Políticas

5/6/2020

Kicillof hipoteca la provincia, mientras se agrava la crisis sanitaria

Crecen los contagios en los barrios populares.

El salto en la cantidad de contagios en la provincia de Buenos Aires tiene que ver en primer lugar con el crecimiento exponencial que va adquiriendo la pandemia en los barrios populares, villas y asentamientos del Gran Buenos Aires y el Gran La Plata, que ocupan ya un 20% de la franja del total de infectados. A la explosión de contagios en Villa Azul se suma ahora el barrio José Luis Cabezas, lindante con Ensenada y Berisso y localizado a menos de tres kilómetros del casco céntrico de La Plata. Este barrio registró una quintuplicación de contagios en pocos días y son 39 las personas que dieron positivo (y se sospecha en otros 57 casos). Este nuevo foco preanuncia otro confinamiento obligatorio bajo cerco policial, como ocurriera con Villa Azul. En esa línea de saturación policial y represiva actúa el cuartelero Sergio Berni, ministro de Seguridad provincial y jefe máximo de la Bonaerense, que estuvo en el barrio José Luis Cabezas junto a los intendentes kirchneristas de Ensenada y Berisso.



El disparo de la curva puso en debate lo que el Ministerio de Salud llama “retroceder de fase”. Según el viceministro de Salud bonaerense, el camporista Nicolás Kreplak, el sistema podría colapsar en las próximas semanas. En la actualidad, la provincia suma unas 4.000 camas de terapia intensiva contabilizando el sistema público y privado, con un porcentaje de ocupación del 44%. Como anticipamos en Prensa Obrera, la crisis sanitaria se ha instalado en la provincia de Buenos Aires y con esta el faltante de respiradores, equipamientos, médicos terapistas, unidades de terapia intensiva (UTIs) y elementos de bioseguridad y protección para los profesionales y trabajadores de la salud. Un dato de esta crisis es la negativa de los “nacionales y populares” a centralizar el sistema de salud para no afectar a los capitalistas de la salud privada. El otro es el ajuste presupuestario de años a los hospitales y sus trabajadores. El 18% de los contagiados por coronavirus en la provincia pertenecen al personal de salud, y este porcentaje trepa a casi el 30% del total de contagiados en La Plata.


Colapso de la salud pública


En términos similares, el ministro provincial de Salud Daniel Gollán advirtió que de levantarse la cuarentena “vamos a tener cadáveres apilándose en las calles”. Esta situación crítica que reconoce tardíamente el gobierno, acostumbrado a jactarse de una cuarentena exitosa, retrata el vaciamiento del sistema público de salud. Kicillof y su gabinete pasaron del “aplanamiento de la curva” a un escenario de colapso a plazo fijo. Es oportuno recordar que el propio Gollán, hombre de confianza de Alberto Fernández, arrancó el mes de mayo declarándose partidario de un “contagio administrado”; ni más ni menos que un llamado a la flexibilización de la cuarentena que ahora rechaza. El ubicuo ministro pega un volantazo ante el fracaso de la “cuarentena comunitaria”, convertida en verdaderos guetos de hambre, pobreza, desocupación y falta de servicios que favorecen la circulación del virus y los contagios. A pesar de este panorama crítico, Kicillof continúa habilitando la apertura de las actividades económicas más allá de los servicios esenciales.


