Políticas
12/6/2024
La planta de GNL y el Rigi como muleta estatal al gran capital
El caso del GNL refuta al “topo” de Milei.
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Incluso presionan por beneficios impositivos de las provincias.
En una reciente entrevista el presidente Javier Milei se comparó con un “topo” que destruye al estado desde adentro. Existen mil fundamentos para demostrar, que lejos de eso, es un rabioso estatista en lo referido a la custodia de los intereses del gran capital y el ataque a los intereses de la clase trabajadora y sectores populares. Esto se ve muy claro en uno de los proyectos más emblemáticos de inversión a nivel nacional: la instalación de una planta de GNL (gas natural licuado).
El emprendimiento está en carpeta hace unos años y hoy es impulsado por YPF en asociación con la malaya Petronas. Sirve porque son los propios capitalistas los que reconocen que sin muletas estatales sería imposible concretarlo: “Tenemos que llegar a un precio FOB de exportación de 8 dólares el millón de BTU para poder ser competitivos contra otros grandes jugadores. Sin el Rigi eso es imposible… tiene que ser rentable a bajos precios y de la única forma que se logra es con el Rigi”, dijo el CEO de YPF, Horacio Marin, hombre de Techint (LMN, 11/6).
En el marco de la disputa entre la posible radicación de la planta de GNL entre las provincias de Río Negro y de Buenos Aires, Marin dijo que van a comparar la “provincia que ofrezca mejores condiciones impositivas más allá de la reducción tributaria que pueda traer el Rigi”. (ídem), O sea que el proyecto no solo necesita la muleta del Estado nacional sino además un bastón de los Estados provinciales.
El mismo CEO puso las cifras necesarias para “el proyecto más grande de infraestructura y de producción de la historia argentina”: 48.000 millones de dólares. Esa cifra se compone con: la construcción de “tres gasoductos dedicados de similar envergadura al GPNK, que demandarán una inversión de 6 mil millones de dólares”; “las plantas de licuefacción, con lo cual la inversión global asciende a 30 mil millones de dólares”; y “a eso se debe sumar la producción de gas en Vaca Muerta por unos 18 mil millones de dólares, equivalentes a ocho yacimientos como Fortín de Piedra” (ídem). Es algo de lo que hoy estamos lejos.
El mercado mundial de GNL
Como todo el proyecto de GNL y su exportación pone la mira a partir del año 2030, cabe analizar cómo estará el mercado mundial para aquella meta y qué es lo que ocurre ahora con la nueva capacidad de producción de GNL en el mundo.
Las nuevas plantas de GNL -que se desarrollan en especial en Estados Unidos (el 50% de ese desarrollo) y Qatar, pero también en otros países como Rusia y México- implicarán los próximos tres o cuatro años una oferta internacional superior al crecimiento de la demanda, centrada en Asia y Europa. China es quien encabeza la importación de GNL, pero también atraviesa una disminución marcada de su ritmo de expansión económica. Por lo que hacia 2030 podría haber una sobreoferta mundial del producto.
Eso anularía los cálculos de un precio competitivo de 8 dólares por millón de BTU de YPF. Las petroleras harían lobby por otro Rigi y nuevas concesiones impositivas de las provincias. Del libre juego de las leyes de mercado que pregonan no queda ni la sombra.
Raúl Bertero, vicedecano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, dijo al diario Página 12 el 24 de marzo pasado que “para que Argentina sea competitiva tiene que tener precios de gas natural por debajo de los dos dólares por millón de BTU y el precio del GNL no debería bajar de los 10 dólares”. Hoy el Estado compra gas a las empresas que lo extraen a un precio que casi duplica el que fija el vicedecano, por lo que sumando los costos de licuefacción, fletes, operaciones y regasificación en el país de destino, quedaría entonces muy por encima de un precio competitivo a escala mundial.
Así como la Ley Bases no resuelve los problemas económicos, el Rigi no resuelve los problemas que enfrenta el “proyecto más grande de infraestructura y de producción de la historia argentina”. Más bien los agrava, reforzando un régimen de saqueo del país.