Políticas

6/5/2021

Las tareas de la izquierda en Córdoba

El gobierno de Schiaretti se ha lanzado con todo a la campaña electoral. Con la consigna “Córdoba no para” trata de encubrir en primer lugar la grave crisis social y sanitaria en la que se encuentra la provincia, donde más del 40% de la población se encuentra en la pobreza, como consecuencia principalmente de la degradación de los salarios y de la desocupación y precarización laboral crecientes. En segundo lugar, y más importante aún, la consigna es un mensaje directo a la clase capitalista, pues el gobierno lleva a fondo el programa de saqueo, explotación y depredación ambiental que esta reclama.

Los ejes principales del programa de Schiaretti giran alrededor de los grandes negociados capitalistas en la provincia. Una cuestión central es la obra pública, financiada en su totalidad con endeudamiento dolarizado y destinada a brindar la infraestructura que favorece esos negocios. Como ejemplos hay que mencionar el anuncio de construcción de 20 parques industriales adicionales en tierra cordobesa, o la “autovía de Punilla” donde ganan el capital financiero, la patria contratista con el sobreprecio, los empresarios inmobiliarios y turísticos, y los sojeros con el “corredor bioceánico” para facilitar las exportaciones a China y Asia.

Mientras tanto la clase trabajadora sufre las gravísimas consecuencias sociales de esa política. En 2020, en plena cuarentena, Schiaretti aprovechó la oportunidad para imponer el robo más grande de la historia a las y los jubilados cordobeses. También en cuarentena profundizó su ataque al salario de docentes y empleados públicos pactando aumentos muy por detrás de la inflación. El caso más extremo es el de Suoem (municipales de Capital) donde la masa salarial tuvo un retroceso del 11% nominal y de más del 50% real, en el último año. El aumento de la especulación inmobiliaria deja a más de 300 mil familias sin vivienda y la depredación ambiental, los agrotóxicos y los incendios crecen con la velocidad de la extensión de la línea sojera. Ni que hablar de la situación de las mujeres trabajadoras y en especial, las más pobres.

La aplicación de ese programa rabiosamente capitalista contra el pueblo trabajador se desenvuelve con el acompañamiento del gobierno nacional y de la oposición de derecha (macrista-UCR), y por sobre todo de la burocracia sindical. Unos días después del robo jubilatorio, Alberto Fernández saludaba al “Gringo” por su desempeño en la pandemia. Los legisladores que responden al gobierno nacional de los Fernández apoyaron toda la línea antiobrera de Schiaretti. Las diferencias de Schiaretti de con el PJ-kirchnerismo pasan por otro costado, y tienen que ver con el alineamiento a los distintos bloques capitalistas que se enfrentan en la crisis.

Frente a esa política se vienen desarrollando importantes luchas obrera y populares. En mayo de 2020 caracterizamos desde Prensa Obrera una “Córdoba Caliente”, por el nivel de huelgas y movilizaciones que se establecieron contra la agenda oficial. Para dividir, aislar y contener esa intervención de la clase obrera, el gobierno y las patronales contaron con la burocracia sindical, que de conjunto fue haciendo pasar la reforma jubilatoria (CGT), los descuentos salariales, por ejemplo en municipales, y los despidos, que se contaron de miles como es el caso de UEPC (docentes). En esa contención también participó la burocracia “piquetera”, como el Movimiento Evita que integra el gobierno de Schiaretti.

Igualmente, aguerridas luchas se fueron abriendo paso triunfando en la provincia. En primer lugar, hay que mencionar al Sitram (municipales) de Jesús María y al Sutna (neumáticos) que lograron los mejores acuerdos salariales con aumento real por sobre la inflación, y la ola verde que tuvo gran convocatoria en el distrito. La más importante ha sido la del movimiento piquetero y de las ocupaciones de tierras que enfrentaron directamente la brutal represión, como sucedió en Barrio Estación Ferreyra. Gran parte del crecimiento extraordinario del Polo Obrero en la provincia, que tiene una capacidad de movilización superior a 6.000 activistas en las calles y organiza 100 asambleas barriales, se debe a su protagonismo en esas luchas. Otras luchas muy importantes no han logrado aún sus objetivos, pero se mantienen vigentes como es el caso de las y los trabajadores de Salud, donde se desarrolla todo un proceso asambleario.

Las tareas de la izquierda revolucionaria se desprenden de esta situación contradictoria. Por un lado, es fundamental que la izquierda impulse y sea protagonista de las luchas obreras y populares con el método del frente único, para pelear y ganar las batallas que tenemos contra la clase capitalista, la burocracia sindical y el gobierno patronal. Por el otro, es fundamental establecer un gran bloque político obrero y socialista inserto en esas masas que luchan. La izquierda debe bregar para convertir esa marea de activistas que van a la lucha de a miles, en militantes políticos de clase, en militantes socialistas. De esa forma abriremos paso a una verdadera salida de las y los trabajadores a la crisis mortal del capitalismo.

Pero esta conclusión y postura no es común a todas las fuerzas que integran el Frente de Izquierda Unidad. Ya hemos señalado en artículos que partidos que integran el FITU “adoptaron como política no identificarse con el movimiento piquetero y darle la espalda”, desconociendo el alcance de esa lucha y la importancia del papel que juega la izquierda revolucionaria en ella. El evidente objetivo “electoralista” que presenta este accionar, más allá del oportunismo, desconoce que históricamente el ascenso de una fuerza revolucionaria está marcado por el ascenso de las luchas de los explotados y su maduración política. Lo contrario es disolución política en unos de los bandos de la burguesía. Quien más lleva adelante esta posición es el MST. Su legisladora Luciana Echeverría sigue proponiendo la disolución de la izquierda revolucionaria en un armado más “amplio”, de contenido burgués, como el que integraron con Luis Juez por varios años.

La rebelión obrera y popular contra el colapso social, sanitario y económica del capitalismo viene dando grandes pasos en Latinoamérica. El levantamiento y la huelga general del pueblo colombiano que se desenvuelve por estos días, merece toda nuestra atención, por la solidaridad incondicional que nos merece y porque preavisa el futuro que enfrentaremos. La gran lucha autoconvocada de la salud neuquina también la entendemos en el mismo sentido. Para abordar los grandes desafíos que tenemos es necesario avanzar en un congreso del Frente de izquierda Unidad, en Córdoba y en todo el país.