Políticas

7/10/2020

La situación política y el XXVII congreso del Partido Obrero

Editorial.

Acto frente a Banco Central del FIT-U Ph: Federico Imas

Si algo ilustra políticamente la semana es que se haya decidido al mismo tiempo que la delegación del Fondo Monetario Internacional pisaba la Argentina, que no se pagará la cuarta tanda del IFE a los millones de desocupados arrojados a la miseria por la crisis. La decisión condena nada menos que a 9 millones de personas a quedar sin el ingreso mínimo (menor al de subsistencia) que sirvió para paliar las consecuencias de la crisis. La política social de emergencia para los desocupados quedó así reducida a tres pagos de 10.000 pesos, para una cuarentena que, desde marzo, ya lleva más de seis meses.

El Fondo y la crisis

El gobierno se aferra a la perspectiva de un acuerdo con el Fondo como una tabla de salvación frente a una crisis que no tiene freno. Fernández viene de reunirse con los titulares de las principales cámaras empresarias y de bajar las retenciones a las exportaciones. Aún así, los exportadores no entregan los dólares, que tienen retenidos a la espera de una próxima devaluación. Las restricciones golpean a la industria, que no se reactiva. Solo mejoraron algo las ventas de autos, pero por efecto refugio ante la desvalorización del peso, por parte del exiguo sector con alguna capacidad de ahorro. El hecho de que la emisión que iba a reactivar la economía se haya volcado masivamente al dólar habla a las claras del carácter parasitario de la burguesía nacional, campeona mundial de la fuga de capitales. Es igualmente una tendencia mundial, como lo muestra el fracaso de la reactivación a pesar de los paquetes de rescate.

Ahora, el gobierno comparte con el fondo la perspectiva de equilibrar las cuentas con un mayor ajuste fiscal. Está en carpeta no solamente un nuevo gran zarpazo contra las jubilaciones, sino también un ajuste tarifario de proporciones, así como nuevos golpes contra los salarios de estatales y docentes. El ajuste no solo es cuestión de futuro, se conoció en estos días que el impuesto país (al dólar ahorro) recaudó del chiquitaje $110 mil millones, el 40% del costo de la IFE. La devaluación coronaría estos golpes a las masas, de allí que asusta por el temor a un estallido social.

Mediante el avance con el Fondo y sus concesiones a la burguesía, el gobierno aspira también a capear la crisis política y suavizar sus choques con la oposición patronal. Por eso, al mismo tiempo que larga la “contribución solidaria” a la riqueza, anuncia una rebaja de retenciones, que la compensa con creces, al menos para el sector agrario. El mal llamado impuesto a la riqueza, si se aprueba, deberá pasar el filtro de tribunales, y luego sus ingresos se irán por la ventanilla de la deuda y los subsidios como parte de un presupuesto de ajuste y golpes a las masas. Más que nunca, queda demostrado que no solamente es un proyecto “limitado”: es en realidad una maniobra para distraer la atención del ajuste que se va implementando. El desvelo de Fernández por arreglar con el fondo revela que sus choques eventuales con la burguesía no tienen que ver con ninguna vocación antiimperialista sino con la necesidad de terciar entre intereses capitalistas para rescatar al capital, en una etapa de crisis aguda y choques internacionales. La caja no da para rescatar a todos: hay que elegir y eso implica choques y crisis políticas. Fernández, por otro lado, ordena votar contra Venezuela en materia de derechos humanos después de haberse callado soberanamente la boca respecto de George Floyd y la rebelión contra los asesinatos policiales y la represión de la banda de Trump y los gobernadores demócratas, de los asesinatos de la carabineros chilenos o de los crímenes de la policía de Duque en Colombia. La burguesía, consciente de esta situación, se apoya en las marchas de la derecha para negociar, posteriormente, en los despachos del oficialismo.

Guernica es Argentina

Los millones que este mes quedarán sin IFE son la verdadera cara del país, igual que los despedidos y suspendidos de la industria y las familias sin techo. La expresión más aguda de este empobrecimiento generalizado son las tomas de tierras. Las mismas retratan no solamente una situación social donde el hambre avanza. La situación de las tomas desenmascara la política de alcahuetes de las organizaciones sociales integradas al Estado, que no apoyan a los vecinos de Guernica ni se movilizan contra los desalojos. Deja también expuesta la política de entrega de la burocracia sindical, que pacta paritarias a la baja, suspensiones con rebaja salarial y deja pasar despidos, mientras los trabajadores no llegan ni a pagar el alquiler. Ni hablar de una política para la vivienda popular en el movimiento obrero.

Guernica muestra también la política del gobierno de Kicillof, que entretiene con promesas de “propuestas” mientras no recibe a los delegados y sigue cobijando a la intendenta de los countries que promueve el desalojo y a Berni que lo prepara. El desalojo, por otro lado, fue impedido por la determinación de los sin tierra y la enorme movilización popular, encabezada por el movimiento piquetero independiente, el sindicalismo clasista y la izquierda, contra el desalojo dispuesto judicialmente.

