Políticas
17/1/2025
Los capitalistas argentinos embolsaron gran parte del pago de 4 mil millones de dólares a los bonistas
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Foto: Meta.
Lo ocurrido luego del pago de U$S 4.341 millones a los bonistas privados que ingresaron al canje de 2020 ejemplifica cómo los «buitres» de la deuda externa argentina no son solamente agentes foráneos sino que también anidan dentro de las filas de la burguesía nacional.
Resulta que los depósitos privados en dólares venían decayendo desde que finalizó el blanqueo en noviembre del año pasado. Ahora bien, esa salida de divisas se interrumpió en 9 de enero «con un repunte de u$s 526 millones en una sola jornada» (El Cronista, 15/1), tras el pago a los bonistas privados. Como vemos, parte de estos últimos son residentes argentinos que procedieron a depositar en sus cuentas bancarias locales los dólares recibidos mediante el cobro de dicho vencimiento. Un desembolso cuya contrapartida fue más endeudamiento vía Repo y un ajuste feroz al pueblo.
Estamos ante a una clase capitalista nativa que es acreedora de deuda externa argentina, y, como tal, es partícipe del saqueo que implica el rescate de esa hipoteca usuraria. Cada desembolso para hacer frente a los vencimientos significa una mayor sangría de reservas, lo cual conduce a recurrentes tensiones cambiarias y a contraer nuevos préstamos. Aquí no resulta perjudicada la «patria» en su conjunto, sino los trabajadores que habitan en ella mientras buena parte del empresariado local sale ganando.
La estafa de la deuda externa constituye sin dudas uno de los múltiples mecanismos de fuga de capitales. Los capitalistas criollos hacen uso de todos ellos, al punto que la formación de activos de residentes locales en el exterior alcanza los U$S 454.886 millones, según el Indec. Finalmente, el problema del país no es la «falta de dólares» sino el drenaje constante de divisas por esta vía.
Debemos mencionar que, al día siguiente, fueron retirados U$S 59 millones de los depósitos, «lo que indica que parte de las fondos enviados fueron devueltos rápidamente a a los brókers para reinvertirlos (en activos financieros), aunque una parte pudo haberlos retirado del sistema» (Ídem). Evidentemente, estos empresarios no tienen en sus planes realizar inversiones productivas en el país; por el contrario, prevén seguir lucrando con la deuda externa -a costa de las reservas- o fugar los dólares al exterior. A todas luces, la «huelga de inversiones» no es el resultado de un supuestamente elevado costo laboral, como afirman las patronales para justificar reformas antiobreras, sino del parasitismo capitalista.
Muy probablemente desarmen esas tenencias en dólares para ingresar a la redituable bicicleta financiera montada por Milei y Caputo. La cual acaban de reforzar con la decisión de no bajar las tasas en pesos y de disminuir el ritmo de devaluación al 1%. Lo cierto es que un puñado de popes argentinos estuvieron de parabienes con el carry-trade, como lo demuestran los resultados netos (que incluyen la actividad financiera) extraordinarios que obtuvieron firmas como Mirgor (268.375%) de la familia Caputo, Compañía General de Combustibles (+2.330%), Tecpetrol (+780%), Mastellone Hermanos (+1.109%) y Telecom (+1.017%) en los primeros nueve meses de gobierno libertario, según el informe elaborado por el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas.
En contraste con estas ganancias extraordinarias a instancias de la timba financiera, los ingresos populares empeoran día a día. Definitivamente, la salida para los trabajadores no puede ser ir a la rastra de la burguesía nacional que se enriquece desplumando las reservas y que no duda en descargar la crisis a través de despidos, salarios a la baja y flexibilización laboral. Es necesario construir una alternativa independiente que destine sus esfuerzos en derrotar en las calles la ofensiva capitalista en curso y abrir un rumbo de desarrollo y bienestar para las mayorías.
