Políticas
19/6/2025
Milei no atrae inversiones, fomenta la fuga de capitales
Las multinacionales rematan sus activos y se van del país.

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La inversión extranjera cayó 54%.
El esquema entreguista contemplado en el Rigi no solo no sirvió para atraer inversiones extranjeras directas, sino que las mismas cayeron 54% en el primer año de gobierno de Milei. La flexibilización del cepo cambiario, lejos de incentivar el arribo de capitales, favoreció la fuga.
Según el informe elaborado por el Banco Central, la inversión extranjera directa (IED) descendió de U$S 23.866 millones en 2023 a U$S 10.996 millones en 2024. El declive comenzó en el segundo trimestre del año y se profundizó en el cuarto alcanzando un saldo neto negativo de U$S 356 millones. Las salidas se produjeron por el pago de deuda externa privada y por fusiones y adquisiciones. La industria manufacturera y el comercio lideraron los flujos al exterior, mientras que persistieron los ingresos en el rubro minería y bancos, reforzando el carácter primarizante y especulativo de las inversiones foráneas en Argentina.
El proceso de desinversión sigue su curso: "entre diciembre de 2024 y febrero de 2025, los egresos netos de IED no financiera alcanzaron los u$s1.668 millones, triplicando los ingresos de todo 2024" (Ámbito, 18/6). Sucede que, a finales del año pasado, el BCRA flexibilizó el acceso al dólar oficial para las empresas que debían pagar deuda en moneda extranjera, lo cual fue aprovechado por las multinacionales para repatriar sus ganancias en lugar de reinvertirlas. Finalmente, el 55% de la deuda externa del sector privado fue contraída entre filiales de un mismo grupo, mostrando hasta qué punto recurren a los autopréstamos como mecanismo de fuga.
La descapitalización se ve nítidamente cuando reparamos en que, durante 2024, hubo al menos doce transacciones en la que un grupo multinacional vendió toda o al menos una parte de su operación en el país, según los datos relevados por la consultora PwC Argentina. Por mencionar algunos ejemplos, se retiraron el año pasado la petrolera Exxon Mobile, la automotriz Mercedes Benz y la fabricante de bienes de consumo Procter & Gamble. Las consecuencias de este éxodo las pagan los trabajadores perdiendo sus fuentes de empleo.
Como vemos, el gobierno fracasó en su intento de promover la llegada de capitales extranjeros a través de las garantías semicoloniales consagradas en el Rigi. A su vez, el relajamiento del cepo cambiario produjo el efecto contrario al esperado: en lugar de estimular las inversiones, propició su salida. Así las cosas, los únicos dólares que recibe el país son aquellos provenientes del endeudamiento a tasas usurarias.
Sucede que este repliegue de capitales a sus casas matrices se inscribe en una crisis mundial de sobreproducción en la que las inversiones productivas pierden rentabilidad y el capital busca en la especulación financiera nuevas formas de valorizarse. Esta tendencia de fondo convive con la incertidumbre que genera en los capitalistas extranjeros la precariedad del plan económico de Milei, que erige una burbuja especulativa sobre un Estado en quiebra e hiperendeudado, además de promover con sus políticas una caída del consumo masivo.
Lo ocurrido desmiente el relato oficial de que las exenciones impositivas a los empresarios y las reformas antiobreras son necesarias para revertir la huelga de inversiones. Las mismas retroceden pese al Rigi y al paquete de flexibilización laboral aprobado en la Ley Bases, puesto que el fenómeno de la desinversión hunde sus raíces en el carácter parasitario de la clase capitalista.
Es necesario terminar con este saqueo por medio de una reorganización económica comandada por los trabajadores. Esto es nacionalizar bajo control obrero el sistema financiero y el comercio exterior, romper con el FMI y repudiar la deuda externa como vía para concentrar el ahorro nacional y destinarlo a abrir un ciclo de inversiones productivas al servicio del interés mayoritario.