Como en Guernica, en el movimiento obrero la burocracia integrada al Estado actúa como sostén del gobierno contra las masas. El pacto social que no se formaliza pero opera en los hechos guía la acción de la burocracia, que marcha el 17 de octubre a un acto (virtual) con Fernández. El ejemplo más vergonzoso de esta política lo tuvimos con el ¡7%! de aumento para los estatales, pactado por UPCN. En la vereda de enfrente de la pareja de los funcionarios y la burocracia está el activismo opositor en ATE y los trabajadores de la salud, de los docentes universitarios de AGD y Conadu Histórica que pararon y ganaron las calles en movilizaciones masivas en todo el país como lo vienen haciendo los docentes combativos que enfrentan la entrega de la burocracia de Ctera en Misiones o en Santa Fe. Y lo que vale para el movimiento obrero y los desocupados, vale para las mujeres, cuyo reclamo masivo del aborto legal fue nuevamente condenado por los lazos papales del gobierno, sin que se le conozca reacción a las funcionarias del Ministerio de la Mujer.

La gran tarea de poner en pie un frente único para enfrentar todos estos ataques al salario y las condiciones de vida de las masas es una tarea de primer orden. La unidad entre ocupados y desocupados, la deliberación en asambleas, el reclamo a los gremios de plenarios de delegados y congresos con mandato de la base para enfrentar la política de ajuste debe ir marcando el camino para sumar fuerzas. El preencuentro por un congreso nacional de lucha por la tierra y la vivienda que se realizará este fin de semana en Guernica se enmarca en este camino.

El Frente de Izquierda

En esta situación de crisis, al Frente de Izquierda – Unidad le cabe una responsabilidad indelegable: desarrollar un programa y una referencia política y ganar la calle con una alternativa a la política al régimen del Fondo Monetario. El FIT – Unidad es la única fuerza política en condiciones de desarrollar esta posición, que debe plasmarse en una campaña política en regla, que incluya movilizaciones y actos en todo el país. Ganar la calle por un programa para que la crisis la paguen los capitalistas, contra los gobiernos del hambre y la miseria, es la tarea de la hora. No se puede esconder que la situación dramática de los trabajadores no es un resultado eventual de una mala gestión económica. Nos han llevado a esta situación los años de Cristina, luego de Macri y ahora de Fernández. Los últimos diez años han alternado en el poder a todas las fracciones políticas de la clase capitalista que han hecho su contribución para llegar al casi 50% de pobreza que alcanzamos actualmente. Por eso planteamos: Abajo el régimen del hambre y el saqueo de los que gobernaron en las últimas décadas. Por una alternativa obrera y socialista.

Con este planteo, es urgente que la izquierda gane la calle con una perspectiva propia. Las dificultades que nos plantea una situación de polarización entre los bloques políticos dominantes hay que abordarla con un plan de agitación y organización: salir a la pelea por un programa, conquistar voluntades, mostrar lo que está en juego en cada fase de la crisis política y de la lucha de clases. Sólo así se puede apostar a un desarrollo político. El faccionalismo, en cambio, conduce a liquidar la influencia que el FIT Unidad ha conquistado ante las masas. Esta pelea política requiere una delimitación estratégica del nacionalismo oficial, el protagonista principal del plan de ajuste de la clase capitalista y su régimen político contra los trabajadores.

Claramente, está en curso una enorme crisis política. Lo que decidirá la situación es, en última instancia, la conciencia y la organización que los trabajadores pongan en juego en una respuesta propia, de gran alcance, a la ofensiva patronal y del gobierno. El Partido Obrero orientará todos sus esfuerzos a la intervención de la clase obrera en la crisis, contribuyendo a desarrollar una alternativa política de las y los trabajadores en una fase que combina la bancarrota económica, las crisis políticas y luchas populares muy tenaces.

El XXVII Congreso

El XXVII Congreso del Partido Obrero deberá discutir este cuadro político, las consignas y planteamientos para abordarlo, las campañas y nuestro plan de desarrollo. Los delegados y delegadas que participarán del congreso vienen de meses de deliberaciones a lo largo y a lo ancho del país. Y vienen, además, de intervenir en todas las luchas obreras y populares de la etapa. El congreso del Partido Obrero sesionará a días de cumplirse 10 años del asesinato de nuestro compañero Mariano Ferreyra, quien se transformó en un ícono de la juventud militante, que lucha por el socialismo. El Partido Obrero llega a su congreso como un partido de combate y en desarrollo, que discute y elabora cómo poner en pie una salida socialista, desde las tomas de tierras, las huelgas, los piquetes contra el hambre a las luchas fabriles palmo a palmo contra la patronal.

Este carácter de partido de combate, reconocido por propios y extraños, distingue al Partido Obrero en la situación nacional.

El contenido estratégico del debate, por supuesto, no se agota en las luchas cotidianas en las que día a día interviene nuestra militancia. Es el que venimos debatiendo y planteando a lo largo de grandes actividades durante este 2020 – como la Conferencia Latinoamericana y de los EEUU-, y el que pusieron de manifiesto las rebeliones populares que recorrieron Latinoamérica y los Estados Unidos: el agotamiento histórico del capital y la necesidad de estructurar a la clase obrera para luchar por el poder. Finalmente, son los debates que recorrieron toda nuestra militancia en el año atravesando cada consigna y cada campaña, que para el Partido son parte de una batalla por ganar a sectores crecientes de la clase obrera a esta perspectiva.

A 80 años del asesinato de León Trotsky y a 10 del de Mariano Ferreyra, nuestro congreso levantará la vigencia histórica de la lucha por el socialismo y el gobierno de los trabajadores.