El gobernador salió a poner paños fríos al pedido de Gollán y Kreplac de “retroceder la fase” . A las 500 empresas y fábricas que ya están funcionando en la provincia de Buenos Aires, se suman la aperturas en otros nueve distritos bonaerenses como son Cañuelas, General Las Heras, Hurlingham, Tigre, San Miguel, Malvinas Argentinas, Lanús, Berazategui y Tres de Febrero. Lanús es el municipio con mayor cantidad de rubros habilitados, entre automotrices, autopartes, electrónica, indumentaria, metalúrgica, calzado, textiles, y fábricas del neumático. También Tigre , la patria chica del presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa. Es en esta presión “normalizadora” del capital para la “vuelta al trabajo”, sin condiciones de seguridad para los trabajadores, donde radica la ola de contagios que crece todos los días. La cuarentena choca con los intereses generales de la burguesía. En un mensaje dirigido a toda la clase capitalista, el gobernador y delfín de Cristina Kirchner homenajeó en plena cuarentena a un gran capitalista petrolero como Alejandro Bulgheroni, otro de los “miserables” responsables de ese gran saqueo nacional que es la deuda externa privada, primero estatizada y luego reconocida por todos los gobiernos desde la dictadura a la fecha. La ofensiva de los intendentes de Cambiemos, con Jorge Macri a la cabeza, para que se abran las actividades económicas -incluso sin autorización del gobierno, como desafió el jefe comunal de Tandil, Miguel Ángel Lunghi-, y las exigencias aperturistas de los jefes comunales del PJ y del kirchnerismo como Fernando Espinoza de La Matanza y la intendenta quilmeña Mayra Mendoza, confirman que la ruptura de la cuarentena es una tendencia general del capital. La oposición derechista de Juntos por el Cambio quiere capitalizar esta agitación capitalista anticuarentena para recuperar la iniciativa política que perdió con el derrumbe estrepitoso del gobierno de Vidal y la derrota de Macri.



¿Quién paga la crisis?


En la última semana, Alberto Fernández, el gobernador Kicillof y los legisladores del Frente de Todos abundaron en anuncios “post pandemia”, es decir para la tribuna -porque lo peor está por venir- y con el fin de contener una eventual reacción popular. Arrancó el presidente en La Plata con una conferencia de prensa, donde anunció el lanzamiento de un paquete de obras públicas, red de cloacas, agua y urbanización del programa “Argentina Hace” para 40 municipios de la provincia. En rigor se trata de una tercera “reinauguración” del mismo programa lanzado en enero de este año y vuelto a anunciar por el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, en el mes de marzo. Lo mismo hicieron con la “tunelera” Evita. A tono con estas “obras por hacer ”, Kicillof prometió un plan de inversión de 200 millones de dólares en las villas del Gran Buenos Aires. El bloque de diputados kichneristas, por su parte, anunció también un proyecto de ley para fijar en un 12% la alícuota aplicable a los servicios de la banca minorista, con excepción de los que tienen que ver con las hipotecas para viviendas familiares. Mucho ruido y pocas nueces. El “impuesto bonaerense a la riqueza” que menea el kirchnerismo no llegó todavía siquiera a una Legislatura que funciona a media máquina. Estamos frente a un operativo de distracción y contención que tiene como objetivo encubrir el pago de la deuda externa provincial fraudulenta. Lo concreto es que Kicillof reconoció el 97% del capital de la deuda externa fraudulenta, mejoró la oferta de pago al “comité de acreedores” en plazos e intereses, y prolongó las negociaciones en la provincia de Buenos Aires a la espera de una definición de Alberto Fernández y Martín Guzmán con los bonistas buitres por la “reestructuración” de la deuda nacional. Técnicamente en default, Kicillof enviará en los próximos días un pedido de nuevo endeudamiento por 500 millones de dólares y 20.000 millones de pesos, más autorización para emitir otros 8 mil millones de pesos en letras de tesorería. Esta nueva deuda que el gobierno está negociando con Cambiemos para su aprobación legisalativa equivale a todo el presupuesto provincial de salud del año pasado.


La defensa de las condiciones de seguridad e higiene no puede estar en manos del capital y el lucro privado, sino de comités obreros de control con derecho a veto en los lugares de trabajo. Para los trabajadores, la lucha por el control popular de la cuarentena es una cuestión estratégica. Urbanización y sistema de saneamiento de todos los barrios populares financiado con un impuesto especial a la gran propiedad capitalista. Fuera la policía y el ejército de los barrios. Salario mínimo de cuarentena de 30.000 pesos para todos los desocupados. No pago de la deuda externa.