Políticas
3/11/2025
Elecciones en Mendoza: un primer balance en base a datos reales y no propaganda oficialista
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Cornejo.
Las elecciones nacionales dejaron múltiples aristas para analizar, más allá del triunfo del frente oficialista conformado por Cambia Mendoza y La Libertad Avanza, que alcanzó el 53,63% de los votos y colocó cuatro diputados nacionales, frente al 25,20% del peronismo, que solo retuvo una banca.
El gobierno provincial intenta presentar este resultado como un logro personal de Alfredo Cornejo, reproducido por los medios como si se tratara de una consagración de su liderazgo. Sin embargo, los datos muestran otra cosa: lejos de expandirse por mérito propio, Cornejo se montó sobre la ola nacional de Milei. El triunfo del oficialismo en Mendoza no expresa un fortalecimiento provincial, sino la subordinación del radicalismo al proyecto nacional de La Libertad Avanza, que inclusive se expresara en la Legislatura en el reparto de bancas en 3: radicales puros, libertarios y aliados de Petri.
Cornejo no construyó un triunfo propio, sino que se apoyó en la tendencia nacional favorable a Milei, cuya victoria en Mendoza no representaba ninguna sorpresa; el gobernador administra bajo un pacto político subordinado al gobierno nacional. Inclusive si se compara con las elecciones anteriores, el frente pierde mas de 241.000 votos teniendo en cuenta el resultado del ballotage, y la participación fue baja.
Pero aquí surge la verdadera pregunta política: ¿Cómo puede Cornejo capitalizar electoralmente esta situación cuando gobierna una provincia con salarios estatales pulverizados, un sistema de salud colapsado y convertido en una pesadilla para los sectores populares, un déficit habitacional creciente, un aumento descontrolado de la inseguridad y una precarización laboral histórica? En otras palabras: ¿Cómo se explica que un gobierno provincial que descarga el ajuste más brutal de los últimos años logre, al mismo tiempo, sostener e incluso ampliar su dominio político-electoral?
Hay varias respuestas a este interrogante, pero todas se explican sobre una base común: Cornejo decidió asumir exactamente el mismo discurso de Milei, mimetizarse con su programa y presentarse como el garante provincial del “orden” frente a una población golpeada por años de crisis. Así, refrendó sin matices el plan económico del gobierno nacional, repitiendo los ejes de campaña de Milei: “frenar la inflación”, “ordenar la economía” y “terminar con el gasto público”. A su vez, extorsionó políticamente al electorado con el fantasma del regreso del kirchnerismo, planteando que un triunfo del peronismo significaría “volver al desastre” tanto a nivel nacional como provincial.
A este cuadro se le sumó un factor determinante: la intervención directa de los Estados Unidos, que operó a favor de una continuidad del ajuste, enviando señales explícitas de que el único camino para “evitar el caos” era sostener el rumbo actual.
Hay que ser categóricos y entender que este triunfo político, con consolidación de bancas en la Legislatura y concejos deliberantes, será utilizado por Cornejo para profundizar sus reformas contra los trabajadores: desde la ofensiva megaminera con el proyecto San Jorge, hasta la modificación del Estatuto del Empleado Público que ya impuso sobre el conjunto del personal estatal.
Inclusive con la publicación de este artículo , Cornejo ya mandó los informes de impacto Ambiental a la Legislatura para apurar la explotación de San Jorge.
Un peronismo que no puede frenar a nadie
El avance del oficialismo no se explica por una fortaleza propia de Cornejo, sino porque tenemos un cuadro de desmovilización de los trabajadores, que aún no tiene como contracara una reacción de igual fuerza ante los ataques del gobierno, y por la ausencia de una canalización política de la bronca popular, que solo aparece en luchas aisladas de sectores que no están dispuestos a resignarse.
En ese escenario, el peronismo no representa ninguna alternativa: no enfrenta a Milei ni a Cornejo, ni en las calles ni con un programa propio, y por lo tanto es incapaz de ponerles un freno.
¿Cómo puede frenar el ajuste una fuerza que en parte apoya la reforma laboral, comparte un programa devaluatorio y sostuvo acuerdos con el FMI? Lejos de polarizar, el peronismo actúa como garante de la gobernabilidad del régimen.
Sus propios números lo demuestran: entre 2023 y 2025 pasó de 265.740 votos a 253.109, perdiendo 12.631 votos, y en el plano provincial retrocede otros 29.989 votos respecto de la elección nacional del mismo año, fuga que alimenta al bloque oficialista.
En síntesis: el peronismo no puede frenar a nadie porque ya forma parte del mismo proyecto de ajuste.
Los desafíos del Frente de Izquierda
El predominio de las fuerzas patronales en la elección nacional y provincial, que concentraron casi el 75% de los votos, operó en un sentido de polarización, pero no alcanzó para borrar a la izquierda, que mantiene un caudal estable. Prácticamente, el Frente de Izquierda conserva los votos de la última elección, aunque en un cuadro de evidente estancamiento político. No logra aún atraer a ese amplio sector popular que padece el ataque combinado de Milei y Cornejo, y que en muchos casos canaliza su descontento a través de opciones de centro como el Partido Verde.
Este panorama plantea la necesidad de redefinir la orientación política de las principales referencias del frente y sacar un balance común que permita recuperar la iniciativa. No se trata de un problema de marketing, de slogans ni de afiches: el desafío es intervenir de conjunto en la lucha de clases, actuando como un verdadero frente único que dispute políticamente la representación de los sectores que hoy resisten en soledad. Eso es lo que debería haber ocurrido, por ejemplo, frente a la votación de la reforma del Estatuto del Empleado Público impulsada por Cornejo, que afecta directamente a cientos de enfermeros, médicos y trabajadores del Estado.
La campaña se desarrolló en un contexto adverso, marcado por la fragmentación de las luchas y la falta de una intervención general de la clase obrera. Aun así, el Partido Obrero salió a dar una batalla política clara: plantear que hay que echar a Cornejo y a Milei, y que el peronismo -desaparecido en estos dos años y cómplice del ajuste- no representa ninguna alternativa. La delimitación con estos últimos era clave, ya que buscaban engañar a un sector que está descontento con el gobierno.
Con esta orientación, se realizaron decenas de debates en los barrios populares de Maipú, Guaymallén, Las Heras, Capital y Luján de Cuyo, entre otros departamentos, donde se organizaron recorridas y se conquistaron centenares de fiscales. El Partido Obrero dio una pelea política de primer orden, defendiendo el voto obrero y denunciando el pacto de todos los bloques patronales con el FMI.
Esto deja una base desde donde avanzar en la organización de nuevos luchadores y luchadoras que enfrenten a Cornejo en cada barrio, escuela y lugar de trabajo. El primer desafío será intervenir para que los sectores populares no sean ganados por el planteo megaminero del gobernador ni por las próximas reformas regresivas que prepara -como la laboral y la previsional-, y poder derrotarlas. Pero también, consolidar una nueva franja de revolucionarios, obreros, clasistas y socialistas que impulse una alternativa política propia frente al régimen del ajuste, la motosierra y el saqueo.
La tarea que se abre de cara a los próximos meses es estratégica: transformar la bronca y el descontento en organización y lucha consciente, porque el triunfo de Milei y Cornejo no es correlativo a que los trabajadores acepten su programa antiobrero, ni significa un cheque en blanco. El Partido Obrero, en el marco del Frente de Izquierda, tiene que ponerse al frente de esa tarea, uniendo a quienes enfrentan el saqueo, la entrega y las políticas antiobreras, para abrir paso a una salida de los trabajadores.
Con esta conclusión, salimos a militar más que nunca.



