Políticas

19/8/2022

Freno, suspensiones y despidos en la industria

Se profundizan las tendencias a la recesión.

Industria.

Un informe elaborado por el Centro de Estudios para la Producción (CEP) XXI, que depende del Ministerio de Economía, arrojó que la tendencia a la recesión de la industria argentina se está profundizando.

Si se mide de forma desestacionalizada, en junio la actividad industrial descendió un 0,4%. Desde el punto de vista de los sectores de la economía, por ejemplo, la producción de acero tuvo según la Cámara Argentina del Acero una caída mensual en julio del 0,2% y la de laminados retrocedió un 3,8% con respecto a junio. La producción de vehículos, por su parte, se contrajo un 9% frente a julio. Es una tendencia que se viene manteniendo.

La crisis económica que impera en Argentina y la política fondomonetarista del gobierno del Frente de todos son algunos de los factores que explican en buena medida el desarrollo de este incipiente proceso de retroceso de la actividad industrial. La aplicación del cepo al dólar, y de un modo más general el descalabro cambiario han configurado ese escenario. Es que la producción nacional depende fuertemente de las importaciones, por lo tanto existe hoy una falta de insumos para que la industria funcione más o menos en los términos correspondientes. De acuerdo a la consultora LCG, es posible que a finales de 2022 la industria opere a un nivel inferior al de 2021, “con una variación promedio anual en torno del 4,5%” (Ámbito, 18/8).

La falta de insumos y la crisis que eso produce viene siendo utilizada por algunas patronales para llevar adelante una política de despidos y de suspensiones. Dánica ha informado que suspenderá la producción de sus plantas en Llavallol (Buenos Aires) y en Villa Mercedes (San Luis). El grupo Dass, una empresa de capitales argentinos y brasileros que fabrica calzado Nike, Fila, Umbro y Asics, ha despedido en la provincia de Misiones a 100 operarios. Se trata de importantes grupos económicos, que se han declarado en crisis sin haber probado a través de la apertura de sus libros contables la supuesta incapacidad que poseen para mantener el plantel de trabajadores.

El panorama de ralentización industrial que aparece como horizonte es alimentado desde el propio poder político. Es probable, incluso, que adquiera características más explosivas. El gobierno nacional está desarrollando una política completamente recesiva, en aras de satisfacer los intereses del FMI y el capital financiero internacional todo. Al cepo a las importaciones se le suman las sucesivas subas de tasas de interés que encarecen el crédito, y el ajuste en la obra pública que frena la construcción y a industrias relacionadas.

Todo esto ocurre en el marco de una huelga de inversiones de los capitalistas, que exigen una reforma laboral flexibilizadora como condición para generar nuevos puestos de trabajo, cuando en realidad el resultado sería una mayor superexplotación de los trabajadores y por lo tanto menos empleo, peor pago y por jornadas laborales más largas. A ellos el Ejecutivo nacional sigue otorgándoles prebendas económicas, como ha hecho con las petroleras, los sojeros y las empresas de la construcción, a las cuales dio un acceso preferencial a los dólares. Nada de eso revierte el parate productivo, pero sí agranda las ganancias de la clase capitalista, mientras los platos rotos son pagados por la población trabajadora.

Los trabajadores debemos movilizarnos de manera independiente para no pagar esta crisis y para derrotar el ajuste en curso. La necesidad de un paro nacional por trabajo genuino y aumento de salarios es total.

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