Políticas
30/6/2022
La reestructuración con el Club de París y el “changüí” en plena corrida
Guzmán viaja a Francia para rescatar una deuda usuraria y fraudulenta.
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Guzmán viaja a Francia a reestructurar la deuda con el Club de París.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, viaja a Francia para reestructurar la deuda de USD 2.450 millones con el Club de París, luego de haber aplazado su pago de mayo para septiembre 2024. Se trata de una hipoteca ilegítima y usuraria que el gobierno está empeñado en rescatar.
Recordemos que, por un lado, ese compromiso había sido diferido en mayo puesto que el Banco Central no contaba con los dólares para afrontarlo. A su vez, el gobierno busca con la reestructuración negociar una tasa más favorable que la del 9% que rige en la actualidad como resultado del acuerdo leonino firmado por Kicillof en el 2014. Ahora bien, lo que se resuelva en ese sentido no evitará que los intereses adeudados desde 2019 a esta tasa megausuraria se capitalicen, abultando el peso de la deuda con el Club de París, la cual ha crecido a lo largo de los años a partir de las sucesivas refinanciaciones.
Según trascendidos periodísticos, “las negociaciones están bastante avanzadas”, dando por hecho que el anuncio de reestructuración es inminente. Sin embargo, de ninguna manera destrabará el acceso al crédito internacional -como tampoco lo hizo el acuerdo con el FMI-; únicamente posterga un cuadro de cesación de pagos, que se presentará inevitablemente más adelante, cuando los vencimientos con el Club de París se superpongan con los del Fondo.
De todas maneras, el hecho de que el consorcio de países acreedores no haya empujado a Argentina al default, sumado a la insistencia del FMI para que los organismos multilaterales agilicen sus préstamos programados -motivo por el cual Guzmán tiene previsto reunirse con las autoridades del Banco Mundial- evidencia que el imperialismo todavía no quiere precipitar la caída del gobierno y decide darle un poco de aire en medio de la corrida cambiaria y la crisis de reservas. A su turno, la reunión del miércoles pasado entre Guzmán, el embajador de Estados Unidos en la Argentina, Marc Stanley, y el subsecretario de Estado adjunto, Marc Wells, también dio cuenta de este respaldo.
Sucede que un default sería un golpe de gracia en plena corrida, lo cual casi con seguridad precipitaría una salida anticipada de Alberto Fernández, cuando la clase capitalista carece de una variante de recambio y quien sigue en la línea de sucesión es Cristina Kirchner, una opción que considera menos deseable. La cautela con la que actúa el imperialismo en este asunto es indisociable del escenario convulsivo que atraviesa América Latina, como lo muestra la reciente rebelión ecuatoriana contra el ajuste fondomonetarista o los comicios en Colombia donde el pueblo le asestó una derrota histórica de la derecha.
Lógicamente es un apoyo condicionado y está atado a que el gobierno se atenga a la agenda del capital imperialista. Una tutela colonial que se expresó con toda claridad en el discurso que dio el mandatario argentino en la cumbre del G7, donde condenó la invasión rusa a Ucrania sin cuestionar el accionar de la OTAN, y que incluye seguir a rajatabla la receta de ajuste dictada por el FMI. De este modo, la pretensión es que Alberto Fernández sea el encargado de realizar el “trabajo sucio”, preparando así las condiciones para un recambio político en 2023.
Como vemos, es cada vez más necesario que los trabajadores intervengamos en la situación política con nuestras propias reivindicaciones. La campaña por el paro nacional y el plan de lucha responde a ese objetivo.
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