Políticas

15/8/2024

¿Milei y Caputo pueden cumplir su promesa de no devaluar?

Las contradicciones de los "anarcocapitalistas" que se aferran al cepo cambiario.

Habló ante empresarios en el Council of the Americas.

En su paso por el encuentro empresario del Council of the Americas el presidente Milei se comprometió a no devaluar. Desde ya, nadie esperaba otra cosa. Ni siquiera podría insinuar un cambio en la política de pisar el dólar sin desatar un desarme de las posiciones en pesos de los bancos o agravar la retención de la cosecha por los sojeros. La contracara es que el gobierno está atando su suerte a lograr contener las presiones devaluatorias, y eso, como sabemos, puede fallar.

La contradicción de la política económica se nota a simple vista. “Es mentira que no se puede crecer con cepo”, dijo Milei. Pero, ¿quién decía que no se podía crecer si no se eliminaban los controles cambiarios? Obvio, Milei. Ahora pide algo de paciencia, lo cual es lógico, porque cuando dice que no va a devaluar está afirmando que va a seguir aferrándose al cepo por más que “el mercado” esté reclamando un salto en el tipo de cambio. Jugarse a mantener domado el dólar significa mayor dependencia de las regulaciones y la intervención estatal.

¿Cuál es la apuesta del gobierno? Lograr acceder a un megacrédito internacional para tener las suficientes divisas en el Banco Central para satisfacer la libre demanda de dólares. Eso parece inalcanzable sin bajar el riesgo país, lo cual a su vez requiere que empiecen a acumular reservas en el BCRA y así despejar las dudas sobre la capacidad de pago de los futuros vencimientos de deuda. ¿Cómo hacerlo? El FMI insiste en que para eso necesita devaluar, que es lo que reclaman además los sojeros para desprenderse de los granos que tienen encanutados en las silobolsas. En el mientras tanto tratan de que no se dispare la brecha cambiaria… interviniendo en el mercado.

Milei y Caputo responden que no es necesaria una devaluación. Que van a empezar a ingresar dólares por el blanqueo y por el Rigi. El tiempo dirá. Por el momento la construcción de la planta de GNL para poder exportar el gas de Vaca Muerta sigue tan verde como la planta de hidrógeno que habían anunciado que se iba a instalar en esa misma región rionegrina de Punta Colorada, y que la australiana Fortescue acaba de descartar por completo de sus proyectos.

Más sensato parece el pedido a los empresarios de colaborar en volver a activar la economía interna, ya que en plena recesión las condiciones para levantar el cepo se alejan, por la menor demanda de pesos y la caída de la recaudación fiscal, entre otros puntos. El hecho es que nadie invierte si no avizora cierta rentabilidad, y el horizonte es al menos incierto. El comercio mayorista y minorista viene cayendo en picada, paralelo al hundimiento de los salarios. En la industria eso se traduce en que muchas ramas acumulan sobrestock, mientras el uso de la capacidad instalada está en niveles bajísimos (en mayo la capacidad ociosa promediaba un 43,2%, más de 10 puntos arriba que un año atrás).

Hay un dato indicativo para las proyecciones hacia lo que viene. Es de conocimiento general que en el primer trimestre del año se contrajo el producto bruto, pero no tanto que el principal componente de esa baja fue el derrumbe de la inversión, que es el motor de la actividad económica. Según el Indec en los primeros tres meses de 2024 la formación bruta de capital fijo cayó 23,4% interanual.

En este contexto hay también una fuerte rosca en torno a la reglamentación del Rigi, porque la letra final puede borrar la ya ínfima inclusión de “proveedores locales” en la cadena de valor de las multinacionales que piensan adherirse. Hasta ahora lo que el gobierno ofrece a la UIA y las cámaras pymes es evaluar un régimen diferenciado para estos no tan grandes inversores, concentrado fundamentalmente en nuevos aspectos de la reforma laboral como la rebaja de las cargas patronales y otros ítems de superexplotación.

En cierto sentido el gobierno es víctima de sus propias premisas. Tomando el libreto “libertario”, todos exigen como condición para invertir una rebaja impositiva y libertad para girar sus ganancias en dólares al exterior. Sin embargo, si Milei pide paciencia es porque es consciente que, antes que una traba para futuras inversiones, el cepo es un obstáculo a la salida de capitales y la carta de garantía del repago de la deuda al FMI y los bonistas.

Sucede que las grandes empresas fueron acumulando enormes deudas en dólares con sus casas matrices en el extranjero, por importaciones no pagadas y el reparto de dividendos, y sin cepo correrían a saldarlas dejando un agujero importante en los depósitos en pesos del sistema financiero. Los bancos, por su parte, solo se quedarían con los títulos en pesos -de los que están saturados- en la medida en que estos ofrezcan mayores rendimientos que la inflación, lo cual implicaría que el Tesoro suba la tasa de interés, pero eso atenta contra la máxima de “déficit cero”. Fijémonos este último aspecto.

El superávit fiscal es el caballito de batalla de Milei, que sigue jactándose del “ajuste más grande de la historia de la humanidad”. Pero la migración inducida de los bancos desde los pases y Leliq del Banco Central a las letras del Tesoro pone un signo de pregunta sobre la sostenibilidad del déficit cero, porque traslada toda la exigencia del pago de intereses (y renovación de los vencimientos de capital) a las arcas del Estado nacional. Aumentar la tasa para evitar que la banca desarme posiciones y se pase a dólares minaría entonces el equilibrio fiscal.

Es una posibilidad que deja planteada una lección política importantísima: despedir trabajadores estatales, robarse la jubilaciones y sacar toda asistencia a los comedores populares no resuelve ninguno de los problemas de la economía argentina. La sangría nacional ocurre vía el pago de una deuda usuraria y fraudulenta, que es una de las aristas de la fuga de capitales que está detrás de la constante depreciación del peso y el empobrecimiento del país.

Las disyuntiva no es devaluar o no, sacar o dejar el cepo; es si vamos a continuar con este régimen de saqueo a costa del hambre del pueblo, o si vamos a cambiar la historia. Para que no nos hagan pagar todo el costo de esta factura tenemos que enfrentar al gobierno de Milei y sus cómplices con la intervención generalizada de los que día a día hacemos funcionar a la Argentina, es decir, con la huelga general hasta derrotarlos.

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