El nuevo “superministro” de Economía, Sergio Massa, empieza a definir los nombres de su equipo ministerial. Los funcionarios que empiezan a confirmarse como “responsables de áreas” de un elenco patronal, donde Massa concentra el poder como ministro, deberán hacer frente a profundas contradicciones de fondo que se ubican en el centro de la misma crisis que motivó este volantazo de gabinete.

Al frente del Palacio de Hacienda asumió una vez más Raúl Rigo, quien salió del cargo de la mano de Martín Guzmán hace poco más de un mes. Es uno de los corresponsables del aumento fenomenal de la “bola de nieve” de la deuda en pesos. Tendría como secretario de Finanzas a Eduardo Setti, responsable de Operaciones del Fondo de Garantía y Sustentabilidad (FGS) de la Anses. Lugar del que proviene también Lisandro Cleri, su subdirector, que pasará a la mesa chica del Banco Central. Hablamos de los responsables de llenar de “papelitos” de esta deuda en pesos la principal caja de los jubilados para asistir al Tesoro. Se corrobora que seguimos por el sendero de rescatar el funcionamiento de la bicicleta financiera que nos endeuda más a cada segundo y nos llevó a la corrida cambiaria que atravesamos hoy.

Esto implica a su vez mantener el negocio de las altas tasas de interés que paraliza la actividad industrial. Como un gesto, Massa pone a de Mendiguren al frente de Producción, como en el gobierno de Duhalde hace 20 años, cuando representó como ministro de la cartera a los grupos capitalistas que bregaban por la devaluación que se consumó como “salida” al agotamiento de la Convertibilidad menemista. El referente de la Unión Industrial Argentina (UIA) desembarca en el área pero sin condiciones de revertir la tendencia recesiva.

Según distintas versiones, habría pedido el traspaso del Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones a la órbita de Comercio (Clarín, 31/7). Esta última quedaría en manos de Matías Tombolini. El candidato de Lavagna en la Ciudad en 2019, que supo ser funcionario de Larreta y ejecutor de los despidos en Arsat en calidad de ser su presidente ajustador, sería el relevo definido de Pollera.

Daniel Marx, director del Banco Central de Alfonsín, negociador de la deuda externa argentina entre 1989 y 1993 y secretario de Finanzas de Machinea en el gobierno de la Alianza entre 1999 y 2001, previo a la quiebra del país, será designado para integrar un comité de desarrollo de mercado de capitales y seguimiento de la deuda pública.

Por último, al frente de Agroindustria pasará Gabriel Delgado, el elegido por el gobierno para intervenir Vicentin, uno de los responsables de declararle la quiebra para rescatar a la banca acreedora de la cerealera. Este es el gabinete patronal que eligió Massa para cumplir la tarea por la que asume: ejecutar el ajuste y la devaluación para intentar satisfacer las metas impuestas por el Fondo.

Ahora bien, este gobierno “reorganizado” se va a topar con las contradicciones que eyectaron en un mes a dos ministros de Economía. No parece tener margen para evitar la devaluación, pero eso abre un escenario de desplome de la deuda en pesos y la posibilidad de provocar una corrida cambiaria y hasta bancaria. A su vez, que mientras los exportadores esperan una depreciación del peso, como el capital agrario que retiene la cosecha, los importadores de la industria reclaman acceso a dólares para traer insumos y amenazan con que la producción se va a detener en el caso contrario. El acuerdo con el Fondo demuestra una vez más sus tendencias a un dislocamiento de la economía y a los choques entre los propios capitalistas.

Asume un nuevo gabinete económico, pero el belicoso plan de ajuste es el mismo. Redoblemos la campaña por el paro nacional y un plan de lucha para quebrar esta ofensiva y a sus nuevos personeros.

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