EDITORIAL

Massazo contra los trabajadores para cumplir con el FMI

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Los anuncios de Sergio Massa, en su primera conferencia de prensa como ministro de Economía, dejaron una certeza y una serie de improvisaciones. La certeza es que se propone golpear aún más las condiciones de vida de los trabajadores, sobre quienes recaerá el peso de la crisis por la que él llegó al ministerio.

El ajuste que empezó Guzmán, Batakis profundizó, con Massa va a ser llevado más a fondo. Al proclamar que se va a respetar el compromiso adoptado con el FMI de la meta del 2,5% de déficit establecida por el presupuesto, ubicó su gestión en la pretensión de un recorte de gastos con enormes consecuencias. Entre ellas, el congelamiento de la planta del Estado para todos los sectores de la administración pública nacional centralizada, lo cual implicará no cubrir las vacantes que se produzcan por jubilaciones, renuncias u otras razones, deteriorando los servicios que el Estado debe prestar.

Pero esa es solo una parte. La decisión de no utilizar los adelantos del Banco Central al Tesoro en lo que resta del año (es decir no financiarse con emisión) e incluso devolver los 10.000 millones de pesos recibidos en el último mes solo puede significar, por un lado, obtener fondos metiendo la mano en las partidas a las administraciones provinciales, esto en el momento en que las luchas salariales de los docentes y en algunos casos empleados públicos crece en las provincias. Por el otro, afectando la obra pública, con su consecuencia en el empleo.

El anuncio que va directo al bolsillo de millones de personas es, sin dudas, las resoluciones sobre tarifas. Por empezar, deja fuera de los subsidios a los 4 millones de hogares que no se anotaron (sin que se sepa por qué razones); aquellos que sí se inscribieron (cerca de 10 millones) además de no tener asegurado el subsidio, ni el porcentaje del mismo, sí está claro que nadie lo recibirá si gasta más de 400 kWh; el consumo de gas y agua también tendría un tope que no definió. En concreto: se viene un aumento de tarifas generalizado, que alcanzará como mínimo (según cálculos del ministro) al 80% de los hogares, en un país donde el 50% de la población está bajo la línea de pobreza.

Que Massa haya empezado por ahí es una definición de una orientación antipopular que busca dejar en claro al conjunto de los grupos capitalistas, y en particular al FMI, que sus objetivos están concentrados en este ataque a las masas.

Al anuncio del ajuste a través del recorte del gasto, Massa agregó medidas sobre el ingreso de los trabajadores. Por un lado, con la auditoría a los planes sociales se busca un recorte compulsivo de los mismos, tal como con la segmentación: no se soluciona la razón que los llevó a otorgarlo: la falta de trabajo genuino, único motivo que debiera imperar para quitarlos. En relación con los trabajadores privados planteó la necesidad de un acuerdo con la burocracia sindical y los empresarios para analizar la “recuperación salarial”, dando a entender mecanismos por fuera de las paritarias.

Más deuda

Otro aspecto que también define un rumbo es que Massa va apelar al endeudamiento para recomponer las reservas. Aseguró la obtención de cerca de 2.000 millones de dólares provenientes de organismos internacionales de crédito, cuatro ofertas de instituciones financieras internacionales (Repo). Es decir, sigue el camino de Macri, que llevó en gran parte a la crisis actual. Además, anunció un acuerdo con “las cadenas de valor de la pesca, del agro, de la minería y otros, que ingresarán en los próximos 60 días por un total de 5.000 millones de dólares”, sin que se tenga claridad a cambio de qué, los detalles están “en discusión”, pero muy posiblemente sea con reducción de retenciones. Esas medidas para “fortalecer las reservas” claramente no están aseguradas, el propio ministro se encargó de no hacer mayores precisiones ante las preguntas de los periodistas. Respecto de la deuda en pesos propuso un canje “voluntario” (el 60% de la misma está en manos de los organismos del Estado y de los bancos) en lo que es una virtual declaración de “default”, que seguramente empujará a nuevos aumentos de las tasas de interés para poder hacer ofertas “atractivas” y que agudizará el parate productivo que comenzó a vivirse.

Pero a la par que plantea una reducción drástica del gasto, por otro lado, anuncia incentivos fiscales a diversos sectores empresariales, sobre todo los ligados a las exportaciones, todo lo cual redundará en contra de achicar el déficit. En su afán de dejar a todos los grupos capitalistas contentos, se establecen contradicciones y desajustes, es el resultado de pretender resolver la cuadratura del círculo.

Primeras conclusiones

Massa ha hecho una serie de anuncios sin mayores precisiones. Su repetida frase de que no hay salidas mágicas, ni es un superhéroe y de que espera satisfacer las expectativas, etc., parece indicar que gran parte de las cuestiones que hacen a la viabilidad de un “plan de estabilización” no están cerradas, entre ellas el propio ritmo de la devaluación que el ministro se limitó a decir que no puede ser un shock. Parece claro que está en carpeta el desdoblamiento cambiario como recurso para sellar acuerdos con los exportadores, buscando evitar que una devaluación general termine desatando una hiperinflación. Los mercados tendrán la última palabra sobre el tema.

Es claro que la crisis no se ha cerrado, muy lejos de ello ha pegado un salto. Como señaló el Financial Times, el vocero por excelencia del capital financiero internacional, cuando saludó la designación de Massa: un fracaso de este puede ser el fin del gobierno. Esto es lo que ha llevado a que por ahora todas las facciones del Frente de Todos, e incluso, algunos opositores saludaran la llegada de Massa. El kirchnerismo, con CFK y Máximo a la cabeza, se ha aferrado a esta salida. La ligazón del tigrense con el imperialismo yanqui, se lo considera un hombre de la Embajada, le ha ayudado a concitar una expectativa. Posiblemente a todos los una el espanto de que el gobierno que hoy está en la cornisa se caiga al abismo, alborotando a una América Latina ya alborotada por las luchas y rebeliones que se han ido sucediendo en los últimos años. No hay un relevo preparado, y la derecha ha quedado marginada de una salida a la crisis. Massa pretende patear para adelante y evitar una política de shock que no pudo anunciar. ¿Alcanzará? La precariedad es lo que se destaca por ahora.

Más que nunca: paro nacional y plan de lucha

A los apoyos patronales y del kirchnerismo, Massa sumó el de las burocracias de la CGT y la CTA, por un lado, y los cayetanos de Somos y el Movimiento Evita, por el otro. Daniel Menéndez, de Somos, dijo que tenían una gran expectativa en que Massa pueda resolver la crisis. Los anuncios confirman que los trabajadores no podemos depositar ni un gramo de expectativa, que en realidad lo que debemos hacer es redoblar la lucha en defensa de nuestras condiciones de vida, del salario, de las jubilaciones, del trabajo, del derecho a comer. Que las luchas en curso, como la del Sutna, de los docentes provinciales, las del Mendozazo educativo, tienen que triunfar para quebrar el ajuste. Que no hay tregua de la lucha piquetera.

El massazo merece un paro nacional y un plan de lucha. Fortalezcamos la campaña por ello.

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