Antes de que la renuncia de Martin Guzmán pusiera de manifiesto el fracaso del gobierno del Frente de Todos, se había convocado a una sesión especial en la Cámara de Diputados cuyo temario se había sido consensuado entre los bloques mayoritarios. Como la “especialidad de la casa”, abundaban proyectos de subsidios o exenciones impositivas al capital, siendo el “fomento” a la industria automotriz y a la nanotecnología los que encabezaban la jornada.

Es tan fuerte el lobby empresarial al interior del Congreso que pudo garantizar el desarrollo de una sesión que buscó abstraerse del clima general de zozobra que sufre la clase trabajadora en nuestro país.

Sin embargo, el cimbronazo del día sábado y la rosca de las horas posteriores no pasarían desapercibidas para una cámara que suele reproducir las tensiones propias de la crisis política nacional. En este caso, además, los rumores de la suspensión de la sesión habían estado directamente relacionados a las posibilidades del desembarco de Massa en el Poder Ejecutivo, una hipótesis que circuló con mucha fuerza hasta que -según los trascendidos- fue desairado por Cristina Kirchner.

En medio de la corrida cambiaria, la remarcación de los precios y los picos del riesgo país la oposición patronal puso como condición para comenzar la sesión poder sacar provecho de la crisis gubernamental y tener un espacio para vanagloriarse de que al peronismo le va al menos tan mal como a ellos. El planteo fue bien recibido por un Frente de Todos atomizado y un presidente de la cámara que no pensaba evitar el regocijo opositor.

La primera en tomar la palabra fue Romina Del Plá, quien caracterizó la salida de Guzmán como parte de un fracaso que debe adjudicarse a las tres patas de la coalición gobernante. Esto para denunciar al kirchnerismo, que posa de opositor frente a la bancarrota actual, intentando desprenderse de su clara responsabilidad en este derrotero. La diputada del PO en el FIT-U señaló que esta situación no es consecuencia de un naufragio personal del exministro, sino de toda una política que tuvo como piedra angular la reestructuración de la deuda externa: primero con los privados y luego a través del pacto colonial con el FMI.

Al mismo tiempo, Romina aprovechó el espacio para caracterizar la asunción de Batakis, a quien “conocemos muy bien los docentes y estatales de la provincia de Buenos Aires, que tuvimos que luchar contra el intento de pagarnos el aguinaldo en cuotas”, pero también para denunciar que la continuidad de las políticas de Guzmán y del acuerdo con el FMI va a traer más ajuste a la población trabajadora, ya que el organismo recomendó una nueva reforma previsional -aun cuando el 60% cobra la mínima- y una reducción del gasto público cuando más del 40% de la población vive en condiciones de pobreza.

Luego fue el turno de la oposición patronal, que mostró su propia crisis cuando distribuyó su tiempo en varias intervenciones, mostrando que no tiene un acuerdo. Sin embargo, se destacaron por resaltar su “responsabilidad institucional” en medio de la crisis, es decir, que no buscaron hacer leña del árbol caído. Así mostró el papel de garante ante el capital. Más allá de lo electoral, ellos defienden el acuerdo con el Fondo, son la otra pata del régimen del FMI y quieren que sea este gobierno el que haga el trabajo sucio de un ajuste que reclaman tanto en Washington como los popes de la burguesía nativa.

Para al final quedaron los oradores oficialistas, que quisieron minimizar una crisis de la que no hay vuelta atrás. El dato más relevante estuvo, sin embargo, en quienes tomaron la palabra para tratar de defender al gobierno, y como los voceros más relevantes se llamaron a silencio, se transparentó que nadie quiere hacerse cargo de este muerto.

Como dijo Romina Del Plá al cerrar su intervención, la única salida positiva a esta crisis es una intervención de la clase obrera, como lo hacen los compañeros del Polo obrero, del Sutna y como harán miles de trabajadores el próximo sábado para rechazar el acuerdo con el FMI.