Las estaciones de servicio de combustibles y naftas amanecieron este jueves con aumentos del 37%. Estos se ven reflejados en las petroleras privadas, como Shell y Axion, y en la estatal YPF. Así, el litro de nafta Súper en YPF pasó en las últimas horas de $404 a $553 en la Ciudad de Buenos Aires, mientras que en la provincia de Buenos Aires, la Súper llegó a $614. Con este incremento, los combustibles acumulan un incremento del 80% durante el último mes. Un verdadero escándalo.

Los primeros días de noviembre, las petroleras aplicaron un incremento del 9,6%, al que se sumó una suba del 10% tras el balotaje, incumpliendo el acuerdo de precios estipulado, y los dos recientes ajustes del 30% y 37% por ciento separados por apenas cinco días. Cargar nafta Súper en CABA para un auto de tanque chico, de 45 litros, puede salir alrededor de $24.885 con YPF y $27.630 en el conurbano.

Las petroleras aplican estos aumentos en el afán de empalmar los precios del mercado interno con los precios internacionales del combustible, que se ubican en torno a un dólar el litro, es decir que los consumidores terminarán pagando la nafta a precio de exportación, mientras los pulpos del petróleo gozan de beneficios cambiarios y prebendas impositivas. Esto desmiente la famosa “soberanía energética” atribuida por el kirchnerismo a la falsa estatización de YPF, que jamás modificó este esquema de saqueo al servicio de las petroleras, sino que lo reforzó.

A su vez, estos aumentos se trasladarán al transporte de todas las mercancías, por lo que impactarán en los precios de toda la cadena productiva acicateando la inflación y reventando de lleno los bolsillos de la población, que ya son víctimas del Rodrigazo anunciado por Caputo. Este incluye una depreciación del peso del 118% y recortes de subsidios en el transporte y en las tarifas de energía que se traducirán en boletazos y nuevos tarifazos.

Este es solo un escalón más del plan motosierra de Milei cuyo primer paso ya consolidó un ajuste brutal sobre los ingresos de las familias trabajadoras, y que constituye una transferencia hacia los grupos capitalistas más concentrados, en este caso las petroleras. La única manera de frenarlo es en las calles, por eso es fundamental acompañar la movilización del 20 de diciembre, convocada por el movimiento piquetero y el sindicalismo combativo.

A su vez, para evitar que los trabajadores sigamos pagando la crisis y financiando los negocios de las petroleras, se requiere nacionalizar bajo control obrero la industria hidrocarburífera, para satisfacer las necesidades de los trabajadores y dar curso a un plan industrial y económico sobre nuevas bases sociales.

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