Políticas
3/12/2024
“Ganar en salud”: un lema que Milei defiende para las prepagas
Crece el negocio en la medicina privada a costa del deterioro en la atención y en la salud pública.
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Javier Milei.
El primer año de Javier Milei al frente del gobierno ha resultado sobradamente positivo para el puñado de capitalistas que controla la medicina privada, haciendo realidad –aunque a costa de reinterpretar su sentido- el lema de “ganar en salud”. A partir de este mes de diciembre las prepagas ya se encuentran habilitadas para afiliar trabajadores de forma directa, sin intervención de las obras sociales, con garantías oficiales y en un año donde los precios de la salud privada se dispararon por las nubes.
La medida en cuestión implica la entrada en vigencia del Registro Nacional de Agentes del Seguro (RNAS), donde se encuentran inscriptas las obras sociales nacionales y las empresas de medicina prepaga, habilitando a estas últimas a recibir de forma directa los aportes de los trabajadores sin la necesidad de contar con un convenio con alguna obra social, como sucedía en el pasado.
Esto fue presentado por el gobierno como un supuesto beneficio a los trabajadores/afiliados que redundaría en la eliminación de costos adicionales, como parte del ataque gubernamental contra las organizaciones sindicales y sus obras sociales, abriendo el terreno para que las prepagas avancen sobre sus afiliados.
Los supuestos descuentos son una impostura total ya que las propias empresas señalan que en la práctica los convenios con las obras sociales representaban un gasto menor (de entre el 2% y el 7%) y a su vez aseguraban algunos beneficios, como la cobertura social en caso de “tratamientos de alto costo”.
Con la nueva medida, el trabajador no recibe ningún descuento económico en su afiliación a una prepaga, sino todo lo contrario: las empresas privadas acumulan aumentos en sus servicios por arriba de la inflación promedio, llevando al ítem Salud que mide el Indec a un 220,2% interanual contra una inflación del 193%.
Milei dejó hacer y deshacer a las patronales del sector a su antojo, luego de algunas rispideces a principio de años, donde el presidente “intervino” para regular el ritmo de las subas –las empresas devolvieron solo parcialmente lo cobrado por arriba del límite fijado-, luego de haber liberado los precios, para más tarde volver a liberar el terreno para más aumentazos.
Todo este proceso se fue dando de la mano de una salida de alrededor de un 10% de los afiliados de las prepagas ante la imposibilidad de costear las cuotas y cubrir los sucesivos aumentos, derivando miles de afiliados a las obras sociales vaciadas y a un sistema sanitario público ajustado y saturado.
El gobierno profundizó su ataque sobre la salud pública con despidos, cierres de áreas y ajuste en hospitales y dependencias sanitarias nacionales y con el pacto fiscal de ajuste con los gobernadores, quienes replicaron esta política en sus provincias, obligando a que todo el que quiera tener algún tipo de atención sanitaria pasable deba someterse a las condiciones de las prepagas privadas.
La evolución del negocio de la medicina prepaga no deja lugar a dudas cuando se analizan los números históricos del deterioro salarial respecto al aumento de las cuotas de cobertura. Según un informe del Iaraf en 2013 el gasto en medicina prepaga implicaba el 11% del salario formal promedio (Ripte), pasando a 19% en 2019 y 24,3% en la actualidad, con un pico de 27,5% en abril de 2024.
A esto hay que agregarle la suba en los precios de los medicamentos y el ajuste en las coberturas de los programas oficiales y el Pami, que vienen golpeando los bolsillos de trabajadores y jubilados.
A poco de cumplirse un año de la asunción de Javier Milei está claro que los negocios de la medicina privada avanzaron en detrimento de la atención sanitaria, los trabajadores y la salud pública, lo que redobla la necesidad de enfrentar a este gobierno para terminar con esta política antiobrera y antipopular.