Políticas
10/10/2024
En 9 meses de motosierra la inflación superó el 100%
El IPC del Indec registró un 3,5% en septiembre, empujado en primer lugar por los tarifazos del gobierno.
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En un año se triplicó el costo para los consumidores.
El Indec acaba de dar a conocer los números de la inflación para el mes de septiembre, con un aumento del 3,5% mensual y un acumulado del 101,6% en lo que va del año. El gobierno celebra esto como una “caída de la inflación” cuando no logra salir de la acumulación de subas elevadas, incluso al costo de liquidar el poder adquisitivo de la población, el consumo y derrumbar la actividad económica del país. Comparados con septiembre del año pasado los precios subieron 209%, es decir que más que se triplicaron.
Entre las principales subas del Índice de precios al Consumidor (IPC) se destaca el costo del ítem Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles, con un 7,2% en el promedio nacional, empujado por los tarifazos del gobierno. Este rubro, que es de los de mayor impacto en el bolsillo de las familias trabajadoras, acumuló en los primeros nueves meses de Milei un 200,4%.
El gobierno, que justificaba la motosierra como única carta para calmar la inflación, es un promotor de la suba de precios y tarifas de servicios básicos, como agua, luz, gas, el transporte, salud, educación, telecomunicaciones, combustibles y otros, que parece no tener fin y que escapa holgadamente a la evolución de los salarios e ingresos populares. Esto mientras sigue el vaciamiento por parte de las privatizadas, como se ve en que los aumentos de la luz vienen aparejados a una temporada de apagones garantizados para el verano.
También tenemos una fuerte incidencia de los servicios como Educación (4,3%), Transporte (3,4%) y Salud (3,3%), en línea con la continuidad de las medidas de liberalización de precios y tarifazos, junto a fuertes subas en Prendas de vestir y calzado (6%)
Cabe destacar que mientras crecen los precios en la cobertura de la salud privada y las cuotas de las prepagas el gobierno avanza con el vaciamiento de sectores y áreas enteras de hospitales públicos nacionales, lo que se expresa en las luchas de los trabajadores y trabajadoras de Hospital Garrahan y el Bonaparte, entre otros. Algo que también ocurre con la educación en todos sus niveles, partiendo del vaciamiento que se está desenvolviendo contra las universidades públicas.
La política del gobierno ha sido la de intentar pisar la inflación a costa del consumo de la población, atacando los salarios y el poder adquisitivo de los trabajadores para disminuir la demanda, lo que se está combinando en un cóctel explosivo de recesión económica y persistencia inflacionaria.
Toda esta orientación oficial intenta exhibir una “victoria” donde en verdad hay un fracaso económico y social a gran escala, que se erige sobre bases endebles: el gobierno mantiene la política de una devaluación oficial del 2% mensual (crawling peg) en medio de las presiones de los capitalistas para la eliminación del cepo cambiario, sin lo cual el tan mentado Rigi y las inversiones de grandes capitales parecerían no tener lugar.
La devaluación del 2% mensual es, incluso, un piso inflacionario para los meses por venir, que seguirá carcomiendo los salarios y jubilaciones, los cuales son pisoteados por el gobierno. Al tiempo que se promueven más despidos y cesantías en el Estado, se favorecen los despidos en el sector privado y se congelan ingresos como lo que ocurre con los programas sociales.
Una devaluación precipitada por la eliminación del cepo terminaría por desbaratar este esquema económico endeble, volviendo a disparar los precios y la inflación, en una cuadro donde el gobierno da rienda libre al precio de bienes y servicios, pero actúa como el más “estatista” y regulador de los gobierno al tratarse de salarios y jubilaciones, siempre a la baja.
En esta misma dirección operan otras variables como la posibilidad de un salto del 9% en el precio de los combustibles, debido a un alza internacional del petróleo por el conflicto en Medio Oriente, aplastando la demagogia de la baja simbólica reciente del “1%” –luego de sucesivos aumentos exorbitantes- en los precios de los combustibles, impulsad por el gobierno.
La receta del gobierno para “controlar la inflación” no es al costo de los intereses de la casta capitalista ni de las patronales que fijan precios a su antojo, sino del hambre y la desocupación. Se estima que la caída de la actividad económica cerrará casi en el 4% para todo el año, mientras la tasa de desempleo seguiría creciendo en el tercer trimestre hasta el 8% (según el relevamiento de expectativas del BCRA), más de la mitad del país se encuentra en la pobreza, la indigencia es del 18% y la lista sigue.
El gobierno no controla la inflación, ni la economía, ni la crisis social, ni nada: toda su política se enfoca en rearmar los negocios capitalistas a base de atacar a los trabajadores e, incluso así, tampoco ha obtenido resultados “positivos” con esta dirección. Por eso hay que derrotar a Milei y su plan de ajuste, profundizando el proceso de movilización que está desarrollando la comunidad universitari, los trabajadores de la salud, jubilados y distintos sectores que van plagándose a la lucha.