Larreta anunció, en clave electoral, una rebaja de las alícuotas de Ingresos Brutos en CABA para una cantidad de actividades económicas de la industria manufacturera, de la construcción y del sector primario. Si bien no lo informó en su conferencia de prensa, el proyecto también incluye una rebaja del impuesto que rige en la banca sobre las Leliqs y otros instrumentos financieros.

El anuncio lo realizó con dirigentes de las principales cámaras empresariales (Sociedad Rural, UIA, Cámara de la Construcción, Federación de Comercio), dos de las burocracias sindicales más antiobreras del país (la Uocra y la Uatre) y con los candidatos a Jefe de Gobierno por Juntos por el Cambio; estos son Jorge Macri, Martín Lousteau, García Moritán y Graciela Ocaña. Este rejunte muestra las verdaderas implicancias que tiene el proyecto.

Larreta presenta esta baja de impuestos como si se tratara de un beneficio para la población en general. Incluso dijo que traería beneficios para todo el país ya que muchas empresas, a pesar de que realizan su actividad en otras partes, están radicadas en CABA y por lo tanto tributan allí. Si bien el impuesto de Ingresos Brutos es regresivo, ya que las empresas trasladan ese impacto fiscal a los precios de los productos que venden y por lo tanto termina recayendo sobre los consumidores, su reducción tampoco significa un beneficio inmediato para estos, y menos que menos serviría para reducir la inflación.

Resulta que en un cuadro inflacionario como el hay en Argentina, los precios de los distintos productos de esas actividades ya se encuentran afectados por este tributo. Su mera reducción no implica una baja de los precios, sino que da un margen de ganancia mayor para el capitalista, lo que va a perjudicar los recursos de CABA.

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El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires exhibió un superávit fiscal de 131.000 millones en 2022. Este superávit no es resultado de una política “responsable” de Larreta, sino que se dio a partir de un deterioro de las condiciones de vida de quienes viven y trabajan en la Ciudad: el deterioro de la infraestructura escolar y la permanente presencia de ratas, la falta de profesionales de salud debido a los magros salarios, Cesacs y hospitales públicos que no dan abasto y sin la atención necesaria, 400.000 personas viviendo en villas, una política alimentaria cada vez más escasa, y la lista sigue.

Pero este superávit le da margen a Larreta para continuar con una política de subsidios y exenciones impositivas a los capitalistas. A esta reducción de Ingresos Brutos hay que sumarle la reciente reducción a los impuestos que pagan los desarrolladores inmobiliarios, la política de los “distritos” que permite a empresas instalarse en CABA con una reducción en la tributación, entre otros. La contracara es la actualización por inflación del ABL, de tasas y tarifas que también van a la par o por encima de la inflación (subte, peaje, VTV, taxis, etc.)- Entretanto, los trabajadores dependientes del Gcba no reciben aumentos salariales que acompañen a la inflación.

El Frente de Izquierda plantea una reforma fiscal integral. La derogación de impuestos que recaen en el consumo como Ingresos Brutos debe ser acompañada por una reorganización generalizada de los tributos para que paguen las grandes fortunas, las viviendas ociosas, los bancos, el juego, etc. La apertura de los libros de las empresas y el control popular del presupuesto son herramientas necesarias para evitar el vuelco de los impuestos a los precios. La reducción del ABL y de distintas tarifas debe ser acompañada de una suba generalizada de los salarios para que el salario mínimo alcance a la canasta familiar. Esta reforma de impuestos es parte integrante del programa de la izquierda que se planta.

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