La derecha argentina y el intento golpista en Brasil

No pueden ocultar los intereses antipopulares sobre los que se encuentran alineados.

Edición: Prensa Obrera.

La derecha argentina se posicionó sobre la provocación bolsonarista-golpista, algunos exhibiendo un repudio cargado de intereses políticos igualmente reaccionarios, otros directamente apoyando el hecho en cuestión y otros guardando silencio. De una u otra forma, no pueden ocultar los intereses antipopulares sobre los que se encuentran alineados. Veamos.

Jose Luis Espert, diputado nacional por Avanza Libertad, pidió un castigo ejemplar para quienes causaron los disturbios. En tanto, Mauricio Macri, al igual que Gerardo Morales repudiaron la ocupación fascistoide y manifestaron su solidaridad para con Lula. Macri, por su parte, también comparó el accionar violento por parte de sectores golpistas con la movilización popular contra la reforma previsional en 2017, acusando al kirchnerismo de haberla llevado adelante.

Hacer una analogía del carácter golpista del hecho con la enorme movilización popular que enfrentaba la reforma antijubilatoria de su gobierno, y que tanto el 14 de diciembre como el 18 fue brutalmente reprimida, también desnuda el carácter reaccionario de su repudio, desconociendo además que el pueblo argentino se movilizó espontáneamente contra su política de ajuste mientras era el propio kirchnerismo el que le hacía el caldo gordo en el parlamento

Por otro lado cabe destacar que la defensa que hace la oposición de derecha del gobierno brasileño actual no tiene que ver con la defensa de la “democracia”, algo que queda al descubierto, por ejemplo, con el apoyo al golpe en Bolivia (Macri incluso les envió armas) y, más recientemente, compartió el saludo de Luis Almagro (secretario general de la OEA) a Dina Boluarte (actual presidenta de Perú fruto del golpe a Castillo), es decir, Macri es un saludador de golpes de Estado.

Las declaraciones de Macri y Espert tienen que ver con los intereses que defienden dentro del gobierno Lula, el cual cuenta con el apoyo de la gran mayoría de la clase capitalista nacional e imperialista para llevar adelante el ajuste, bloqueando una reacción popular, y se encuentra integrado en gran parte por la derecha brasileña, como el vicepresidente Gerardo Alkmin (el Macri de Brasil), e incluso por funcionarios provenientes del bolsonarismo, como la ministra de Planificación, Simone Tebet. Esta coalición fue cobrando fuerza con las amenazas de Bolsonaro, lo que fomenta este tipo de declaraciones favoreciendo la polarización. Por otro lado  y no menos importante el gobierno de Lula es un aliado de la Otan, en el marco de una guerra.

En tanto, María Eugenia Vidal y Patricia Bullrich solo se dedicaron a utilizar lo sucedido en Brasil para reflotar la pelea con el kirchnerismo por la justicia, ajena a todo tipo de interés popular, y evitar posicionarse. Milei, por su parte, aprovechó para atacar a la izquierda que participó, por ejemplo, de las masivas protestas en Chile contra el gobierno ultraderechista ajustador y criminal de Piñera, lo que desnuda el carácter reaccionario de sus declaraciones.

La defensa del régimen democrático que en esta oportunidad hace la derecha es una muestra cabal de que este es el que garantiza que la burguesía pueda llevar adelante su agenda, contraria a todas las necesidades populares y en favor de los intereses del imperialismo y los capitalistas locales.