenar los derechos civiles del pueblo en general y en particular de su clase obrera. Es muy difícil ir a una guerra internacional si vos no tenés segura tu propia retaguardia; y tu retaguardia, en primer lugar, es la explotación de tu propia fuerza de trabajo. Entonces este problema de la fascistización que está presente en Estados Unidos lo vemos en Francia, en Alemania, lo hemos visto en las elecciones europeas, lo vemos también en Brasil con la candidatura de Bolsonaro, que sigue siendo importante.
Entonces es un problema internacional, no se puede analizar esa fascistización fuera de un análisis de conjunto; las propias burguesías necesitan prepararse para choques más importantes a nivel internacional, en primer lugar atacando a su propio pueblo y cercenando sus derechos civiles y sus derechos democráticos, algo elemental. Y se ha visto en Estados Unidos ¿en qué? Cuando, por ejemplo, Estados Unidos apoya claramente la masacre del pueblo palestino y se producen ocupaciones de las universidades en Estados Unidos contra esa masacre del pueblo palestino, recreando lo que ocurrió en Vietnam. En Vietnam, Estados Unidos debió retirarse en 1975, cuando había una tendencia claramente a la rebelión interna de su pueblo. Y ya que Estados Unidos pretende ir a una guerra de tipo internacional, no lo va poder hacer con un pueblo que se va a movilizar contra esa guerra internacional. Entonces empieza a aparecer en Estados Unidos una fascistización más fuerte, que es el resultado de la declinación de Estados Unidos y las tendencias a la guerra que existen a nivel internacional. Este es el tema de fondo.
¿Cómo se viven en Argentina las elecciones norteamericanas? Es claro que Milei apuesta a un triunfo de Trump. Y apuesta a un triunfo de Trump porque piensa que, si es presidente, el Fondo Monetario podrá rápidamente llegar a un acuerdo con Argentina e incluso facilitar fondos para salir del cepo y acceder al financiamiento al que hasta ahora Argentina no puede acceder si no es a través de mecanismos transitorios como es este blanqueo que acabamos de ver.
Cuidado, porque la política de Trump de mayor proteccionismo no va a ser beneficiosa para Argentina. Puede llegar a ser finalmente incluso riesgosa para un país como el nuestro, que necesita colocar una parte importante de su producción agraria en el mercado internacional. Entonces, Trump podrá ser para Milei una ayuda desde el punto de vista político ya que tienen estructuras políticas más o menos parecidas y un discurso político más o menos parecido, podrá significar transitoriamente un mayor aval dentro del Fondo Monetario Internacional; pero como van a primar los choques internacionales y por lo tanto también las dificultades comerciales esto va a traer problemas para el país. Incluso la tendencia a tener un dólar más fuerte puede llevar una fuga de capitales a favor de Estados Unidos y por lo tanto a tendencias devaluatorias en el mercado interno sobre el peso. Entonces no está claro si lo que tanto busca Milei finalmente termine beneficiándolo en el caso que eso ocurra.
Ahora, y para concluir, la cuestión de Estados Unidos como potencia en declinación a nivel internacional, de las tendencias a la guerra, de los choques con nuevas potencias que van surgiendo, especialmente con China, colocan desde el punto de vista de la clase obrera la necesidad de una estrategia socialista; porque frente a una guerra de carácter capitalista, imperialista, el único programa que existe es el programa de la lucha de clases y el programa del socialismo.
Ese programa no está presente hoy entre los trabajadores, ni en Argentina ni en el mundo, tampoco en Estados Unidos. Entonces, lo que tenemos acá es una profunda crisis de dirección, porque justamente cuando más necesario es el programa anticapitalista y el programa socialista es cuando más ausente está desde el punto de vista subjetivo entre los trabajadores.
¿Dónde está la fuerza para un trabajo político nuestro? En la necesidad objetiva de que esto se abra paso. Y nosotros pensamos que una militancia de un partido revolucionario a nivel nacional e internacional tiene justamente a su favor esta base objetiva, que es la necesidad de oponerle a la guerra imperialista y a la bancarrota del capital un programa de reconstrucción de la humanidad sobre bases socialistas.