carta abierta
Por un congreso abierto del Frente de Izquierda-Unidad
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Acto del FIT-U (1-5-22)
El gobierno de Alberto y Cristina Fernández y Sergio Massa ingresa en el último año de su mandato hundiendo aún más a la Argentina en una crisis que pareciera no tener salida.
Los que prometieron que la deuda no la iban a pagar “con el hambre del pueblo” nos dejan un país sometido al Fondo Monetario y con salarios y jubilaciones en un mínimo histórico. El gobierno “de los derechos humanos” reprime las comunidades mapuches y desaloja barrios populares en todo el país, mientras mantiene a Berni a cargo de la Bonaerense.
El fracaso del gobierno del Frente de Todos viene a continuación del fracaso macrista. El hilo de continuidad está dado por el pago de la deuda, los acuerdos de ajuste con el Fondo Monetario y el rescate a los intereses capitalistas, que arrastran al Estado a la bancarrota sin por eso sacar a la economía de la crisis. La contracara de la miseria popular son las enormes concesiones a las mineras, las petroleras o los bancos. Por poner solo un ejemplo, la devaluación por tandas de Massa implicó la emisión de 600.000 millones de pesos para el capital agrario sin terminar por eso con la fuga de capitales y la caída de reservas.
La crisis y los fracasos de todas estas fuerzas que nos vienen gobernando están en la base de sus quiebres y choques. El Frente de Todos atraviesa una guerra interna marcada por el intento del kirchnerismo de derogar las Paso contra las posibilidades de Alberto Fernández de postularse para un nuevo mandato. En Juntos por el Cambio, la pelea es descarnada por la candidatura presidencial y por la capital. Y está atravesada por el fracaso del gobierno de Macri y por cómo asestar golpes en gran escala contra los trabajadores.
En estos choques no hay ningún sector que represente un interés popular: todos votaron o apoyaron de una u otra manera el presupuesto de ajuste para 2023, pactado por Massa y el Fondo Monetario, con recortes a la educación, la salud, los salarios y las jubilaciones. Los que no lo hicieron abiertamente fue en nombre de reclamar ir aún más a fondo en una política antiobrera.
No es casualidad entonces el enorme descontento en todas las franjas de la población. Un descontento que por el momento explota Milei golpeando a la casta política en nombre de un planteo fascistoide, antiobrero y de apoyo a pleno a la “casta” empresarial.
Más que nunca, es la responsabilidad del Frente de Izquierda plantear una salida frente al cuadro de crisis de fondo que atraviesa el país. No es solamente el fin de un gobierno lo que estamos discutiendo sino el agotamiento de un régimen: la democracia desenvuelta bajo el ala de la clase capitalista y el imperialismo. Por eso planteamos que hace falta un nuevo “que se vayan todos” contra los políticos capitalistas, para abrir paso a una salida de la clase obrera, de la mano de un movimiento popular con banderas socialistas.
Frente a este cuadro, tal como lo hicimos desde el acto el pasado 29 de octubre en Plaza de Mayo, el Partido Obrero plantea que el Frente de Izquierda impulse un congreso abierto a todos los que vienen participando en las luchas en todo el país contra el ajuste y que desafían la política de pasividad y derrota de la burocracia sindical y las organizaciones sociales integradas al gobierno.
La gran huelga del Sutna puso de relieve la fuerza de los trabajadores cuando logran recuperar sus organizaciones obreras contra la burocracia y luchan unidos por sus reivindicaciones. Logró doblegar tanto a las patronales como al gobierno, que jugaron a fondo por quebrar a los trabajadores del neumático y su sindicato combativo. Las grandes movilizaciones piqueteras sacudieron al país, cuestionando el control de los punteros del PJ en los barrios. Las huelgas de docentes y de salud recorrieron el país. Con un movimiento de masas de residentes y concurrentes, con una rebelión desde los Sutebas combativos y la Multicolor en Buenos Aires, con Amsafe en Santa Fe y ahora ganan las calles en la capital contra el gobierno de Larreta, luego de la ola de tomas de escuelas secundarias en defensa de la educación pública. En Luz y Fuerza los trabajadores se movilizan contra la entrega de la burocracia en las paritarias, lo mismo ha ocurrido en Ferroviarios con la UF Oeste a la cabeza, entre un sinfín de luchas como las de los municipales de Moreno o los paros masivos de UTA en el interior.
Contra la burocracia sindical que aísla estos reclamos, planteamos un paro nacional y plan de lucha, para derrotar la política de ajuste del gobierno nacional, las patronales y los gobiernos provinciales, y abrir paso a una salida de los trabajadores.
Un congreso del Frente de Izquierda convocando a toda esta vanguardia de lucha para votar un programa y un plan de acción frente a la campaña electoral va a permitir ganar fuerza en la lucha por poner en pie una alternativa obrera y socialista.
Y este movimiento popular se apoya en las manifestaciones de independencia política que se desenvuelven en las luchas: cuando los trabajadores derrotan a la burocracia sindical, cuando los barrios se organizan contra los punteros o cuando la juventud se organiza contra los aparatos de la Franja Morada o La Cámpora.
