Políticas

22/7/2022

Los anuncios económicos de un gobierno inmóvil frente a la corrida

Medidas inocuas mientras se redoblan las presiones devaluatorias.

Imagen: Télam.

En medio de una crisis de reservas del Banco Central, donde las de libre disponibilidad se encuentran en terreno negativo, y de una presión cada vez más fuerte sobre los tipos de cambio paralelos, cuyas cotizaciones cruzaron la barrera de los $330, el gobierno tira “manotazos de ahogado” que no aportan ninguna solución a este descalabro.

En primer lugar, con la finalidad de robustecer las raídas reservas, el gobierno les habilitó a los turistas extranjeros la posibilidad de vender sus dólares en el circuito formal -en lugar de venderlos al blue- a un tipo de cambio similar al MEP, en vez de pagarlos al oficial. Se asemeja a la disposición lanzada en octubre 2021, pero ahora, en lugar de exigirle al turista que se abra una cuenta bimonetaria para realizar dicha operación -desde ese momento a esta parte ninguna fue abierta-, este solo deberá acudir a un banco o a una casa de cambio para vender sus dólares.

Ahora bien, es improbable que esta medida funcione, ya que los turistas extranjeros preferirán ahorrarse el tedio que significa acercarse a un banco o casa de cambio, completar una declaración jurada, etc. para cambiar sus divisas a un precio similar al que encontrarían recurriendo al mercado blue en una cueva o “arbolito” en la calle. A su turno, la iniciativa podría recalentar la cotización del MEP, incluso la del dólar blue en caso de que se reduzca la oferta, agrandando aún más la brecha cambiaria. Por otra parte, se trata de una suerte de desdoblamiento cambiario, lo cual acentúa las expectativas de devaluación, y, por consiguiente, las especulaciones capitalistas alrededor de ello.

En segundo lugar, el Banco Central estableció que las empresas que tienen acceso al mercado oficial de cambios no podrán tener posiciones en Certificados de Depósito Argentinos (Cedear) superiores a los USD 100 mil y no podrán operar con estos instrumentos en los 90 días previos ni hasta 90 días después de adquirir dólares oficiales. Los Cedear son una especie de acciones de compañías foráneas que se pueden comprar en pesos en la Bolsa local y venderlas en una Bolsa del extranjero (generalmente la de Nueva York) a la cotización del dólar Contado Con Liquidación, cuyo precio se obtiene, a grandes rasgos, dividiendo el precio de compra en Argentina con el precio de venta en la plaza extranjera, y está sujeto a las oscilaciones de la oferta y la demanda.

Este tipo de operaciones que realizan las empresas para girar divisas al exterior hacen saltar la cotización del dólar CCL, que es lo que el gobierno pretende combatir añadiendo restricciones a la compra de Cedear. Sin embargo, mantiene intacta la compra-venta a través de la Bolsa de todo el resto de las acciones y bonos mediante la cual se obtienen dólares financieros, con lo cual, la medida descripta será completamente inocua a los fines de contener la brecha cambiaria. En ese sentido, el Banco Central seguirá dilapidando divisas para intentar mantener a raya los tipos de cambio paralelos que presionan sobre el oficial -en el mes ya lleva vendidos con esa finalidad USD 898 millones de las reservas.

Mientras tanto, el Banco Central incrementó la venta de dólar a futuro, que ya asciende a 1,3 millones de contratos, en función de mitigar las expectativas de devaluación. Entonces, vende a futuro un dólar por $160/$170 a 90 días (barato, teniendo en cuenta que hoy el oficial llega a $136), y, si en ese plazo la cotización oficial es menor al monto pactado, la parte compradora deberá depositar en el BCRA la diferencia, pero si es mayor, será la autoridad monetaria la que le pague la diferencia al comprador. Puede salir el tiro por la culata, dado que los especuladores que adquieren estos contratos a futuro redoblan las corridas cambiarias para apurar una devaluación y salir ganando. Además, es una compromiso de venta de dólares cuando la situación de las reservas es sumamente delicada.

A su vez, consiste en un negocio fabuloso para la banca y fondos de inversión, ya que utilizan sus posesiones en bonos CER como garantía para sacar un crédito a tasas bajísimas en el mercado de caución para comprar estos dólares a futuro que vende el BCRA a precio módico. Al mismo tiempo, como el Banco Central se encarga activamente de revalorizar los bonos CER apelando a la emisión monetaria para comprarlos, con los rendimientos que obtiene el capital financiero por dichos instrumentos llega a cubrir toda la “inversión” destinada a los dólares a futuro. Es decir, es un subsidio indirecto del BCRA a los especuladores para que apuesten contra el peso.

Por otro lado, en función de desalentar el acopio de granos, la ministra Batakis anunció que los productores que comercialicen en las próximas dos semanas al menos dos camiones de soja recibirán dos bolsas con semillas de girasol -las cuales escasean tras el estallido de la guerra en Ucrania- y una tarjeta para cargar gasoil con cupos ilimitados en las estaciones de servicio de YPF, frente al faltante de dicho combustible. Al capital agrario, que exige una rebaja en las retenciones y liquidar sus divisas a un precio más alto como condición para dejar de retener la cosecha, los anuncios oficiales no lo complacieron.

Para colmo, el oficialismo, que apuntaba a atesorar divisas con la llegada de nuevos préstamos provenientes de organismos multilaterales, ahora se encuentra con que el Banco Interamericano de Desarrollo trabó todas las líneas de crédito previstas para Argentina, lo cual cuestiona más todavía el cumplimiento de la meta de acumulación de reservas pautada por el FMI, acercándonos cada vez más a la cornisa del default. Lo cierto es que el acuerdo con el Fondo no solo pone al país como rehén de los compradores de deuda en pesos sino también del capital financiero imperialista.

Como se ve, el inmovilismo del gobierno frente a este desmadre es total. Sucede que, en lugar de confrontar con los capitalistas responsables de la corrida y la fuga de dólares, busca disuadirlos otorgándoles nuevos incentivos, lo cual se ha demostrado absolutamente infructuoso. De este modo, los dueños del poder continúan amasando fortunas bajo el amparo gubernamental, mientras las consecuencias de la devaluación y el saqueo que promueven las pagamos los trabajadores con peores condiciones de vida. Por eso, debemos abrir paso a una salida obrera y popular a la crisis; lo cual implica, en primera instancia, ganar las calles por un paro nacional y un plan de lucha en defensa de nuestras reivindicaciones.