Con un comunicado, el FMI informó cuáles son los términos del nuevo acuerdo firmado con el gobierno argentino, y no dejó margen a dudas: acelerar la devaluación del dólar oficial, nuevos tarifazos, y un mayor ajuste en salarios, programas sociales y transferencias a las provincias. Tenemos entonces que para poder pagarle al Fondo el gobierno va a profundizar el camino que nos metió en este pozo.

Massa celebra como un logro de su gestión haber podido consensuar posiciones con el FMI después de haber incumplido todas las metas del programa, y en especial la de acumulación de reservas, dejando al país otra vez al borde del default. Para saldar los vencimientos de deuda con el organismo para lo que resta del año, pactaron desembolsos por aproximadamente 7.500 millones de dólares, menos del total a pagar.

El comunicado del Fondo recrimina que hubo “desvíos y retrasos en las políticas, que han contribuido a una fuerte demanda interna y una balanza comercial más débil”, lo cual es una forma de decir que hay que ir a una devaluación hecha y derecha, para deprimir la economía nacional y achicar las importaciones: los dólares tienen que ser para la deuda. Valora que Massa avanzó con el dólar agro y los impuestos en las compras al exterior -dos medidas con impacto inflacionario en el mercado interno-, pero aprieta diciendo que “la tasa de crawl (encarecimiento del tipo de cambio oficial) continuará utilizándose para preservar la competitividad y respaldar los objetivos de acumulación de reservas”.

Si ya están impactando en los precios las medidas que acaban de anunciar es obvio que la cosa va a empeorar a medida que se deprecie el peso, y más negro se pone el panorama cuando leemos que el FMi exige “actualizar las tarifas de energía”. Entre las otras medidas que explicita para achicar el gasto público figura “contener el crecimiento de la masa salarial”, una declaración de guerra contra los ajustados salarios estatales, y ordena recortar en asistencia social y en las transferencias a las provincias.

Por último, desde Washington indican que se van a mantener las tasas de interés “suficientemente positivas en términos reales”, o sea lo suficientemente por encima de la inflación para que los bancos sigan haciendo un negoción con bonos públicos, mientras se desploma el crédito industrial y comercial favoreciendo la recesión de la economía. En criollo: lo opuesto de lo que exigen para los salarios. Para colmo, habilitan rematar los títulos de deuda del FGS de la Anses para amortiguar presión de la corrida al dólar sobre la brecha cambiaria.

Gabriel Solano, precandidato del Frente de Izquierda, fue contundente al definir este acuerdo: “El blindaje del que habla Bullrich ya lo está aplicando Massa. Es una política que combina los elementos explosivos de las crisis de 1989 y 2001. Por un lado, una política fuertemente inflacionaria y de ajuste contra los salarios y las jubilaciones; por el otro, un fuerte aumento del endeudamiento externo producto de los pactos con el FMI”.

En las antípodas, el programa de la lista que encabeza Solano plantea romper con el Fondo desde el primer día, y tomar medidas esenciales en defensa del país como la nacionalización del comercio exterior y del sistema financiero en manos de un gobierno de trabajadores. Esa la manera de lograr que el ahorro y la riqueza nacionales se reinviertan en Argentina. Como explicó el dirigente del Partido Obrero, hoy las reservas del Banco Central están en negativo pero en sus primeros tres años este gobierno tuvo un superávit comercial de casi 35.000 millones de dólares, por lo que si cortamos con la fuga permanente podemos financiar al país sin endeudarnos con el FMI ni el capital financiero internacional.

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