Políticas

28/7/2020

La Matanza: el acuerdo con la iglesia es para bloquear la protesta

E impedir la organización independiente en los barrios.

El intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, se reunió con el obispo de San Justo, monseñor Eduardo García y con curas de distintos puntos del distrito el último viernes. El encuentro se enmarca en la apertura de la cuarentena y es un ejemplo más de la orientación que el gobierno municipal viene construyendo junto con la iglesia “popular” para intervenir en los barrios frente a la crisis económica y sanitaria.

“Nuestros sacerdotes y curas tienen una visión muy cercana a la gente”, dice el intendente en un video difundido en sus redes sociales luego de la reunión, y señala que el rol del municipio es ser “un puente para poder llevar las soluciones que sus comunidades necesitan”. La idea de la iglesia recogiendo los reclamos populares y llevándolos a la intendencia, para que esta despliegue la asistencia necesaria, es falsa. Pero no es absurda.

Concentran las demandas para desviarlas

El obispado de San Justo y sacerdotes de las parroquias ubicadas en las villas y barriadas de la localidad emitieron, a menos de un mes, un comunicado expresando la “necesidad de que exista un Estado inteligentemente presente” frente a la pandemia. Señalaron que los teléfonos oficiales no dan respuestas, los testeos son ineficaces, los resultados demoran, no hay condiciones sanitarias para aislarse en las casas, no hay información certera sobre la cantidad de infectados, entre otros padecimientos que ningún habitante de La Matanza podría negar. La “presencia” del Estado se haría fortaleciendo “la red entre el Estado y las organizaciones comunitarias”, es decir, integrando a los voceros populares de la iglesia al Estado municipal para llevar reclamos y obtener soluciones. Sin embargo, lo que no se nombra es que la iglesia ya es parte de ese “Estado ausente” que pretende criticar.

La Subsecretaría de Culto, la ayuda social articulada con Desarrollo Social, el lugar que tiene en el COE (Consejo Operativo de Emergencia) municipal –el organismo que coordina las acciones en el marco de la pandemia- son espacios concretos que el Estado pone en pie todos los días incorporando a las iglesias, incluida la católica. Hace dos semanas, el COE redactó un comunicado en apoyo a las medidas del gobierno municipal, provincial y nacional ante el Covid-19 donde el mismo obispado, autodenominado “popular” en su comunicado, aparece como firmante junto con clubes locales, hospitales y burocracias sindicales como la Celeste. Contradictoriamente con lo que planteaban en los barrios, suscribieron un balance que decía “hemos reducido las posibilidades de contagio y aliviado la situación de las y los matanceros” con testeos, entregas de alimentos, controles, etc. exitosos. La iglesia, siendo parte del Estado en todas esas instancias, no lleva a la realidad ninguna demanda de los barrios populares. En el COE, Fernando Espinoza articula medidas con la CGT local, con organizaciones sociales y con las iglesias, medidas que son las que impactan finalmente en la población y son el origen de sus problemas. La iglesia ya está en el Estado y es colaboradora de las medidas que de allí salen.

La imagen de una iglesia vocera de las bases populares y la imagen de un municipio que toma los reclamos y ejecuta soluciones está lejos de la realidad. El rol que el Estado le asigna a la iglesia es el de contener a la población en medio de la crisis económica y sanitaria: no es hacer llegar soluciones de fondo a la clase trabajadora, sino concentrar sus demandas para desviarlas. Por eso el mismo Estado, como se puede ver en un video de Espinoza, promueve esa imagen distorsionada en medio de una crisis económica y sanitaria sin precedentes- que salta a la vista en La Matanza- y que sienta todas las bases objetivas para la organización de los trabajadores en las calles contra quienes los someten todos los días a esta miseria.

Gendarmes en las calles y en las casas

La función de las iglesias, además, no se limita a recopilar, diluir los reclamos y bloquear la organización de los barrios frente a la crisis. Cuando el Estado prepara una ofensiva contra la vida de la clase obrera debe redoblar la regimentación social. Son necesarios los gendarmes en las calles pero también en las casas. Cuando el Estado municipal incluye cada vez más a la iglesia porque sería “muy cercana a la gente”, la valida como portavoz de la vida de los habitantes y habilita en esa intromisión las doctrinas que predica. Las consecuencias de la avanzada clerical y antiderecho en los y las trabajadoras, las mujeres y la juventud matancera las hemos denunciado enérgicamente el último 3J.

Ante la crisis económica y sanitaria, el gobierno municipal y la iglesia católica “popular” se preparan para bloquear la organización independiente en los barrios. Esta es la orientación que el gobierno municipal viene construyendo con la iglesia “popular”.

Canalicemos y organicemos lo nuestro

El Partido Obrero desenmascara todos los días la agenda común que el Estado ejecuta con las iglesias. La clase trabajadora es la que debe custodiar sus conquistas y pelear por sus avances, no tiene que delegar ningún reclamo a este sector. Frente a la escalada de la crisis económica y sanitaria que atraviesan los barrios, deben superarse todos los bloqueos a la organización obrera. Organizándose de manera independiente se garantizan los derechos, y se enfrenta a cualquiera que se oponga al avance de ellos.

Es necesario construir en los barrios, en los lugares de trabajo y estudio la organización para cuidar lo que logramos y avanzar en la conquista de lo que nos pertenece, custodiar el cumplimiento de los protocolos sanitarios y combatir cualquier retroceso económico. Debemos defender la dirección combativa de los sindicatos (como la del Suteba Matanza), poner en pie delegados barriales con el Polo Obrero, recuperar los centros de estudiantes con la UJS, levantar un plan de lucha en el movimiento de mujeres con el Plenario de Trabajadoras.