Políticas

2/9/2021

Los dichos de Vidal encubren que el Estado es el garante del narcotráfico

Sobre sus declaraciones alrededor de la legalización de la marihuana.

Imagen: FiloNews

La exgobernadora de la provincia de Buenos Aires y ahora candidata porteña a diputada nacional de Juntos por el Cambio, María Eugenia Vidal, afirmó una frase polémica ante FiloNews. Al ser consultada sobre la legalización de la marihuana, dijo que se opone porque “no es lo mismo fumarte un porro en Palermo un sábado a la noche que en la 21-24, en Villa Zabaleta, en la 1-11-14, rodeado de narcos que te ofrecen, sin oportunidades, sin ir a la escuela o habiéndola dejado”. En su afirmación pretende adjudicarle al cannabis un atributo que es propio del Estado, y ocultar los vínculos del mismo con el narcotráfico. “La puerta de entrada” a otras drogas nocivas es la policía, el Estado de conjunto y su vinculación con la delincuencia; pero con su demonización pretende desviar esta cuestión.

Entre un joven pudiente y uno hundido en la miseria, partiendo de las diferencias que refieren a todos los aspectos de la vida material, claro que la utilización de drogas es radicalmente distinta. Si bien el consumo problemático y las adicciones se encuentran en las distintas capas sociales, es “el pibe de la villa” el que se lleva la peor parte. El “pibe de Palermo” no será mayormente perseguido y hostigado por la policía con la misma brutalidad, ni usado por la cana para delinquir (como ocurre en los barrios populares), y sobre todo cuenta con mayores recursos de contención. Pero adjudicando la cuestión solo a lo que ofrecen los narcos en las villas, Vidal está barriendo bajo la alfombra que los gobiernos, el Poder Judicial y las fuerzas de seguridad son responsables (e incluso necesarias) para el funcionamiento del tráfico de drogas.

“Mariú” dice que la marihuana es una puerta de entrada a otras sustancias. Ese concepto fue acuñado por la doctrina de guerra contra las drogas iniciada en la década del 50′ en Estados Unidos. Los gobiernos capitalistas se valen de ella para perseguir, reprimir y judicializar a los consumidores, tachando la red que garantiza la impunidad para operar a las redes de narcotráfico y al delito organizado en general. Vale recordar que bajo su mandato en la provincia de Buenos Aires se produjo un tiroteo entre la policía Bonaerense y la Federal, que reveló un entramado de cajas negras y cobro de coimas al narcotráfico en el que estaban involucrados al menos 60 efectivos de la fuerza provincial, lo cual demuestra un modus operandi. La “guerra contra las drogas” terminó en un escandaloso desarrollo internacional del narcotráfico. La incursión militar estadounidense en Afganistán acrecentó particularmente este negocio y a una burguesía ligada a este delito internacional.

En la Villa 1-11-14 que menciona Vidal, popularmente conocida como “el Bajo Flores”, funciona una de las bandas narco más importantes del país; y actúa con la zona completamente liberada. Hay un predio que es de las cocinas de paco más grandes a nivel nacional. Y mientras en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires las villas están militarizadas con la Gendarmería, con el resultado del hostigamiento y la represión a los pibes (como demostró el asesinato por la espalda de Facundo Scalzo, de 20 años) los narcotraficantes procesan los desperdicios de la elaboración de la cocaína y se lo venden a la juventud a plena luz del día. Convierten a los pibes de los barrios en zombies a los ojos de todos, incluidos los gendarmes. Y terminan siendo las madres contra el paco las que luchan por sus propios medios contra el narcotráfico y contra el Estado que les garantiza el negocio y los protege.

Kicillof cruzó a su antecesora, y dijo que estas declaraciones “explican bien por qué se volvió a Capital”, como si en suelo bonaerense no hubiera también un contraste brutal entre ricos que viven en zonas residenciales o countries (como la candidata Tolosa Paz) y un 60% de pibes que no comen regularmente. Es lisa y llanamente una negación abierta de una disparidad de clase que cada vez se exacerba más. Aunque más desafortunada fue su declaración porque durante su gestión se mantiene la detención de los 14 jóvenes de Puan imputados como “narcotraficantes” por cultivar marihuana para consumo propio; o el caso de Daniel Tornello, que fue detenido por poseer 70 plantas que utilizaba para fabricar aceite de cannabis para su esposa epiléptica. El ministro de Seguridad bonaerense, el facho Sergio Berni, publicó un video de su detención haciendo gala de su “lucha contra el narcotráfico”. Sin embargo, no estaba probada ninguna venta por parte de Tornello, como sí estaba corroborada la condición médica de su cónyuge.

Para más aún, hace muy poco se produjo un tiroteo en Florencio Varela entre dos bandas dedicadas a la comercialización de droga. Los propios vecinos relatan que prácticamente todas las noches llevan a cabo la venta en el mismo lugar, pero, a pesar de las advertencias y las denuncias, la Bonaerense nunca se hace presente para detenerlos. Complicidad alevosa y explícita. Inclusive, en el día de hoy se conoció el caso de un comisario retirado de esta fuerza provincial que fue detenido mientras efectuaba un pago de $200.000 para librarle la zona al narcotráfico en Hurlingham. Lo cual da cuenta de que el entrelazamiento es un hecho inobjetable.

La exgobernadora no es original al querer atribuirle a la marihuana la responsabilidad que le cabe a los gobiernos y al Estado. El consumo problemático de cannabis y otras drogas y sustancias (como por ejemplo el alcohol) es un flagelo que se explica por el miserable régimen social en que vivimos, que coarta un futuro para la mayor parte de los jóvenes. Los intentos en danza acerca de la legalización de la marihuana apuntan a replicar las experiencias de otros países (como Uruguay), donde en definitiva se trata de convertir el negocio millonario del narcotráfico en una rama más de actividad lucrativa de los capitalistas.

En este régimen social miles de millones venden su fuerza de trabajo para que el resultante les sea confiscado por una clase social parasitaria. Sobre esa base de alienación todo consumo puede tender a volverse problemático. Pero el capital y sus Estados, que hacen negocio con el narcotráfico, persiguen a sus consumidores como si fueran delincuentes. Contra ello es que el Frente de Izquierda – Unidad reclama despenalizar el consumo de marihuana y la derogación de la ley de drogas 23.737 de la dictadura, la libertad para todos los usuarios detenidos, a la par que exige presupuesto para políticas de reducción de riesgos y daños, como la realización de campañas reales de información y concientización, y el reforzamiento de la capacidad del sistema de salud de contener las adicciones.

La lucha contra el narcotráfico es parte de una batalla de fondo contra la descomposición social capitalista, contra los empresarios que sacan tajada (como los bancos blanqueando sus activos) y contra todos los Estados y los gobiernos que con una mano cobran coimas de los narcos y con la otra le disparan a los pibes que consumen.