Tenemos un debate
El PTS proclamó candidaturas un año y medio antes de las elecciones y largó una campaña electoral anticipada. La política electoralista de los compañeros del PTS se ve agudizada por su falta de apoyo al movimiento piquetero, que protagonizó las movilizaciones masivas más importantes del año en nuestro país. Una izquierda que no se apoya en la lucha de clases es incapaz de poner en pie una alternativa que cuestione al régimen del capital. Observamos con preocupación que ese empeño electoralista lleva a la adaptación política: así, vimos a Myriam Bregman defender sin fisuras a Cristina Fernández frente a la acusación de Luciani, e incluso a la bancada del PTS en el Congreso hacer un “gesto” que permitió al gobierno aprobar un nuevo impuesto en favor de la policía de seguridad aeroportuaria.
El Frente de Izquierda tiene una trayectoria que ya lleva 11 años. En este período, hemos vivido importantes alzas electorales, ganando la capital de Salta en 2013, la banca en el Congreso por Mendoza el mismo año y el 25% de los votos en Jujuy en 2021. Pero este crecimiento electoral no es sustentable si no está acompañado del desarrollo de una clase obrera con conciencia de clase capaz de construir un movimiento popular que pueda darle fuerza a una alternativa. Si fuera una fuerza meramente electoral y parlamentaria, la izquierda es objeto de enormes presiones para adaptarse al sistema. El desafío es superar definitivamente al peronismo separando a los trabajadores de la burguesía y poniendo en pie una vanguardia obrera con conciencia de clase y un movimiento popular con banderas socialistas.
Por un congreso y un frente único
La propuesta que realizamos tiene por propósito superar los límites actuales del Frente de Izquierda-Unidad y transformarlo en una fuerza de intervención en la lucha de clases. Estamos ante un desafío enorme en tanto se trata de superar la forma que adquiere el régimen político de la clase capitalista en la actualidad. Como quedó demostrado en Brasil, aun con el crecimiento de fuerzas fascistoides como la de Bolsonaro, los capitalistas y sus principales Estados imperialistas son partidarios de valerse del régimen democrático para mantener su dominio de clase. La carta del fascismo la juzgan prematura y riesgosa, más cuando la democracia burguesa aún les permite cooptar a buena parte de las organizaciones obreras y de izquierda a la defensa del régimen capitalista.
Mediante las elecciones recurrentes la burguesía busca naturalizar la idea que estamos ante un régimen basado en la voluntad popular y no ante una dictadura del capital. Para la izquierda la situación implica un enorme desafío, ya que las elecciones pueden ser tanto una oportunidad como un riesgo enorme. Sucede que el proceso electoral tiende a realizarse bajo una metodología opuesta a los principios de clase. La acción directa de los trabajadores es suplantada por la ilusión de que las cosas se solucionan votando; y la deliberación y la organización propia de la clase es suplantada por el apoyo a personalidades y candidatos. Esta metodología, siendo además que las elecciones se realizan cada dos años, tiende a apartar a la izquierda de una acción revolucionaria y a concentrarla en campañas electorales permanentes, y la aleja de su acción en la lucha de clases para concentrarla en la creación y difusión de candidatos.
Nuestro Frente de Izquierda-Unidad no es ajeno a estas presiones ni, desde ya, podría serlo por completo. Una revisión crítica de su acción debiera concluir que estas distorsiones están presentes en su actividad. El lanzamiento de candidatos del PTS a mediados de junio del 2022 para elecciones que se realizarán agosto-octubre del 2023 es una expresión de la incidencia de esa presión. Si tenemos en cuenta que en el 2021 hubo elecciones y que las habrá en el 2023, lanzar candidatos en el 2022 implica de hecho estar en campaña electoral permanente. Para una fuerza que dice defender el principio de la lucha de clases contra la democracia burguesa se trata de una contradicción flagrante.
La superación de esta situación plantea por un lado que el Frente de Izquierda-Unidad priorice su acción en la lucha de clases y, por el otro, que aborde el proceso electoral con los métodos de la organización, la deliberación y la acción de los trabajadores. Después de todo, el objetivo de la campaña electoral debe ser reforzar la lucha por un gobierno de trabajadores mediante la formación y capacitación de una vanguardia. Nuestra propuesta de realizar un congreso del Frente de Izquierda-Unidad para febrero-marzo, que aborde también la cuestión electoral, plantea un cambio de política importante. La izquierda revolucionaria debe valerse de las elecciones para impulsar la acción directa de los trabajadores y de los explotados, en vez de que la burguesía se valga de las elecciones para que la izquierda revolucionaria adopte la metodología y hasta la estética del régimen actual. Un congreso abierto a miles y miles de luchadores, que debatan el impulso a las luchas y la participación también en la campaña electoral, sería un hecho inédito no solo en Argentina sino también a nivel internacional. También permitiría enfrentar las elecciones anticipadas en las provincias, dándonos una instancia para la formación de las listas con la participación activa de los trabajadores.
La situación que se ha creado reclama un debate a fondo de toda la militancia del Frente de Izquierda-Unidad. Estamos aún a tiempo de enfrentar exitosamente la trampa que el régimen ha montado y superarla con una acción consciente y organizada de la izquierda y una fracción aun minoritaria pero creciente de los trabajadores. No queremos que el FIT-U sea la pata izquierda de un régimen democrático decadente, sino la fuerza política que se proponga derribar ese régimen para que gobiernen los trabajadores. Si este es el objetivo de todos, actuemos en consecuencia.
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