Políticas

27/12/2022

En cinco años, cayó 17% la cantidad de usuarios de tarjetas de crédito

Los bancos, mientras embolsan fortunas con la bicicleta financiera, le retiran los plásticos a los clientes de menores ingresos.

Cayó la cantidad de usuarios y las compras con tarjeta de crédito.

En los últimos cinco años, 3,6 millones de argentinos dejaron de operar con tarjetas de crédito, constituyendo una caída del 17%. El 96% de esos usuarios pertenece a los sectores medio-bajo o bajo. Paradójicamente, los que más necesitan financiar su consumo tienen menos posibilidades de hacerlo.

Los datos se desprenden de un informe de la Cámara de Tarjetas de Crédito y Compra (Atacyc). Sucede que las entidades bancarias han decidido retirarle las tarjetas de crédito a los clientes considerados “más riesgosos” debido a sus bajos ingresos, en su mayoría no registrados. A esto se le suma el encarecimiento de los costos de financiación: a aquellos que realizan un pago mínimo del resumen, se les cobra una tasa efectiva del 140% -o superior en caso que el monto supere los $200.000. Semejante usura lleva a que la población con menor poder adquisitivo ingrese en un espiral de endeudamiento hasta quedarse sin tarjeta.

Este fenómeno es la contracara de la bicicleta financiera montada alrededor de las letras del Banco Central, que impulsó fuertemente el macrismo y que continúa bajo el gobierno del Frente de Todos. Sin ir más lejos, el dictamen fondomonetarista de avanzar en tasas de referencia positivas (por encima de la inflación), vuelve más tentador para la banca destinar el grueso de su cartera a la compra de Leliqs (cuya tasa efectiva es del 107%), en detrimento de los créditos personales y comerciales. Por lo tanto, el acceso a las tarjetas de crédito es cada vez más restrictivo y ascienden los intereses.

Como vemos, los trabajadores no solo padecen la caída real de sus ingresos, por lo que deben endeudarse para consumir; sino que además, millones tienen restringido el uso de tarjetas de crédito debido a su condición socioeconómica y a las tasas elevadas, viéndose obligados a recurrir a otros métodos de financiamiento que son aún más usurarios, como las fintech que ofrecen efectivo a sola firma, entre otros. Se trata de un golpe al consumo popular por partida doble, fruto de las políticas del gobierno orientadas a consolidar topes salariales y otorgar beneficios al capital financiero.

Tanto la merma en los ingresos como la no renovación de los plásticos y la suba de intereses, condujo a que las compras con tarjeta de crédito se contrajeran un 16,1% real en noviembre, respecto al mismo mes de 2021, según los datos del Banco Central. En la misma línea, los datos de la consultora de la consultora First Capital Group arrojan que, entre noviembre 2021 y noviembre 2022, el stock de financiamiento vía tarjetas de crédito creció 68,1%, muy por debajo de la inflación, que en el mismo período fue del 92,4%.

Ahora bien, la caída del consumo no se circunscribe al uso de tarjetas de crédito sino que es de orden más general. Tal es así, que las ventas navideñas en los comercios minoristas retrocedieron un 1,8% respecto al año pasado, según un relevamiento de la Confederación Argentina de la Mediana Industria (Came). Cayeron 5,1% en el rubro calzados, 14,4% en indumentaria y 7,5% en librerías. Esto, luego de que la Came registrara por quinto mes consecutivo una retracción interanual del 3,1% en noviembre. Asimismo, la consultora Scentia arrojó que las ventas en supermercados disminuyeron un 4,5% en octubre, en términos interanuales.

Finalmente, debemos luchar por una recomposición salarial, que parta de un inicial de $227 mil, para que los trabajadores no tengamos que hipotecarnos para consumir. A su vez, es necesario nacionalizar bajo control obrero la banca, lo que permitirá, entre otras cosas, terminar con la usura sobre el bolsillo popular. Planteos que implican derrotar el acuerdo con el FMI mediante la movilización callejera.