La victoria de Javier Milei en las primarias desató un mayor interés por los planteos políticos y económicos del candidato de La Libertad Avanza en los círculos del poder financiero. Este viernes se reunieron el Fondo Monetario Internacional y el equipo del “león” libertario, quien ya anticipó que tiene un programa “más duro” que el que reclama el organismo.

En este marco, en Estados Unidos se acentuaron los cuestionamientos al plan de dolarización que defiende Milei, que es visto como una improvisación. El principal reparo es que Argentina, actualmente con un Banco Central con reservas negativas, no posee los dólares para aventurarse en dicho proyecto. La consultora argentina 1816 estima que, en las presentes condiciones, “el tipo de cambio de conversión para rescatar el pasivo del Banco Central es de 9.944 pesos” (Página 12, 20/4). Una pulverización de los ingresos populares.

Milei argumenta que puede conseguir un préstamo por 40 mil millones de dólares para financiar una conversión menos dañina, pero su propuesta genera dudas en los potenciales prestamistas. Además, Estados Unidos debería dar el OK para que se ejecute.

“Milei tiene razón al pedir una consolidación fiscal masiva para frenar el exceso de endeudamiento y liberalizar la economía para impulsar la productividad. Pero la dolarización sería una apuesta demasiado arriesgada. No hay soluciones milagrosas para los problemas del país, sólo trabajo duro”, sostuvo Mark Sobel, un exfuncionario del Departamento del Tesoro y representante de Estados Unidos en el board del FMI entre 2015 y 2018.

“La dolarización también plantea enormes problemas técnicos: se necesitan dólares para respaldar la dolarización, pero las reservas netas argentinas son actualmente negativas. Las autoridades financieras pierden significativamente toda capacidad de actuar como prestamista de última instancia, lo que sólo puede aumentar la vulnerabilidad del sistema financiero”, añade Sobel.

En tanto, Robin Brooks, jefe del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), calificó directamente a la dolarización como una “idea terrible”.

Sobel objeta también que, a diferencia de Ecuador y El Salvador, que se han dolarizado, “los vínculos entre las economías argentina y estadounidense son pequeños” (El Cronista, 17/8).

Y, más aún, hace una advertencia acerca de los problemas que le trajo a Ecuador la dolarización de su economía: “Ecuador ha importado una fortaleza masiva del dólar estadounidense, ya que el dólar se ha apreciado frente a todas las demás monedas, lo que ha provocado que el crecimiento sea débil y que, a su vez, ha provocado que la deuda se vuelva insostenible” (ídem).

En resumen, estos economistas defienden, en la misma línea del Fondo, un ajuste brutal como receta para asegurar el repago de la deuda externa, pero dudan de la consistencia del plan dolarizador de Milei.

Con su planteo de dolarización, Milei busca transformar a la Argentina en una colonia financiera. Se trata de una improvisación completa que puede tener consecuencias dramáticas, y que deben ser denunciadas ante la población trabajadora.

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