EDITORIAL
¿La vida que queremos?
Las fichas electorales se juegan mientras el ajuste sigue. Digamos basta.
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El arranque “oficial” de la campaña electoral trajo consigo los spots televisivos. Resaltó el del oficialismo, orientado hacia la posible vuelta, pospandemia, de “la vida que queremos”. El slogan contrasta con una realidad social a la que no por magra le dejan de llegar malas noticias semana tras semana, cada vez que un índice social sale a la luz.
Números
Según se conoció en estos días, el índice de salarios tuvo una suba del 2,3% en junio. Los precios (acorde a lo que indica el IPC) aumentaron 3,2%, por lo que la merma del poder adquisitivo llegó casi a 1 punto porcentual en 30 días. La caída interanual de la capacidad de compra entre junio 2020 y el mismo mes del 2021 es de 7%. Otro informe estatal, en este caso del Consejo de Coordinación de Políticas Sociales, concluyó en estos días que la pobreza llegó casi al 50% de la población (49,5%), lo que es lo mismo que decir que en Argentina hay algo así como 22,7 millones de pobres.
La consultora Equilibra, dirigida por el peronista Diego Bossio, indicó en un estudio publicado recientemente que durante el gobierno de Alberto Fernández se perdieron un poco más de 400.000 puestos de trabajo y que hoy, con un salario promedio, se pueden comprar 55 kilos menos de asado que el día que el presidente asumió. El problema del empleo no termina allí: un informe sobre la cuestión social del Instituto Di Tella sostiene que la tasa de informalidad llegó al 51,8% de los ocupados en el cuarto trimestre del 2020, es decir, a casi 8.600.000 personas (El DiarioAr, 8/8). Solamente viendo algunos números se observa que “la vida que queremos” no es esta.
Solo una situación semejante puede generar que el gobierno “festeje” una posible estabilización de la inflación cerca del 3%. Parte de un escenario de “variación interanual” altísimo (50,2% de junio a junio). El “rebote económico” del cual habla el ministro Martín Guzmán en sus giras por el país está dado a partir de una apertura económica en contraste con la cuarentena del año anterior. No obstante, todavía se mantiene más de 6 puntos abajo que el 2019, momento en el que las crisis económicas no faltaban.
Además, el escenario futuro configura más inconvenientes. El gobierno acaba de poner en marcha el “tarifazo segmentado” de la luz y post-elecciones buscará desarmar su esquema de subsidios, lo que dará lugar a más aumentos. La presión devaluatoria no terminó: la “tregua” del paralelo no evita que haya brechas del 75% para los tipos de cambio financieros. Este cuadro puede empeorar con la variante Delta en el país, con el 80% de la población sin la vacunación completa. Pero el plan es del Fondo. Como dijo el ministro de ambiente Juan Cabandié, aunque haya que contaminar.
El que quiere contener a cualquier santo le reza
Frente a este cuadro, no es ilógico que la palabra “contención” haya aparecido y sido discutida en muchos portales políticos. La marcha de San Cayetano del sábado pasado expresó la contradicción entre el deterioro de las condiciones de vida (pobreza, desempleo, precarización) y un escenario de “apoyo al gobierno” responsable de esos índices, con la quita del IFE, la reducción del déficit fiscal al 0,5% y el ajuste en general.
Los “reclamos positivos” de Grabois, Pérsico y la Utep juegan un papel político fundamental: darle cualquier curso al descontento de las masas que no sea ni contra el gobierno ni contra su pacto con el FMI. Quizás el que mayor lo evidenció fue Daniel Menéndez, referente de Barrios de Pie, funcionario y candidato del Frente de Todos en la provincia de Buenos Aires, que en un reportaje radial sinceró: “no tenemos reclamos”.
No hay que dejar de ver que seguramente la movilización apunte cierto descontento del sector de los “movimientos sociales” oficialistas con el cierre de listas y la incertidumbre sobre qué rol iban a tener luego de la asunción de Juan Zabaleta en Desarrollo Social. Estas últimas dudas se disiparon con velocidad: se quedan en las oficinas y continúan como funcionarios. solo cambió el jefe. La designación de un dirigente del PJ tiene un significado concreto: un guiño a los intendentes, históricamente peleados con las organizaciones sociales (oficialistas y opositoras) y beneficiarios de los “trabajos precarios” de la municipalidad, y una impronta de fuerte mano dura antipiquetera, en un cuadro de convulsión.
Esa contención, más allá de alguna disputa interna, el gobierno la vende al exterior. En el marco de la llegada de Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional estadounidense, se puso eso de manifiesto. Insistió el enviado de Biden con la necesidad de que el abastecimiento logístico antártico en Tierra del Fuego sea financiado con el presupuesto nacional (y no con fondos chinos) y con la participación norteamericana (OCDE) en la Hidrovía. En ambos tuvo el visto bueno de la delegación argentina. Pero, además de esos pedidos, Sullivan también planteó que el Ejecutivo argentino se siente en la mesa de negociación que quiere armar por Venezuela. El escenario regional inestable hace que el imperialismo yanqui vea con buenos ojos al gobierno de Alberto Fernández, que todavía no pasó por un proceso similar al de Chile, Colombia, Ecuador, Perú, para sostener su dominio en el continente. El papel del flamante ministro de Defensa, Jorge Taiana, conocedor de la OEA y las “misiones de paz”, apuntará hacia allí.
