Salió a la luz que Emilio Ocampo, actual asesor de Javier Milei, fue uno de los que sacó una tajada del proceso de privatización de YPF en 1998, que culminó en el vaciamiento de la empresa a manos de Repsol. En aquel entonces, el economista se desempeñaba como ejecutivo Salomon Brothers (posteriormente absorbido por Citigoup), el banco de inversión que ofició de intermediario en la colocación bursátil de las acciones de la petrolera.

El negocio se lo propició Carlos Rodríguez, quien también integra el equipo mileista, que en ese entonces se desempeñaba como secretario de Política Económica del gobierno de Menem. Fue quien rubricó la carta que invitaba a Ocampo a colaborar en la venta de acciones de YPF. Se trata del mismo elenco que hoy promueve, de la mano de Milei, la reprivatización de la petrolera, donde el capital internacional y los enlaces locales volverían a verse beneficiados, a costa de un mayor saqueo nacional.

Como vemos, los gurúes económicos de La Libertad Avanza piensan en su propio bolsillo a la hora de proponer medidas. Los brokers financieros como Ocampo se relamen con la idea de privatizar las empresas estatales en un eventual gobierno de Milei, porque saben que tendrían un lugar privilegiado en esas operaciones. Lejos de constituir “la nueva política”, Milei convoca a viejos personajes del menemismo para que participen de la rapiña que propone en caso de ganar las elecciones.

De hecho, en reconocimiento al prontuario de Emilio Ocampo, Milei ya le encomendó la tarea de atraer fondos de inversión para comprar activos del Banco Central, como paso previo a la dolarización. El mismo papel que jugó en el megacanje del 2010, del cual salieron favorecidos los tenedores de deuda con el incentivo del cupón PBI. Estamos en presencia de un lobbysta buitre de larga trayectoria.

Ahora bien, presenta la venta de YPF como el camino al éxito, cuando la experiencia demostró todo lo contrario. Repsol se encargó de usar activos de la petrolera para expandirse a nivel internacional, llevando al mínimo su producción y endeudándola para pagar dividendos. Milei se puede dar el lujo de vender “gato por liebre” porque la mayoría estatal de YPF, a manos de los gobiernos capitalistas, no redundó en mejoras para la población ni en un desarrollo autónomo de Argentina, ya que siguió funcionando como una empresa privada, cotizando en Bolsa e impulsando subas en el combustible que golpean al bolsillo popular.

A diferencia de Ocampo y compañía, cuyos intereses sí se ven representados en el programa de Milei, los trabajadores no tenemos motivos para defender esa agenda tan perjudicial para nuestras condiciones de vida. Es preciso enfrentarla, con completa independencia de los políticos capitalistas que hundieron al país.

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