Políticas
22/1/2025
Mar del Plata: Montenegro contra los trapitos
Organicemos la lucha por trabajo genuino.
Montenegro contra los trapitos.
En el lanzamiento de la campaña electoral, Guillermo Montenegro (JxC), intendente de Mar del Plata, desplegó un violento operativo de persecución hacia cuidacoches y limpiavidrios, que viene a profundizar su ataque previo contra personas en situación de calle. Enfilado detrás la política represiva del gobierno nacional, el intendente armó un Cuerpo de Patrulla Municipal (CPM) que, junto con Tránsito, la Secretaría de Seguridad y la Policía de la Provincia persiguen, detienen y violentan físicamente a los trapitos y a quienes duermen en la calle. En esta línea, compró armas químicas para el municipio con una capacitación para el personal de 48 horas.
Cada operativo es acompañado por videos y declaraciones en las redes en las que se mofa de sacar “fisuras” y “foráneos” y otros términos despectivos que generan un clima social de violencia contra los sectores más vulnerables de la ciudad. Es toda una campaña mediática del horror, con la que Montenegro actúa al mejor estilo Bullrich (como también Jorge Macri en la ciudad) y opera en la interna de Juntos por el Cambio posicionándose como el mejor alumno del modelo de represión y persecución, sobre la base de negar la responsabilidad de su política en el crecimiento de la pobreza en la ciudad.
A tal punto niega la pobreza que sostiene que casi no hay personas en situación de calle y que son “foráneos” traídos por “los piqueteros o los K” para llevarlos a las movilizaciones (¡como si los K movilizaran!). Con ese argumento desmanteló los puestos de la histórica feria de artesanos de la diagonal, alegando que era un hotel para “fisuras.”
Mar del Plata es conocida por ofrecer sueldos de $300.000 por jornadas de trabajo interminables y sin francos, incluso en las grandes cadenas internacionales que desembarcaron en los últimos meses y con las que Montenegro se jacta de “la ciudad de sí”. Sí para explotar y beneficiarse con excepciones impositivas y especulaciones inmobiliarias. No para salarios dignos ni para rebuscárselas para sobrevivir en la más completa precarización.
Montenegro está terminando su segundo mandato y quiere jugar un papel más importante. El año pasado corrieron fuertes rumores de que aspiraba al Ministerio de Justicia y ahora a la gobernación. Todos los medios levantaron su posición en la reunión de Juntos por el cambio, en la línea de Juez y Valenzuela, de presionar por una alianza con La Libertad Avanza. Pero no solo es presión, también es debilidad en el cuadro de crisis de JXC. La existencia misma de LLA en el gobierno disputa la base electoral de Montenegro y, por eso, se ve forzado a derechizar su política con un discurso cada vez más violento. En concreto, ni la situación generalizada de los trapitos ni la de personas en situación de calle se modifica. Es una campaña para redes, en el medio de la temporada que pone a la ciudad en el foco nacional.
El peronismo se rasga las vestiduras, pero lo deja pasar. Sus concejales no plantearon nada, dejaron que corra la compra de armas no letales y desde sus sindicatos y centrales colaboran en la contención de los trabajadores después de dos gobiernos de Montenegro y un año de LLA en la nación, en los que no impulsaron las luchas salariales, contra los despidos o el saqueo de los recursos locales. Además, tienen la cocarda de ser los verdaderos creadores de la Patrulla Municipal durante la gobernación de Scioli e intendencia de Pulti.
Montenegro se concentra en su campaña antitrapitos mientras crece el delito organizado y la inseguridad en los barrios, con complicidad de la bonaerense y todas las fuerzas represivas que siguen sacando a las calles para armar un aparato local que reprima a los trabajadores y las luchas, que irán creciendo frente a la ofensiva contra las condiciones de vida de las masas. Esto une en un mismo frente no solo a Montenegro y a Milei, sino también a Kicillof, cuya militancia acaba de convocar a un plenario en Mar del Plata “para consolidar la esperanza”.
La situación de los trapitos es consecuencia tanto de la política de hambre, como de la contención de las centrales sindicales y las organizaciones sociales vinculadas al peronismo que no organizan la bronca y la reserva de lucha de los trabajadores y dejan pasar el ataque a los convenios, los salarios y los puestos de trabajo.
Llamamos a organizarnos en asambleas en los barrios, los lugares de trabajo y de estudio y votar medidas de lucha. Tenemos que enfrentar el régimen de ofensiva en todas sus formas y no permitir más la pasividad de las centrales y los sindicatos.
Cuidar coches es un trabajo sumamente inestable y precarizado que se hace a falta de trabajo genuino. Por un empadronamiento y regularización de la situación laboral de las personas que trabajan cuidando coches. Organicemos la lucha porque ningún trabajador trabaje en negro, fuera de convenio y con salarios de miseria.