Divino tesoro
El descontento con la situación social hace que el oficialismo se preocupe por el “voto joven”. Por eso, desde Tecnópolis, lanzó la “semana de las juventudes” y anunció un paquete de medidas. Todas ellas son mayormente cosméticas. El plan “Juana Manso” incluye el reparto de 600.000 computadoras que hace rato fueron anunciadas y no llegan. Recordemos que solamente repartieron 121.000 computadoras con un año y medio de pandemia y un millón de pibes y pibas fuera del sistema escolar “virtualizado”. Por otra parte, el “Argentina Programa” es un subsidio para la carrera de Programación que solamente se otorgará a quienes “avancen en el curso” (no sabemos cuánto) y a quienes tengan un dispositivo electrónico. Teniendo en cuenta que hay 6 millones de pibes y pibas en Argentina con problemas de conectividad según los números oficiales, la medida no suena muy ambiciosa.
Estos anuncios se dieron días después del enorme acampe con 10 mil pibes frente al Ministerio de Educación Nacional (Pizzurno). Ante la falta de respuestas por parte del gobierno (que por ahora solamente contestó ambigüedades, sin salidas concretas), el método es la organización. El contraste con aquellos que hace rato priorizan el FMI por sobre los jóvenes es inmenso.
A su vez, frente al descontento de la juventud con esta situación y al fracaso del macrismo, un grupo de ultraderechistas como Javier Milei y José Luis Espert buscan levantar cabeza. Apuntan sus cañones a este sector con la fachada atractiva del mote de “libertario”, diferenciándose del Frente de Todos y Juntos por el Cambio. Escarbando con rapidez es sencillo dilucidar que tal concepción es un disparate.
Sus listas están compuestas por una defensora de genocidas (Victoria Villarruel), exfuncionarios macristas (Clara Malbrán, Carolina Píparo y Oscar Lago), gerentes (Roggio Durini, ex Techint) y hasta un brigadier retirado (Jorge Reta). Son abiertamente antiderechos, antivacunas y hasta niegan el cambio climático. Con ellos volvería la prohibición del aborto conquistado por la lucha de millones de mujeres.
Proponen eliminar los impuestos, pero se pronuncian a favor de sostener el pago de la deuda. ¿Cuál es su salida entonces? Privatizar la salud, la educación y cualquier servicio público. El reconocimiento al gobierno de Menem va en esa sintonía.
Solamente con tanques en la calle se puede llevar adelante un plan de estas características. Los elementos fascistoides, casi hitlerianos, de sus discursos no son casualidad. El huevo de la serpiente tiene que ser combatido. Siguiendo sus palabras, Milei no es ni cordero ni león. Es un flor de ajustador.
Como dice el “Chiqui”
La campaña del Frente de Izquierda-Unidad es para enfrentar el ajuste y el pacto con el FMI, no solo porque en cada decisión del gobierno está la mano del Fondo sino porque la situación empeorará cuando se firme formalmente el pacto que ya tiene lugar. Esta pelea avanza en todo el país y tendrá este sábado un plenario de la Coordinadora Sindical Clasista en Parque Lezama, con 150 candidatos clasistas del movimiento obrero, ocupado y desocupado que aporta el PO a las listas del FIT Unidad. Esto pone de relieve que somos la representación física, programática y política de la clase obrera en lucha. También pondrá en pie un acto de la juventud de CABA, con cientos de pibes y pibas copando Parque Avellaneda. En las últimas semanas hubo actos con 500 jóvenes en grandes concentraciones de pibes y pibas en Córdoba, Caleta Olivia y otros puntos del país. Las agitaciones en cada esquina crecen a todo motor.
Una de las novedades que tuvo esta semana el FIT-U fue el lanzamiento de su spot con la impronta de la serie Okupas. Más allá del ingenio, el interés que ha despertado no es casual: el ambiente de falta de perspectiva y ajuste de la Argentina de principios de siglo está hoy más presente que nunca. En ese sentido, para tener “la vida que queremos” no se puede seguir apostando a los que se alternaron en la Rosada los últimos tiempos o quienes piensan hacerlo con el ajuste como bandera. Por eso, cuando en el mencionado video le preguntan al personaje “Chiqui” a quién va a votar, responde, sin dudarlo: “si hay lucha yo estoy, Pollo”.
https://prensaobrera.com/politicas/las-boletas-del-fit-u-lista-unidad-de-la-izquierda-y-el-partido-obrero-provincia-por-provincia/